Más Información
México no está haciendo su tarea para reducir contaminantes, acusan expertos; 2023 registró récord en emisiones de CO2
Presidentes municipales de Jalisco piden reasignación de 10 mil mdp en el PPEF 2025; aporta 7.4% del PIB del país, argumentan
IMSS invertirá 875 mdp para modernizar 180 elevadores; trabajadores argumentan que no se pueden cambiar hasta 2027
A Carlos Adrián Ortiz de Montellano Soto le salvó la vida una persona totalmente desconocida. Ni siquiera sabe si es hombre o mujer, su edad o estatura. No sabe su nombre y mucho menos a qué se dedica, ni si está casado o casada.Le dijeron que él o ella es de Alemania, pero hasta ahí. Lo único que Carlos sabe es que hoy sigue con vida gracias a esa persona que en algún momento decidió registrarse como donadora altruista de médula ósea.
Este joven sufría de anemia aplásica, enfermedad que provoca que la médula ósea “deje de funcionar” y no produzca células sanguíneas suficientes. Al ser un padecimiento potencialmente mortal, el joven necesitaba un trasplante, pero no le podía donar nadie de su familia, por lo que recurrió al Registro Mexicano de Donadores No Relacionados de Médula Ósea (Donormo). Ahí encontró a un donador que, prácticamente, le dio otra oportunidad de vida.
La de Carlos es una historia de éxito de un trasplante de médula ósea de donador no relacionado, modalidad poco practicada en México a pesar del potencial que tiene para salvar vidas. De acuerdo con especialistas, en nuestro país cada año alrededor de 10 mil personas necesitan un trasplante de médula ósea, y de ese total, al menos 7 mil requerirían un donador no relacionado, pues por cuestiones genéticas en la mayoría de los casos los familiares del paciente no cumplen los requisitos de compatibilidad.
El Donormo, que agrupa datos de todos los donadores de médula ósea mexicanos, es aún muy débil y se compone apenas de 17 mil personas, cuando lo ideal es que sean, por lo menos, 100 mil. Especialistas opinan que esto es así porque los mexicanos tienen poca o nula cultura de la donación y no se solidarizan hasta que un familiar o conocido pasa por una situación similar.
Ortiz de Montellano se enteró que sufría anemia aplásica a los 20 años, y después de un primer tratamiento sin éxito en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) supo del Donormo: el joven se puso en contacto con ese registro. Al ser una base de datos tan pequeña, las posibilidades de compatibilidad son bajas. Ninguno de los mexicanos registrados era compatible con Carlos, por ello el Donormo emprendió la búsqueda a nivel internacional, entre los más de 28 millones de donadores.
Sí hubo buenas noticias. Una persona de Alemania, a más de 9 mil kilómetros de distancia, era compatible con Carlos. La mala noticia: traer, desde ese país europeo, el trasplante que se le iba aplicar al joven mexicano tenía un costo de 47 mil dólares: más de 800 mil pesos.
Pero no se rindió. Con ayuda de sus amigos y familiares, Carlos logró recolectar el dinero mediante boteos y rifas en cuatro meses. No obstante, reconoce que es una cantidad que no todas las personas pueden reunir.
“Se incrementaron los costos por ser donador internacional. Si hubiera encontrado uno mexicano, habría salido muchísimo más barato. Creo que lo más importante es fomentar la donación para que más mexicanos tengan este tipo de oportunidades de vida”, dice Carlos Ortiz en charla con EL UNIVERSAL.
Proceso que salva vidas
—¿Cómo es un trasplante de médula ósea?
—La médula ósea —que no debe confundirse con la médula espinal— es un tejido presente en la mayor parte de los huesos del cuerpo. Su importancia radica en que es el “hogar” de las llamadas células progenitoras hematopoyéticas o “madre”, las cuales posteriormente se van a diversificar en los tres tipos de células sanguíneas: glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas.
Alberto Olaya Vargas, médico hemato-oncólogo y jefe del programa de Trasplantes del Instituto Nacional de Pediatría (INP), explica que un trasplante de médula ósea es en realidad uno de células “madre”. Es decir, no es nada sólido, ni ningún hueso, sino sangre que lleva consigo dichas células progenitoras, y es un procedimiento que puede salvar a personas que sufren enfermedades como leucemia, linfomas, mieloma múltiple y anemia aplásica, entre otras.
“Lo que sustituimos son las células que forman la sangre”, detalla el especialista. “El procedimiento consiste en que, a través de quimioterapia u otros tratamientos eliminamos las células progenitoras del paciente y las sustituimos por las de un donador sano”.
Para que el trasplante sea exitoso se necesita que el paciente y donador tengan el mismo complejo mayor de histocompatibilidad.
Ese complejo, destaca Olaya Vargas, “es una tarjeta de identidad que le ayuda al sistema inmunológico a reconocer lo propio de lo ajeno”, y es el que va a permitir que el organismo del paciente vea como “propias” las células progenitoras que está recibiendo, de lo contrario las va a rechazar y el trasplante sería infructuoso.
El reto es entonces encontrar un donador compatible con el paciente. De acuerdo con el médico del INP, solamente una de cada cuatro personas (25%) va a tener un hermano o un familiar con el mismo complejo mayor de histocompatibilidad. Por esa razón, a lo largo del mundo han surgido registros de donadores altruistas de médula ósea.
A nivel mundial hay 75 registros en 52 naciones diferentes, que agrupan a 28 millones 337 mil 564 personas dispuestas a donar médula ósea. Estos registros están interconectados y si en un país no se encuentra a alguien compatible, se realiza una búsqueda a nivel internacional. En el caso de México, en 1998 se creó la fundación Comparte Vida, con la obligación de operar el Donormo. El registro mexicano tiene apenas 17 mil donadores, mientras que el National Marrow Donor Program de Estados Unidos se compone por 10 millones. Dicho de otra manera, los mexicanos representan apenas 0.0607% de los 28 millones de donadores en el mundo, los estadounidenses son 35.7%.
Donadores mexicanos
Laura González de Artaza, profesionista de la Ciudad de México, se unió al Donormo el 19 de septiembre de 2015, pero reconoce que había pospuesto registrarse como donadora de médula ósea porque le daba miedo:
“Pensaba que metían una aguja por la espina dorsal y me daba un poco de miedo, pero el año pasado busqué en internet y encontré que en realidad es muchísimo más simple. Para registrarte sólo vas a un centro gratuito: te sacan sangre, llenas unos papeles y ya está, con eso quedas registrado como donador. Ese mismo día tienes la posibilidad de salvar una vida”.
Señala que en muchos casos “la carencia de cultura de donación” se debe a que la gente no sab cuán fácil es registrarse, y que el proceso no implica dolor ni costo alguno.
Cuestionada sobre qué la llevó a unirse al Donormo, Laura expresa que es consciente que el cáncer es una de las enfermedades más graves actualmente y nadie está exento de ella: “Yo no lo hice tanto por alguien cercano ni porque conociera algún caso, sino que estoy consciente de que donar es una de las cosas más simples que uno puede hacer para ayudar”.
Juan Carlos Martínez y su esposa se registraron al Donormo el 4 de junio de 2015, unos meses después de perder a su hijo Emiliano, de dos año, quien falleció debido a una leucemia:
“Cuando mi hijo fallece, en lugar de estar peleados con la enfermedad, nos sensibilizamos y quisimos ayudar a niños y jóvenes que pueden perder la vida, y si tienes la posibilidad de compatibilidad con otra persona, estás regalando vida y esperanza para que una familia no sufra la pérdida de un hijo, de un ser querido.
“Entonces nosotros lejos de enojarnos, queremos ayudar”, expresa Juan, quien actualmente vive en Aguascalientes. Dice con desesperanza que no ha tenido éxito al invitar a otros conocidos a registrarse: “Los mexicanos hasta que no tenemos un familiar, un ser querido cercano que necesita de apoyo, no lo hacemos, no nos movemos; es una apatía terrible”.
A pesar de las dificultades para que la gente se convenza de registrarse y donar, cuando alguien lo llega a hacer, y es compatible con algún paciente, le salva la vida. Y el agradecimiento persiste por siempre, como lo demuestra Carlos Adrián Ortiz, quien describe a su donador como su “ángel”.