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En nuestra sociedad seguimos siendo “pecadores” ante la presencia de situaciones como la violación de los derechos humanos, el desprecio a la vida, el secuestro y las injusticias, afirmó arzobispo primado de México, Norberto Rivera.
Al pronunciar su homilía dominical en la Catedral Metropolitana, el prelado indicó que el remordimiento de conciencia debe ser el “piloto” que se enciende cuando hay fallas en el espíritu, pero apuntó que la sociedad está mal cuando “tenemos fundida esa luz roja”, perdiéndose el sentido de la culpa.
“Aunque hayamos quitado de nuestro diccionario la palabra pecado, la verdad es que nosotros y nuestra sociedad seguimos siendo pecadoras y tal vez más que antes, o ¿cómo llamarle a las injusticias, a los secuestros, a las violencias, a las infidelidades, a los robos, a la violación de los derechos humanos, al desprecio a la vida? ¿Qué acaso no son pecado?”, dijo.
Sin referirse a ninguna situación en particular, el cardenal Rivera Carrera afirmó que al perderse el sentido de la culpa y del pecado, en ocasiones hasta se emplean “mecanismos de defensa, presentando como progresismo o como amplitud de criterio aquello de lo cual tendríamos que avergonzarnos, el binomio clásico de la literatura en las legislaturas ha sido y seguirá siendo el delito y el castigo, afortunadamente el binomio típico del evangelio es el delito y el perdón”.
Rechazan conservadurismo. La Arquidiócesis de México aseguró que la Iglesia católica no se opone a las uniones entre personas del mismo sexo por “conservadurismo que la hace aferrarse neciamente a tradiciones arcaicas, ni porque odie a los homosexuales”, sino porque busca ayudar al ser humano a ser “verdaderamente libre, pleno, feliz”.
En un artículo publicado en el semanario Desde la Fe, expresó que la Iglesia ve con preocupación cómo desde hace años se ha puesto en marcha “un programa cuidadosamente diseñado” para cambiar la mentalidad de la población respecto a la homosexualidad.
Refirió que la Organización Mundial de la Salud (OMS) le quitó el estatus de enfermedad siquiátrica, mientras que los medios de comunicación han presentado mesas redondas con intelectuales y políticos que apoyan a la homosexualidad, generando que la gente apruebe y defienda una conducta “que antes instintivamente rechazaba, y no tolera, y curiosamente tilda de intolerante al que no piensa igual.
“Es por ello que la Iglesia sigue fiel a su llamado a ser la luz del mundo, debe hacer oír su voz, y dejar claro que, como a todos sus hijos, ella acoge y ama a los homosexuales, pero precisamente porque los ama y busca su verdadero bien, no puede aprobar el matrimonio gay”, afirmó.