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En el centro de salud la gente va llegando con frascos donde llevan las “chinches besuconas” que les han picado. Son insectos vivos o muertos. Las personas muestran la picadura a los médicos, quienes a simple vista pueden detectar si la hizo o no este tipo de bicho que puede provocar la muerte.
Si la persona que ha sido picada es mayor de 70 años, la atención que se le da es distinta. Les explican que no hay tratamiento para el sector de la tercera edad. El rostro de desconcierto en estos casos es total.
Para la Organización Civil Amepach, México Unido por el Mal de Chagas, se debe dar el medicamento a toda persona que tenga chagas, sin importar la edad, bajo estricta vigilancia médica. La única razón por la que debe suspenderse el medicamento (Nifurtimox, en México) es cuando ocasiona hemorragias o severos trastornos físicos, que generalmente se manifiestan en pacientes crónicos.
La forma de conseguir el medicamento es a través del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, Cenaprese.
Comentan que es importante que la chinche esté viva al momento de recolectarla para que pueda ser analizada y, si da positivo, toda la familia de la persona que recibió el piquete pueda realizarse una prueba de sangre, excepto si es de la tercera edad. Además, la casa y los alrededores, necesariamente, deberán ser fumigados.
Esta mañana, en una hora, han llegado seis personas que presentan la picadura. El municipio de San Pedro Pochutla se ha convertido en un laboratorio contra el mal del chagas para los 43 mil habitantes de esta región, como consecuencia del inicio y actividades de diagnóstico y tratamiento de la Secretaría de Salud de Oaxaca, en colaboración de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Se les toma la prueba rápida con una sola gota de sangre para dar un primer diagnóstico. El protocolo de atención arrancó en el año 2013 y terminó en 2015 con la intención de que se replique a otros municipios, sin la presencia en la región de MSF que se trasladará a otras comunidades del país para continuar con la atención.
Los síntomas más comunes de la enfermedad son fatiga, fiebre, vientre hinchado y miocardiopatías o inflamación del corazón.
En los niños aparece una inflamación en los párpados. En la etapa avanzada o crónica de este mal se presentan alteraciones en el colon, esófago y corazón, lo que puede llegar a ocasionar muerte súbita.
Larga espera
Diariamente un grupo de aproximadamente 20 personas de Médicos Sin Fronteras, personal del Centro de Salud Local y más de 100 voluntarios recorren la comunidad de Pochutla, Oaxaca, para difundir conocimientos sobre la enfermedad.
Van en camionetas con rótulos, reparten trípticos, dan pláticas e invitan a la comunidad al centro de salud para que accedan a la prueba rápida, que consiste en extraer una gota de sangre del dedo y analizarla. Ésta tarda entre 15 y 20 minutos en dar un resultado; y si éste fuera positivo a la enfermedad de chagas se realiza un segundo examen, para el cual se extraen 4 mililitros de sangre.
El resultado de esa segunda prueba tardará 15 días hábiles en llegar al centro de salud de la capital oaxaqueña, localizada a seis horas de distancia de esa localidad.
Para los enfermos, se traduce en una espera de semanas para conocer el resultado de las pruebas tras una extracción de sangre.
“El proyecto pretende desarrollar un modelo de atención integral dentro del sistema de salud que asegure el diagnóstico y tratamiento para las personas que viven con la enfermedad”, afirma Marc Bosch, coordinador general de MSF en México. “La idea es que pueda replicarse en otras zonas del país, donde el chagas también es endémico para que se beneficie el mayor número de pacientes posible”.
Son 65 profesionistas mexicanos, entre médicos, enfermeras, técnicos de laboratorio (bioquímicos), promotores de la salud y técnicos de control vectorial los que recibieron la formación de chagas, realizada por MSF en 2014, como parte de la estrategia de inicio para sacar del olvido este padecimiento en el país.
Desde el año 1999, MSF ha ofrecido diagnóstico y tratamiento gratuitos para la enfermedad en Honduras, Nicaragua, Guatemala, Colombia, Bolivia, Paraguay y, más recientemente, en Italia y México.
Hasta 2014, MSF ha realizado pruebas de chagas a más de 90 mil personas y ha tratado a más de 6 mil pacientes.
Se estima que en la región hay alrededor de 100 millones de personas en riesgo de enfermarse, 8 millones están infectadas (más de 95% de los contagios no han tenido acceso al diagnóstico, mucho menos al tratamiento específico) y anualmente se producen 56 mil nuevos casos por alguna de las formas de transmisión, ocasionando 12 mil muertes al año.
“La atención a los pacientes debe estar acompañada de un trabajo de vigilancia entomológica y control vectorial, que permita la erradicación de los insectos, conocidos como vinchucas o chinches picudas, que transmiten el parásito de la enfermedad de chagas”, agrega Eduardo Huerta, gestor médico del Proyecto Chagas de MSF.
La paradoja en este caso es que si una persona ya alcanzó 70 años de edad no será candidata al tratamiento, pues a decir del doctor Elmer Francisco Charris, coordinador del Proyecto Chagas en Pochutla de Médicos Sin Fronteras, podría potenciar la enfermedad y afectar el corazón.
En el caso del señor Anastasio Chávez, un hombre de 70 años, que a lo largo de su vida productiva laboró como fumigador en la Comisión Nacional de Erradicación de Paludismo y en diciembre de 2014 fue diagnosticado con la enfermedad de chagas; precisamente por el contacto que tuvo durante su trabajo con por lo menos 17 tipos de chinches, entre ellas un parásito llamado Trypanosoma Cruzi, que es transmitido principalmente por las heces del insecto llamado “chinche besucona” o chinche picuda. A él le han explicado que personas con enfermedad cardiaca (que es su caso) o enfermedad grave no pueden seguir este tratamiento.
Lo anterior resulta “absurdo” para Anastasio, pues denuncia: “Sé que el parásito habita en mi cuerpo, y mientras no reciba tratamiento continuará alimentándose y creciendo dentro de mí. Soy un hombre en plenitud, con mucho por vivir, con mucha energía y no me resigno a la idea de que no exista un tratamiento contra el chagas para personas mayores de 70 años; y que no quede otra posibilidad más que esperar que el parásito crezca en nosotros hasta matarnos. ¿Dejo que el parásito acabe conmigo?”, pregunta; no sin antes enfatizar: “Para este tratamiento necesita haber un decreto; los de la tercera edad necesitamos pedirle al gobierno que abra una partida especial para este programa que está acabando con vidas”.
Evolución lenta
La trasmisión se da sobre todo en zonas rurales con precarias condiciones económicas. Aqueja a la población más pobre de estados como Jalisco, Veracruz, Tabasco y Oaxaca.
EL UNIVERSAL realizó un recorrido con la brigada de fumigación en aquellas regiones donde había reportes de la existencia de la “chinche besucona” en casas con piso de tierra, paredes de adobe y expuestas a la intemperie.
Alejandra Barón vive con su marido y sus dos hijos de cinco y dos años en un barrio pobre. Durante su segundo embarazo le dijeron que tenía chagas. Llevó a su primogénito, Kevin, al centro de salud para hacerle la prueba y también dio positivo. Él fue el primero en comenzar con la medicación. Alejandra tuvo que esperar a dar a luz y terminar de amamantar a su bebé para que ambos pudieran comenzar a tratarse.
Al no haber diagnóstico, no se pide el tratamiento a los gobiernos, éstos a su vez no solicitan medicamentos a las empresas proveedoras. Al no haber demanda, no hay investigación sobre nuevos fármacos más eficaces. Es un círculo vicioso que perpetua el olvido y la falta de acceso al diagnóstico y al tratamiento de miles de pacientes.
Los expertos tienen argumentos para explicar este olvido: los síntomas no se hacen notar y el chagas es, según la definen, una “enfermedad de la pobreza”, afecta en gran medida a una población sin recursos, para la que poco han evolucionado los diagnósticos y tratamientos.