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Maurilio Gutiérrez vive desde hace 54 años en Dallas, Texas, pero él nació en San Luis Potosí, México.
Llegó el viernes por la noche al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y por la mañana se encontraba buscando ingresar a la Basílica de Guadalupe, a la que vino para cumplir una manda.
"Hace un año tuve un accidente muy grave, y por eso prometí que si salía de esa, iría a pagar una manda a la Basílica, y aprovechando vería al Papa, pero no puedo ingresar si no tengo boleto", dijo.
"Llegue a noche, estoy contento de estar aquí, aunque no me esperaba que hubiera tanta seguridad y no poder entrar a la Basílica.
"Tengo cuatro hijos que residen en California, mi esposa y yo vivimos en Dallas. Mañana me regresó para ir por mi esposa (a Dallas), me voy a ir manejando diez horas al Paso, Texas, y de ahÍ a Ciudad Juárez para ver otra vez al Papa", comentó Maurilio.
Otro caso es el de Alicia Martínez Sánchez que viajó junto con su prima desde Oaxaca a la Ciudad de México con el único objetivo de ver al Papa Francisco.
Tampoco tenían boletos.
Imploraron en uno de los filtros para que las dejarán ingresar, pero la respuesta fue no. Después intentaron esconderse atrás de un grupo de monjas que ingresaron con sus boletos, casi lo logran, pero son tantos filtros de seguridad que al pasar al segundo las regresaron.
"No pensé que fuera haber tanto policía y que se tuviera que tener boletos para ingresar a la Basílica. Nosotros lo que queremos es ver al Papa, para eso viajamos seis horas", dice Alicia quien no encuentra otra opción que volver a regresar a Calzada Guadalupe.
afcl