Organizaciones civiles consideraron como “preocupante” que se expida el Programa de Manejo del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam, donde se encuentra la Isla de Holbox, sin que se garantice la consulta pública para la discusión de las actividades que pueden permitirse en la zona y que estos instrumentos queden en “letra muerta”.
El Centro para la Diversidad Biológica, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental y Greenpeace señalaron que si bien contar con estos instrumentos legales es un paso en la dirección correcta, no es suficiente para garantizar la protección de los recursos naturales, puesto que “aprobar con premura y sin consulta los programas de manejo, los coloca en un grave peligro de convertirse en letra muerta”, advirtieron.
Las organizaciones destacaron que Yum Balam, Área Natural Protegida, que integra las comunidades de Holbox y Chiquilá en Quintana Roo, lleva 22 años sin un plan que regule las actividades dentro de la zona, lo que ha ocasionado una fuerte presión para los ecosistemas por la construcción de desarrollos turísticos y el deficiente manejo de residuos sólidos.
“Estas problemáticas no van a resolverse sólo con prohibir nuevas edificaciones así como la entrada de PET y unicel a las islas, como lo presentó ayer la Conanp”, indicaron.
Argumentaron que el plan de manejo propuesto prohíbe grandes desarrollos hoteleros y campos de golf pero permite la construcción de palafitos, viviendas apoyadas en pilares construidas sobre cuerpos de aguas; pidieron a las autoridades ambientales ser “claras” y establecer el número de construcciones de este tipo que soporta el área sin que sufra daño, así como incluir el tratamiento de aguas negras y alcantarillado, un tema pendiente en toda la Riviera Maya, en especial en Yum Balam.
“Yum Balam es un ejemplo de los daños que puede sufrir un Área Natural Protegida si no se tienen Programas de Manejo que delimiten las capacidades de carga y actividades permitidas para la protección del ecosistema”, destacaron.
Las organizaciones señalaron que la Reserva de la Biósfera del Caribe Mexicano necesita además de la publicación del decreto, la aplicación inmediata de un plan integral de gestión de la zona, que protegerá 5 millones 754 mil 55 hectáreas que incluyen zonas arrecifales, fondos marinos profundos y lagunas costeras así como áreas terrestres de humedales y zonas costeras.
“Este programa de manejo no puede esperar dos décadas y necesita abordar las amenazas actuales al Caribe mexicano para lograr una verdadera protección de los recursos oceánicos; incluyendo también la prohibición de la exploración y explotación de hidrocarburos en la zona y la planificación del impacto de la industria turística en el área para evitar presiones como las que tiene el Golfo de México”, enfatizaron.