El Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (Ceameg) de la Cámara de Diputados, señaló que en México pese a que las mujeres adolescentes reciben información sobre salud reproductiva, infecciones de transmisión sexual y embarazos tempranos, el 44.9% declaró no haber utilizado algún método anticonceptivo durante su primera relación sexual.
En el estudio “Embarazos tempranos”, el Ceameg aseguró que la edad de inicio de la vida sexual es un factor importante, ya que los menores aún no están completamente preparados físicamente para enfrentar embarazos a corta edad.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica (ENADID) 2014, el embarazo en adolescentes se ha incrementado en los últimos años, puesto que la tasa de fecundidad entre el grupo quinquenal de 15 a 19 años aumentó de 70.9 nacimientos por cada mil mujeres en 2009, a 77 nacimientos por cada mil adolescentes en 2014, agregó el Centro.
El centro encabezado por la diputada Guadalupe González Suástegui (PAN), indica que cada año 16 millones de mujeres entre 15 y 19 años tienen una hija o hijo, lo que representa el 11 por ciento de todos los nacimientos en el mundo; de ellos, el 95% tienen lugar en países en desarrollo.
Refirió que el embarazo temprano es un problema de salud pública que afecta negativamente a las mujeres y sus hijos, “muchas presentan malnutrición pues su régimen de alimentación está condicionado por su medio social y familiar, hecho que influye de manera determinante en el desarrollo del feto, por lo que corre el riesgo de parto prematuro, bajo peso al nacer y defectos congénitos”.
El Ceameg explicó que un embarazo prematuro provoca deserción escolar o bajo rendimiento, lo que influye en el desarrollo individual de los adolescentes, pues entre menor sea la educación también las posibilidades de tener un empleo serán reducidas.
“Una familia adolescente con escasa educación y bajos ingresos tendrá muchas dificultades para garantizar la asistencia de sus hijos a la escuela, perpetuando así la inequidad social”, resalta el texto.
Describió que los padres jóvenes aún no están preparados para asumir esa demanda física, social, educativa, psicológica y financiera; mientras que los recién nacidos se colocan en situación de mayor vulnerabilidad, pues su bienestar, desarrollo y porvenir depende de quienes se encuentran en un entorno de desventaja.
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