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natalia.gomez@eluniversal.com.mx
“Ningún sistema de salud va a poder soportar las consecuencias de la obesidad”. Esta alerta la tienen muy clara en el Hospital Regional Adolfo López Mateos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), donde se desarrolla el proyecto Infancia Saludable, a través del que se pretende hacer el mapa de salud-enfermedad para establecer intervenciones que disminuyan el porcentaje de obesidad infantil.
La iniciativa permite establecer indicadores en torno a los 600 niños que hasta ahora se benefician del programa: 32% presentan obesidad y sobrepeso de acuerdo con la medición de su índice de masa corporal.
Pero lo que los especialistas consideran un “drama” es que del total de los participantes, 62% tienen mucho más grasa de la que deberían tener, aunque su índice de masa corporal (peso y estatura) sea normal, por lo que también son considerados con obesidad y sobrepeso.
“Hay un incremento mucho más grave en esta distribución, donde el niño tiene mucho más grasa de la que debería tener”, explica Martha Eunice Rodríguez Arellano, jefa de investigación y de los laboratorios del Hospital Regional Adolfo López Mateos.
El seguimiento a los 600 niños que participan en este proyecto permitió establecer también que 9% tienen anemia; 3.5% alteración en los triglicéridos; 14% alteraciones en los niveles de colesterol, y 4% en el colesterol bueno. Los especialistas obtienen toda la información a partir de una muestra de sangre que toman a cada uno de los participantes.
El proyecto Infancia Saludable es mucho más ambicioso. Pretende tener un seguimiento de 2 mil recién nacidos, que no tengan ninguna patología asociada y que se atiendan en ese hospital durante 17 años.
El seguimiento debe ser tan completo que se proyecta desde que la mamá se sabe embarazada. Siguen sus hábitos alimenticios y el ambiente en el que se desarrolla la gestación, pero cuando llega la resolución del embarazo, vía parto o cesárea dentro del mismo Hospital Adolfo López Mateos, se quedan con un pedacito de placenta o de adipocito de la mamá, así como con el cordón umbilical del niño para tener la muestra del ADN del niño.
“Todo ello lo hacemos para establecer las causas que pueden favorecer y condicionar la obesidad. Con esta muestra podemos tener resultados útiles para toda la población mexicana”, detalla Rodríguez Arellano.
La especialista explica que al no poder esperar 17 años para tener los primeros resultados se impulsó el estudio de casos y controles anidados a esta cohorte, de lo que resultó el reclutamiento de los 600 niños y adolescentes, divididos en grupos etarios de preescolares, escolares y adolescentes.
Cada grupo tiene una particularidad y una ventana de tiempo en la que se puede explorar para determinar o no la aparición de la obesidad. El estudio ofrece al niño un chequeo completo, con especialistas para pacientes pediátricos, del estado de salud y de nutrición de ese momento y una revisión cada seis meses.
Los análisis iniciales son la toma de muestras de sangre, un estudio de antropometría con aparatos de bioimpedancia eléctrica pediátrica, una evaluación nutricional, una evaluación del estado ambiental y un estudio sociodemográfico extenso.
El equipo de bioimpedancia eléctrica permite por medio de señales eléctricas determinar el índice de masa muscular con su composición en agua, grasa, músculo y huesos, no sólo de manera global, sino también por segmento, y con ello identificar las áreas corporales que es necesario atender.
“Identifica la grasa en cada parte específica del cuerpo y te hace un cálculo personalizado de qué ejercicio deberías de realizar”, explica Beatriz Irene Sánchez Trampe, encargada del Laboratorio de Investigación Clínica.
A estos 600 niños también se les han tomado muestras de ADN y se han establecido dos normatividades de análisis de cómo la herencia pudiera favorecer o desfavorecer el fenotipo de obesidad con una estrategia que se llama genes candidatos.
Se estudia también el genoma completo, a través del equipo Gene Titán, único en México, que mediante un chip específico para el genoma de población latina es capaz de procesar en dos horas el ADN de 96 individuos y reportar hasta 900 mil variantes de asociación genética.
El programa Infancia Saludable pretende reclutar hasta mil 500 menores de edad para darles ese seguimiento personalizado. El costo anual calculado para la atención y proceso de los mil 500 niños es de aproximadamente 2 millones y medio de pesos. Otra cantidad igual se destina para los 2 mil recién nacidos a quienes se les dará seguimiento durante 17 años.
“Ningún sistema de salud va a poder soportar las consecuencias de la obesidad, estamos tratando por ello de establecer parámetros, de romper paradigmas, esto es una primera fase que es el diagnóstico, pero estamos proyectando niveles de intervención. Va a redituar resultados muy contundentes a mediano y largo plazos para establecer normatividades en el tratamiento y especialmente la prevención de la obesidad”, dijo la jefa de investigación y de los laboratorios del Hospital Regional Adolfo López Mateos.