En el corazón de la Sierra Madre Occidental, tierra de huicholes, coras y peyote, Óscar, Ismael y Saúl trepan a un árbol. Con una mano se aferran al tronco y la otra la levantan para alcanzar ciruelas. Es parte de su juego diario antes de que comiencen las lluvias que dejan incomunicados a más de 5 mil familias en el municipio El Nayar, uno de los 10 más pobres del país, donde, al igual que otras 61 comunidades, esperan la llegada de los camiones de Diconsa para surtir las tiendas y tener alimentos para esta temporada.

Para esa ardua tarea, desde antes, en el almacén rural Tepic Sierra de Diconsa, choferes, loteadores, auxiliares administrativos y todo el personal preparan camiones cargados con productos de la canasta básica y artículos de primera necesidad para abastecer 108 tiendas en 62 comunidades para que tengan lo suficiente hasta el mes de octubre.

Jesús Rafael Sandoval Díaz, subgerente de la unidad operativa  Nayarit  Diconsa, explica que como parte del Operativo Crédito de Lluvias, la unidad que encabeza surte cerca de 696 tiendas comunitarias y ocho unidades móviles, para lo cual se requieren cerca de 300 empleados. Se entrega un total de 24 millones de pesos en productos para que la población que queda incomunicada tenga abastecimiento.

En esta ocasión serán tres días de recorrido para el personal de Diconsa, que pasa por una zona de alto riesgo y caminos sinuosos por la temporada de lluvias. Una travesía por la sierra nayarita que años atrás era guarida de narcotraficantes. Hoy, comentan, hay presencia, pero no se meten con la población.

Están listos los 16 vehículos de carga con capacidad de ocho y 18 toneladas que llegarán a 10 comunidades de la sierra baja del Nayar.

Bernardo Pacheco sabe que el camino es difícil, pero tiene una larga trayectoria como chofer. Cada año debe sortear distintos problemas, como terminar el recorrido con las llantas deshechas por las piedras que parecen navajas.

Lo mismo dice William Montoya, quien en uno de tantos operativos de lluvias se quedó con el carro descompuesto en medio de la nada, toda la noche, hasta que llegó la ayuda.

Después de salir del almacén y luego de un corto recorrido, los trabajadores de Diconsa llegaron a la comunidad de Aguapan, en el municipio de Tepic, donde espera la plataforma o chalán 4 Vientos para cruzar cada camión por el río Santiago. Apenas iniciaba la aventura y uno de los camiones se desclochó, pero eso no impidió que el operador se las ingeniara para continuar el camino. Luego de tres horas todos los vehículos cruzaron el río.

Herminia de la Cruz, una mujer huichol de la comunidad Playa de Golondrina, apenas habla español pero sabe que cuando llegan los camiones es para abastecerlos.

“Antes no había esto, batallábamos mucho porque con las lluvias no podemos salir de nuestras comunidades”, comenta mientras ve pasar el convoy de Diconsa.

Llegaron al primer punto: Naranjito de Copal, en el municipio del Nayar, donde la mayoría de los 530 huicholes hacen todo su esfuerzo por hablar español. Regina de la Rosa y Teresa de la Cruz mencionan que si no llegara Diconsa para surtir las tiendas durante la temporada de lluvia que termina en octubre, se las verían mal, sobre todo por la falta de maíz.

Mientras, abastecieron un albergue de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, camino hacia la primaria Amado Nervo. Por la ventana se observan niños de entre 11 y 12 años muy entretenidos.

El profesor Pedro de la Rosa González, con 21 años de servicio, explica que sus alumnos aprenden a hacer artesanías como pulseras, bolsas, aretes y collares de chaquira, y su material terminado servirá para una exposición.

Los camiones avanzan. Hora y media después llegaron a la comunidad de Higuera Gorda. Se descarga la mercancía en la tienda comunitaria y de inmediato van a otra comunidad.

El siguiente lugar es San Pablo, donde se abastece al comedor comunitario de la Sedesol. Con el sol casi por ocultarse, faltaban tres comunidades programadas para ese día.

Mientras avanzaban, uno de los choferes comentó que algunos de sus compañeros han sido detenidos en los caminos de terracería por hombres armados para pedirles mercancía: “Los paran, no les hacen nada, sólo les piden algo de los productos, pero se los pagan”.

Entre casas de adobe y techos de lámina, en Las Higueras viven cerca de 500 personas. A las 18:30 horas y la poca luz que queda, la aprovechan los jóvenes para jugar un partido de voleibol. Mientras, hombres y mujeres de la comunidad ayudan a Diconsa a descargar.

A unos 100 metros estaba el señor Aristeo Parada, el más viejo del lugar. Tiene 90 años; casi no se le entiende al hablar, pero intenta contar cómo llegó a Las Higueras. Es el fundador de la comunidad. “Desde hace como 52 años el pueblo quedó solo después de que mataron a la familia del dueño del rancho; yo le cuidaba el ganado, era mi compadre y me pidió que cuidara el rancho, así lo comenzamos a poblar”, dice.

La noche cae, el cielo se ve estrellado, pero antes llovió un poco y el camino está lodoso. Llegamos a Huaynamota para pernoctar; el camión desclochado llega dos horas después.

El señor Rubén, encargado de la tienda comunitaria, les da alojamiento.

Día dos. Desde las 06:00 horas la comunidad Diconsa comienza actividades, descargan tres vehículos para dejar 600 mil pesos en productos. Es día de canje de la tarjeta SINHambre, un beneficio que da el gobierno federal a las comunidades más alejadas.

El pueblo de Huaynamota se pinta de trajes típicos de huicholes para surtirse. Mientras eso sucede, don Rubén dice que lleva 10 años como encargado de la tienda Diconsa.

“La tienda la cuidamos, y si es posible hasta la vida damos”, advierte luego de contar que 10 años estuvo en Estados Unidos de indocumentado para sacar adelante a su familia. Ahora, una de sus hijas, Reyna, es química y trabaja en Vallarta. Erika, de 27 años, estudia para médico.

Los camiones siguen el camino, ahora toca el turno a la comunidad Los Sabinos, donde viven 60 familias. Pero los vehículos sólo llegan a la cordillera del río Jesús María. Está seco y la arena blanda. Si no se usan vehículos 4x4 no podría llegar el producto. El reto es entregar todo.

Carrizal de las Vigas, El Risco, Las Palmas también son beneficiados. Se deja producto de la canasta básica tanto en tiendas como en escuelas y comedores comunitarios.

El recorrido en la sierra termina no sin antes visitar, en el tercer día, la comunidad de Jesús María, donde hay otro almacén rural. La meta se cumplió y Diconsa se prepara para otra travesía el próximo año.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses