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Con el mismo esfuerzo con el que su abuelo construyó la casa en la que Leticia vivió con sus padres y sus tres hermanos, ella busca dejarles un patrimonio a sus hijos en donde se sientan seguros, para que no “batallen” y en un futuro, cuando decidan tener una familia, tengan una casa propia con la cual iniciar su vida.
Lety se convirtió en la beneficiaria del crédito número 9 millones que el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) ha entregado desde 1972. Suma 15 años de trabajo como secretaria en una escuela y ahora ve el sueño de darles un patrimonio a sus hijos.
“Se cumplió uno de mis sueños, tener un patrimonio para mis hijos, que es lo máximo para una madre, estoy muy contenta. Para que en el futuro no le batallen tanto, el día de mañana que inicien una familia tengan donde vivir”, expresa entre sonrisas.
La alegría invade el rostro de Lety, como le gusta que le digan, al recordar su infancia, puesto que la describe como “muy bonita”, en la que todas las tardes salía a jugar con sus hermanos. Comenta que su papá trabajaba como conserje en la escuela secundaria Instituto Benito Juárez, en el que actualmente ella trabaja como secretaria.
Originaria de Tecomán, Colima, Lety recuerda que la casa donde vivía en la colonia Centro fue construida por su abuelo para que su familia tuviera un lugar donde crecer.
“La casa donde yo crecí la construyó mi abuelito y fue herencia para mi papá. Era muy sencilla, pero muy agradable, porque vivía con mis papás y mis hermanos”, cuenta.
Este año el Infonavit cumple 44 años y es en este momento la hipotecaria más grande de América Latina y la cuarta a nivel mundial, según un análisis hecho por First Manhattan Consulting Group.
Todos los días, Lety se levanta a las 6 de la mañana para preparar el desayuno a su esposo Efraín, que es director de una escuela, y a sus dos hijos Marcos y Daniel, de 17 y 14 años, respectivamente. Lety los deja en la escuela y después se dirige al colegio donde trabaja de 7 de la mañana a una de la tarde.
Admite que gana “muy poquito” en su puesto como secretaria, apenas 2 mil 400 a la quincena, y al mes da un total de 4 mil 800. Su inquietud por una vivienda inició desde que una de sus compañeras de trabajo le comentó que obtuvo su crédito en Infonavit; comenzó a revisar cuál era el monto que alcanzaba hasta que encontró una casa que se ajustara a su presupuesto y a sus gustos en el fraccionamiento Real del Bosque, en Tecomán.
El pasado 20 de abril, la Cámara de Diputados avaló el dictamen que modifica la Ley del Infonavit, el cual plantea que el cálculo del cobro de intereses para el crédito de vivienda no sea mayor al incremento del salario mínimo.
Lety describe que “es una casa pequeña, queremos adaptarla, son dos cuartos. Es un fraccionamiento muy bonito, muy seguro. Tiene áreas de esparcimiento, canchas, hay un proyecto, van a hacer una primaria, una secundaria y un preescolar”. Pero esta no es la primera casa de la familia López Maldonado: apenas hace unos meses su esposo Efraín terminó de pagar el crédito con el que se hicieron de su primera casa, en donde iniciaron su familia y vieron crecer a sus dos hijos.
“Tenemos casa propia, este sería nuestro segundo hogar. Con el crédito de mi esposo sacamos nuestra primera casa”, explica.
Efraín, esposo de Lety, es director de la Escuela Secundaria Técnica número 13 Juan de la Barrera en la comunidad de Quesería, en Colima, a una hora de donde vive en Tecomán, mientras que por la tarde ocupa el puesto de subdirector en la misma escuela donde trabaja Lety, y asegura: “Me fascina el contacto con los niños y la energía que se llega a asimilar de ellos”. Confía en que su esposo solicitará un lugar de trabajo más cercano a su domicilio.
Con un poco de rubor en las mejillas, comenta que tiene 18 años de casado con Lety y relata que la conoció cuando ella tenía 13 años y él 15, en una papelería donde trabajaba; iniciaron un noviazgo ininterrumpido y desde aquellos años de juventud han permanecido juntos, formando una familia y ahora un patrimonio.
“Ha sido un cariño muy bonito. Trabajaba vendiendo en el mostrador en una papelería, ella llegó como cliente. A pesar de que era yo muy chico, me gustó y comencé a cortejarla y desde entonces ella todavía no terminaba la secundaria cuando inició nuestro noviazgo. A partir de ahí estamos juntos y no nos hemos separado”, detalla.
Afirma que el tener una casa propia da una “tranquilidad excepcional, el saber que nadie te va a expulsar de ahí”, por lo que dice que vale la pena hacer el sacrificio de pagar por un patrimonio que el día de mañana pertenecerá a sus dos hijos.