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Decir que cualquier relación puede ser un matrimonio igualitario es minar en su misma base a la familia y propiciar un caos social, afirmó el obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi, quien hace un llamado a defender esa institución.

En un mensaje que emitió ayer titulado Sin familia, caos social, el prelado hace alusión a diferentes fenómenos que afectan a ese núcleo como tener hijos con diferentes parejas o cambiar de relación con facilidad.

“Tener hijos por aquí y por allá, iniciar y terminar convivencias maritales sin estabilidad, cambiar de pareja con relativa facilidad e irresponsabilidad. Además, de estar pocas horas en casa por los horarios del trabajo de papá y mamá.

Todo eso hace que los niños crezcan sin cariño, inseguros, descontrolados y aprendiendo que la única forma de sobrevivir es la violencia, sin consideración a los derechos de los demás. Sin familia, no hay un futuro esperanzador”, señala.

“Ahora quieren minar en su misma base a la familia. Dicen que cualquier relación puede ser un matrimonio igualitario, ¡a dónde vamos a parar! Eso no lo es. Eso tampoco es matrimonio. Eso propicia un caos social, que se nos viene encima. Hay quienes dicen que la derrota tan notable que sufrió el partido en el poder federal, en las elecciones del domingo pasado, son una reacción por la iniciativa presidencial”, apunta.

Felipe Arizmendi hace alusión a la exhortación La alegría del amor, del papa Francisco, en la cual expone: “Nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las ciudades. No se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad”.

El obispo de San Cristóbal de las Casas también se refiere a los jóvenes que no estudian ni trabajan y que al no tener oportunidades son enrolados por los narcotraficantes.

Muchos de estos, dice, se escaparon de casa, pues en ella no había un ambiente agradable y pacífico. “Salieron en busca de aventura, huyendo de su familia, que no lo era, sino sólo una casa donde dormían y comían.

“Algunos se acostumbraron a recibir todo, no aprendieron el valor del trabajo sencillo y honrado, y ahora quieren tener mucho dinero. No les importa matar, secuestrar, vender droga, con tal de tenerlo, rápido y fácil. La raíz de esta juventud está en la carencia de una verdadera familia”, señala.

Arizmendi exhorta a quienes aman a México y no dependen de consignas políticas externas a salvar a la familia. “No sólo defendiendo que debe estar formada por un hombre y una mujer, sino procurando que haya amor, diálogo, responsabilidad y educación en valores. La fe nos inspira”, argumenta.

El obispo se convierte en otra de la voces que forman parte de la ofensiva religiosa en la que participan una decena de iglesias —como la católica y la evangélica— en contra de la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto de reformar la ley para que en todo el país se permitan los matrimonios del mismo sexo y sea posible que estas parejas adopten un hijo.

Se documentó, como publicó EL UNIVERSAL, que como parte del rechazo a esta iniciativa que se presentó el 17 de mayo pasado, en parroquias del estado de Aguascalientes donde hubo elecciones el domingo pasado, laicos dieron mensajes a la feligresía de que no votaran por el PRI ante el contenido de la propuesta del mandatario mexicano.

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