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María de los Ángeles Ortiz es deportista desde niña. Lo lleva en los genes. Su padre jugaba beisbol y desde que estaba en la primaria descubrió su pasión por el deporte. Su maestro de educación física vio que tenía talento y la introdujo en el atletismo. “Siempre fui deportista. Mis primeros juguetes fueron una bicicleta, unos patines y un balón. Los prefería a las muñecas o al juego de té. Me fascinaba correr. Jugué basquetbol, voleibol, futbol. En el atletismo resulté muy buena”.
La ganadora de la medalla de oro en lanzamiento de bala en los Juegos Paralímpicos de Río 2016 recuerda cómo su vida dio un giro en 2004. El 28 de junio, a las 9:15 horas, un joven alcoholizado, de 18 años, perdió el control de su auto deportivo y la arrolló en una de las principales avenidas del puerto de Veracruz. “Me aplastó entre su vehículo y una barda. Me cercenó la pierna izquierda y me abandonó”.
Permaneció tres meses hospitalizada y libró una lucha de dos años en los tribunales buscando que se hiciera justicia. Al final le dieron 37 mil pesos por su pierna. “No quería dinero, sino justicia, que el responsable pisara la cárcel para que tomara conciencia”.
Estudiante de Comercio Internacional y con una hija de 12 años, María de los Ángeles tuvo que afrontar su nueva condición física. Afirma que como no le gusta dejar nada a medias, la carrera universitaria que empezó con sus dos piernas, la terminó en muletas.
Tuvo que enfrentar otra batalla: el cáncer. El mismo año del accidente fue diagnosticada. Ha pasado por varias cirugías y con tratamiento alternativo le ha hecho frente desde entonces.
Tras estas adversidades el deporte apareció nuevamente en su vida. “Regresé al campo no como un refugio para mi discapacidad, sino por la pasión que siento por la bala”.
Inició su carrera deportiva profesional en 2007 y lleva 14 récords mundiales, tres campeonatos del mundo, ha participado y obtenido medallas en tres juegos paralímpicos y tres parapanamericanos. Y no se conforma. “Amo lo que hago y cuando tú amas lo que haces no te cuesta tanto trabajo”.
Su camino no ha sido fácil. “Extraño mi pierna, correr, caminar, bailar salsa. No sé si me gustaría cambiar algo de mi vida. Creo que estoy en el momento en el que debo estar”.