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Elisa María Utrilla Ruiz es una joven de 19 años, de Guadalajara, Jalisco, que ha sido bendecida en México por dos papas distintos.

Hace 17 años Juan Pablo II tocó su frente y ayer lo hizo Jorge Mario Bergoglio, en Morelia.

Para ella es un doble milagro y la muestra clara de que Dios la quiere. Su emoción fue enorme al estar a unos metros de distancia del Pontífice.

Elisa padece de espina bífida, una malformación congénita del tubo neural que se caracteriza porque uno o varios arcos vertebrales posteriores no han fusionado correctamente durante la gestación, pero eso no le ha impedido destacar en el deporte.

La joven sólo quería ver al religioso argentino, a pesar de que su viaje no estaba contemplado en sus planes, pues “me habían dicho que los boletos para venir a verlo [a Morelia] estaban agotados”.

La sorpresa llegó cuando una de sus tías le avisó, un día antes del evento, que viajarían a Morelia porque tenía un boleto disponible de acceso al estadio José María Morelos y Pavón.

“Es indescriptible y fantástico. Dios está conmigo y eso me pone superfeliz”, señaló minutos después de expresarle sus sentimientos al jefe del Estado vaticano, quien le regaló un rosario y la bendijo.

La discapacidad de Elisa no fue un obstáculo para librar la fuerte seguridad que rodeaba ese encuentro con jóvenes, encabezada por 3 mil 500 integrantes del Estado Mayor Presidencial y en el que participaron cerca de 5 mil elementos de la Marina Armada, del Ejército, Policía Federal, Gendarmería y fuerzas estatales.

La fuerza y madurez de la joven le han dado la satisfacción no solo de ser bendecida por dos diferentes papas, sino también de ganar 24 medallas de campeonatos nacionales de natación.

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