justiciaysociedad@eluniversal.com.mx

Tras 49 días, ayer terminó el paro estudiantil en las vocacionales del Instituto Politécnico Nacional (IPN) con la entrega de las instalaciones del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos número 11, Wilfrido Massieu, que regresó a clases cuatro días después de que lo hicieran las últimas cuatro escuelas en suspensión de actividades.

Alrededor de las 06:30 horas, los 25 estudiantes que custodiaban la escuela hicieron entrega de sus instalaciones a la directora María Antonieta Ríos Márquez y representantes de la Dirección General, quienes recorrieron el plantel para verificar que las instalaciones se encontraran en buenas condiciones y que el mobiliario estuviese completo. Por la mañana, los profesores y trabajadores administrativos reportaron diversas incidencias.

El jueves, la Dirección General señaló en un comunicado que gracias al diálogo se logró “la entrega de todos los planteles y la reanudación de clases”.

Este diálogo, sin embargo, no se dio entre todos los estudiantes de la comunidad de la vocacional 11. Durante la Asamblea estudiantil del 1 de junio —donde se determinó que la entrega de las instalaciones se haría por la madrugada—, estudiantes que estaban en contra del paro reclamaron a sus compañeros que hubieran mantenido cerrada su escuela durante cinco semanas sin haber consultado la opinión de la comunidad.

“A mí me duele lo que sucedió en la escuela. El CECyT 11 se debilitó y cuando el IPN requiera un paro la población mexicana no nos va a creer; (las mesas de negociación) jamás tuvo exigencias, jamás tuvo nada que hablar ni que discutir. Al final se entrega un pliego petitorio unilateral hecho por ustedes, después de que atrancaron la escuela y no dejaron pasar a nadie”, reclamó el alumno Edrei Paredes, en uno de los videos de la asamblea publicado en redes sociales. “Los invito a que ese pensamiento cerrado, de no querer discutir, lo cambien”.

El saldo. La mañana del jueves las actividades regresaron a la normalidad y en apariencia el plantel funcionaba como siempre. En unos salones había clases y los pasillos se llenaron del ruido de bromas y juegos estudiantiles, algunos jóvenes se saludaron después de no verse por semanas y otros acomodaban sus reglas de medición en las mochilas. El único saldo del paro fue una máquina de refrescos averiada, dos licuadoras que se extraviaron y algunos electrodomésticos descompuestos en la cafetería; los restos de los sellos de clausura en las puertas de los salones y pedazos de cinta adhesiva en las rejas que dan a la calle, donde sólo 24 horas antes estaban pegados los carteles invitando a la población estudiantil a unirse a la causa de unos cuantos.

En la dirección, entre los administrativos había nerviosismo: el temor de que cualquier comentario o información proporcionada —por ejemplo, sobre el estado de las instalaciones— pudiera ser malinterpretado por el grupo que mantuvo tomada la escuela durante cinco semanas, como una violación al acuerdo de no represión firmado con la Dirección General y que ello desembocara en un nuevo paro.

Un error de comunicación. Para el investigador Carlos Ornelas, doctor en educación por la Universidad de Stanford y profesor de Educación y Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, el movimiento de las vocacionales fue producto de un error administrativo y de comunicación de la Secretaría de Educación Pública y la Dirección General del Instituto, que se tomó como pretexto para decretar la huelga.

“El problema fue creado artificialmente, se hizo crecer. Luego viene la falta de comunicación, los errores de la burocracia en el Politécnico y el gobierno que permitieron que esto creciera. Cuando el secretario quiso intervenir, estaba deshecho el asunto: estaban cerradas las vocacionales, había muchos intereses en juego, se acercaban las elecciones… pescadores tratando de sacar ganancia de un río revuelto. Esto se resolvió, pero los grandes problemas del Politécnico no se van a resolver y esto también tiene en brete a la cuestión académica”.

Para Donovan Garrido, vocero de la Asamblea General Politécnica desde el movimiento de 2014, la lucha no se destruye ni se crea una nueva: sólo se transforma y se encamina hacia la organización del Congreso Nacional Politécnico, el evento que definirá la refundación del instituto y discutirá el polémico tema de la autonomía. Antes de llegar a este punto será necesario que quede establecida la Comisión Organizadora del Congreso, que tendrá que empezar a trabajar a finales de año; el proceso para elegir a sus integrantes también se retrasó con el paro.

Lo que sigue es esperar la respuesta de la SEP sobre el diálogo con Aurelio Nuño y la posibilidad de organizarlo en los próximos 15 días hábiles.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses