El Papa Francisco pidió romper los círculos de la violencia y la delincuencia, pues “ya tenemos varias décadas perdidas, pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas”.

Ante unos 800 internos del Centro de Readaptación Social número 3 de esta ciudad, a quienes les pidió luchar desde ahí adentro a revertir las situaciones que generan más exclusión y a “trabajar para que esta sociedad que usa y tira no siga cobrándose víctimas”, afirmó:

“La misericordia nos recuerda que la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza afuera en las calles de la ciudad. La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en la escuela, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social.

“Un sistema social que procura generar una cultura que actúe y busque prevenir aquellas situaciones, aquellos caminos que terminan lastimando y deteriorando el tejido social, destacó el religioso argentino.

“A veces pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de rehabilitación que permitan atender los problemas sociales, sicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud. El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social”, subrayó en el encuentro en donde saludo previamente a familiares de los internos.

Luego de escuchar a la interna Evelia Quintana, consideró ante los internos, de los cuales más de cien son mujeres:

“La reinserción social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios sanitarios y acceso a los servicios básicos por nombrar solo algunas medidas.

Jorge Mario Bergoglio insistió en la importancia del año de la misericordia, en su discurso en el que más ocasiones hizo alusión a esta y sobre lo que reiteró a los presos: “Celebrar el jubileo de la misericordia es invitarlos a levantar la cabeza y a trabajar para ganar ese espacio de libertad anhelado (…).

“Celebrar el jubileo de la misericordia con ustedes, es aprender a no quedar presos del pasado, del ayer. Es aprender a abrir la puerta del futuro, al mañana; es creer que las cosas pueden ser diferentes. Celebrar el jubileo de la misericordia es invitarlos a levantar la cabeza y a trabajar para ganar ese espacio de libertad anhelado.

“Sabemos que no se puede volver atrás, sabemos que lo realizado, realizado está; por eso he querido celebrar con ustedes el jubileo de la misericordia, ya que eso no quiere decir que no haya posibilidad de escribir una nueva historia hacia adelante. Ustedes sufren el dolor de la caída, sienten el arrepentimiento de sus actos y sé que, en tantos casos, entre grandes limitaciones buscan rehacer la vida desde la soledad”.

Les pidió: “Hablen con los suyos, cuenten sus experiencias, ayuden a frenar el circulo de la violencia y la exclusión. Quien ha sufrido el dolor al máximo, y que podríamos decir “experimentó el infierno”, puede volverse un profeta en la sociedad. Trabajen para que esta sociedad que usa y tira no siga cobrándose víctimas”.


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