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politica@eluniversal.com.mx
E l reloj marca las 4:00 de la mañana en la Plaza de la Constitución. El frío cala; el termómetro registra 4 grados centígrados. Hasta un extremo de la plancha del Zócalo llegó un grupo de cerca de 40 indígenas provenientes de distintos estados del país con el objetivo de ver al Papa.
Los pies vienen cansados por el viaje, no hay botas ni calcetines que ayuden con el frío, solamente unos huaraches. A pesar de que el viento roza la piel hasta quemarla, su indumentaria es ligera y está hecha a base de manta.
Hermenegildo Cervantes, de Durango, tiene 17 años y es indígena tehuano, a su lado, está Reynaldo Aguilar, de la misma edad, y pertenece a la etnia Cora de la sierra de Nayarit, ambos estudian la prepa en Guadalajara y sueñan con terminar una carrera.
Tomaron junto con sus compañeros un autobús el viernes a las 4:00 de la tarde para llegar a las 3:00 de la mañana al primer cuadro de la capital. Una torta en la panza, una manzana y un jugo es lo que les ayudó a mantenerse despiertos en la madrugada.
A Hermenegildo y a Reynaldo los eligió el director de su escuela para conocer al Pontífice por sus buenas calificaciones y su buen comportamiento. El primero, sueña con ser agrónomo para ayudar a su pueblo con las tierras; el segundo, quiere ser maestro para llevar educación a la sierra de Nayarit.
Las enormes pantallas del Zócalo proyectan a toda la clase política al interior de Palacio Nacional, abrazando, saludando y recibiendo la bendición del Papa; mientras ellos llevan más de ocho horas esperando para ver al menos un instante al líder religioso.
Al cuestionarles si les parecía injusto que los políticos sí se pudieran acercar, y ellos no, uno de los jóvenes respondió: “A mí, en lo personal, me basta con sólo verlo, son muchísimas personas y el Papa no puede atender a todos, pero allá adentro como está pura gente importante, pues sí lo pudieron ver, saludar y todo eso. Será en otra ocasión”, comentó Reynaldo.
Los estudiantes se alistaban para regresar a la Perla Tapatía a las 14:00 horas de ayer. Estuvieron fuera de su lugar de origen 30 horas para ver pasar por unos segundos al Papa, y justo cuando pasó a su lado, el Pontífice se volteó a saludar a los fieles de enfrente.