Más Información
Sheinbaum responde a Trump sobre declarar a cárteles como organizaciones terroristas; rechaza injerencia extranjera
PAN exige renuncia de Rubén Rocha Moya; Claudia Sheinbaum sigue protegiéndolo en “complicidad vergonzante”
No cesaremos ni nos rendiremos en nuestro llamado a la paz y justicia: Iglesia; pide ser persistentes en exigencia
Con reformas laborales, expertos ven estrategia de Morena; van a fortalecer su número de simpatizantes
justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Con las movilizaciones que se realizaron ayer convocadas por el Frente Nacional por la Familia, los grupos conservadores pretenden recuperar su presencia político religiosa perdida, en un marco en el que no se ha dado un debate serio respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo, sino una serie de descalificaciones, afirmó el analista en temas religiosos, Bernardo Barranco.
En entrevista con EL UNIVERSAL, comentó que estos grupos de la derecha católica mexicana han aprovechado la molestia de la Iglesia por la presentación de la iniciativa presidencial de matrimonio igualitario, así como la vulnerabilidad en la que se encuentra el gobierno federal por el conflicto magisterial y la crisis diplomática, entre otras problemáticas.
Comentó que estos grupos lograron imponerse al gobierno federal, porque la iniciativa de matrimonio igualitario fue congelada en el Congreso, por lo que no será discutida.
Insistió en que no se dio un debate serio sobre el tema, sino que se basó en descalificaciones, lo que genera un clima de tensión y podría provocar un enfrentamiento entre las posturas a favor y en contra.
“Deploro que no haya habido un debate serio, incluso los organizadores de las marchas y los dirigentes del Frente Nacional por la Familia no han sido leales y han falseado información, exagerado en cuestiones, han exaltado capítulos de libros de texto que no existen”.
Acusó que en el semanario de la Arquidiócesis Primada de México, Desde la fe, Norberto Rivera Carrera y dichas organizaciones usan un discurso descalificador y de odio.
¿Este movimiento creado en defensa de las familias representa un freno para la iniciativa presidencial o para las resoluciones de la Corte en esta materia?
—No creo, de hecho el gobierno vulnerable cayó frente al tema a pesar que el presidente [en su informe con los jóvenes] dijo que él esperaba que pasara, pero de hecho el PRI, que es el que tiene mayoría en Cámara de Diputados, la metió a la congeladora. De tal suerte que sin las marchas la iniciativa ha quedado trunca, relegada... por eso es que muchos nos preocupamos al ver que no sólo es en torno a la iniciativa.
La reforma ha quedado en la congeladora por el momento y esto ha seguido. La pregunta es ¿qué buscan? ¿Hacia dónde? Si ya el sentido de las marchas no está sobre el terreno, entonces la única explicación es política, buscan reafirmar la esencia político religiosa perdida.
Al mandar la iniciativa a la congeladora, ¿la Iglesia y estas organizaciones lograron “doblar” al gobierno federal en este tema?
—Claro, el drama que se presenta actualmente es que esa iniciativa, el PRI en voz de su de dirigente de la bancada, César Camacho, dijo que no era prioritaria y no iba a ser presentada en este momento, entonces ahí hay una lectura clara: el PRI mandó una señal, sacó la banderita blanca.
El tema es que estos grupos siguieron con su exigencia, las preguntas son: ¿Qué es lo que están buscando? ¿Qué quieren plantear? ¿Dar una demostración de fuerza, para qué?
¿Estas movilizaciones contribuirán a desarrollar un debate serio sobre el tema de los matrimonios igualitarios?
—El nivel de debate ha sido muy pobre, era como para ubicar la evolución de la familia, el por qué sustentar la dimensión heterosexual de la familia, pero no, lo que está ahí son descalificaciones, son bravuconadas, por lo tanto no ha habido un debate serio, lo que ha habido es una colección de descalificaciones que crean un clima de tensión, de no diálogo y ahora son las marchas de los sectores conservadores.
El riesgo en un momento tan delicado por el que estamos pasando, en el que la línea de estabilidad social del país está muy frágil, la Iglesia y la derecha están jugando con fuego: un chispazo puede ser lamentable en la vida democrática del país. Puede generarse un enfrentamiento, un choque de trenes, violencia.
¿Qué podríamos esperar a largo plazo de este movimiento?
—Hay que esperar el nivel de las marchas, los números. Si son masivas y contundentes, significa que hay un sector conservador que requiere ser escuchado. Vivimos en una democracia incluyente, si las manifestaciones son contundentes, significa que el estado tiene la obligación de tomarlas en cuenta, así sean muy radicales. Son presencia viva de que la sociedad tiene todo el derecho de expresión y el Estado laico tiene la obligación de escucharlos.