politica@eluniversal.com.mx

Toño, de siete años, y David, de 20, son hermanos. Ambos fueron adoptados por María Elena Romero, directora de Enfermos Anónimos Casa Árbol de la Vida, A.C.; ambos fueron abandonados por sus padres, y los dos tienen discapacidad intelectual severa.

David tenía siete años cuando llegó al albergue, alguien lo encontró en la basura y luego lo trajeron a esta casa que da refugio a personas de escasos recursos con discapacidad y VIH-Sida. Son anónimos porque no tienen familia y aquí nadie los reclama.

Hoy, David es un joven que ha crecido bajo el amparo de esta institución, permanece en silla de ruedas y durante muchos años vivió en casa de María Elena, hasta que ella ya no pudo cargarlo ni trasladarlo por su peso.

María Elena había determinado que no aceptaría a niños en la institución, que eso le correspondía al DIF, “pero cuando David llegó en los brazos de alguien que lo traía, no tuve corazón para no aceptarlo”. Le dijeron que en el DIF no lo recibirían. “Lo mismo ocurrió con Toño”, comenta esta mujer, madre biológica de Karina, de 22 años, y Lalo, de 16.

Dos cosas le gustan a David: sonreír a cada rato y usar sombreros. “Tiene ángel”, dice su madre. Quizás su destino hubiera sido completamente distinto si esta institución no lo hubiera recibido. En su momento, el DIF no se hizo cargo, explica María Elena.

Al respecto, Raquel Jelinek, directora de la Confederación Mexicana de Organizaciones en Favor de las Personas con Discapacidad (Confe), refiere que el DIF debe atender a la población que no tiene recursos económicos y que estos dos niños debieron ser recibidos. “Habría que revisar cuáles son las responsabilidades y las atribuciones del DIF; entiendo que se hace responsable de las personas que no tienen Seguro Social y debe brindarle servicio a esa población; aunque actualmente el DIF ya no tiene albergues, por todas las denuncias que han recibido respecto a éstos”, dice.

“Una de las quejas que dimos en Ginebra fue el porqué el gobierno da tantos recursos a otras organizaciones y no al DIF, pues en muchas de sus instituciones no tienen ni para sacar la nómina”, asegura Jelinek.

Historia de abandono. Toño fue un niño que llegó con dos años de edad, remitido por el Ministerio Público.

En principio, su madre biológica lo abandonó en la puerta de una casa, con un letrero que decía: “Dejarlo aquí es lo mejor que puedo hacer, conmigo moriría”.

Alguien decidió llevarlo al Ministerio Público, donde permaneció 15 días. No lograron ubicar a la responsable del abandono del menor. Intentaron institucionalizarlo, pero no hubo albergue que en su momento lo recibiera, pues a decir de María Elena “no había quién pagara las cuotas correspondientes, y su discapacidad es múltiple”.

Toño es ciego, tiene parálisis cerebral, epilepsia y microcefalia. “Cuando llegó, su cuerpo parecía una dona, un círculo”, dice su madre, “tenía la cabeza pegada a los pies”. Ella le da rehabilitación y él se ha ido enderezando poco a poco, aunque ya se sabe que no podrá caminar. Permanece en su carriola la mayor parte del tiempo.

En esta casa, que hoy alberga a aproximadamente 40 personas, vive gente que ya no está con sus familias de origen; la mayor de esta población tiene discapacidad intelectual y carecen de recursos para ser atendidos por alguna institución gubernamental, “pues no cuentan con dinero para las cuotas que ahí les piden”.

Gran parte de esas personas fueron abandonadas en la puerta de esta casa de reja negra que adentro alberga a quienes no tienen familia propia y están desahuciados por las enfermedades que presentan.

Aquí nadie los reclama, parecen invisibles e incluso cuando fallecen, si acaso se les avisa a sus familiares, éstos suelen decir: “ Si no lo quisimos en vida, mucho menos en la muerte”.

Hoy, Toño tiene siete años, duerme en casa de Elena y durante el día está con su madre en el albergue.

Necesita pañales de adulto, para niño y otros insumos, pero el dinero no es suficiente para adquirir lo que requiere para su correcta atención.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses