Más Información
Acusan al Colmex de antisemitismo por ruptura con Universidad Hebrea de Jerusalén; desata reacciones en redes
Magistraturas del TEPJF serán responsables de criterios para juzgar elección judicial: Mónica Soto; “pioneros en nueva jurisprudencia”, dice
Claudia Sheinbaum se reúne con De La Fuente, Ebrard y Garduño, tras envío de carta a Trump; acudieron a Palacio Nacional
Comisionada asegura que con extinción del Inai proteger datos personales será un desafío; trabajaremos apegados a DH
natalia.gomez@eluniversal.com.mx
Emoción, es lo que describe el rostro de los 11 destacados académicos nacionales y extranjeros, quienes ayer recibieron el máximo reconocimiento que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) puede otorgar: un doctorado honoris causa.
Fueron convocados en el Palacio de Minería para ser reconocidos por sus méritos excepcionales y sus contribuciones a las artes, las letras, las ciencias y aportaciones relevantes a la sociedad.
El rector de la UNAM José Narro Robles —quien presidió su última ceremonia de este tipo, previo a dejar su cargo el 16 de noviembre—, entregó las insignias y distinciones al ex rector y siquiatra Juan Ramón de la Fuente Ramírez, al antropólogo Roger Bartra, al físico Luis Fernando de la Peña Auerbach y la filósofa Olga Elizabeth Hansberg Torres.
Además, al médico David Kershenobich Stalnikowitz y a la activista de origen nigeriano Olayinka Aina Koso-Thomas.
Así como al poeta Eduardo Lizalde, al bioquímico Jaime Mora Celis, al antropólogo Rodolfo Stavenhagen, al especialista en México, nacido en Bélgica, Robert Armand Verdonk y al catedrático español Federico Mayor Zaragoza (quien no pudo acudir a la ceremonia por motivos de salud).
El rector Narro Robles distinguió a los homenajeados durante su discurso, al señalar que cada uno trabaja desde diversas perspectivas para alcanzar mayor equidad y mejores condiciones de vida para la humanidad.
Además, hizo un llamado a resolver los grandes problemas del país porque, dijo, no hay argumento que valga para postergar, todavía más, su resolución definitiva.
“Ahí están en la puerta de la his- toria, la pobreza y la desigualdad; la ignorancia y la muerte prevenible, la corrupción y la impunidad, la injusticia y la exclusión. Ahí están desafiantes, esperando nuestra determinación”, dijo.
Ante los integrantes de la Junta de Gobierno, del Consejo Universitario, del Patronato Universitario, de los ex rectores Guillermo Soberón y Octavio Rivero, del representante del STUNAM y del claustro académico que integran los directores de Facultades, Escuelas e Institutos, Narro Robles afirmó que el conocimiento no puede ser neutral sino que debe tener un compromiso con el bienestar de la sociedad.
Señaló que en virtud de que el conocimiento es la gran palanca del desarrollo, también constituye una de las mejores expresiones de lo que nuestra institución puede ofrecer a la sociedad. Sólo de esta forma haremos de ella una verdadera colectividad que fundamente el progreso y desarrollo individual y colectivo en el saber y los valores laicos.
Sostuvo que el grupo investido representa la pluralidad, “un valor que consideramos fundamental dentro de nuestras fortalezas. Para muchos de nosotros, esta condición forma parte de la esencia de la academia, porque con ella coexisten e interaccionan diversas teorías o métodos, y con ella no florecen verdades absolutas, definitivas o inamovibles”.
A nombre de los condecorados hablaron Robert Armand Verdonk, director de la Cátedra de Estudios Mexicanos de la Universidad de Amberes, Bélgica y Olga Elizabeth Hansberg.
La docente resaltó que la UNAM debe aspirar a los máximos grados de calidad académica, sin renunciar a su destino social, que es el de una universidad pública que no olvida las dramáticas diferencias del país.
“México tiene muchas necesidades y problemas, la corrupción, la violencia, la inseguridad, el crimen organizado, las terribles injusticias. Limitar el aliento a las instituciones de educación superior sería debilitar al país, lejos de ser un lujo es indispensable para solucionar los problemas nacionales”, dijo.
Consideró que la UNAM se enfrenta a una tarea complicada pues, sin renunciar a lo que ha sido, “debe llevar a cabo una profunda y permanente reflexión sobre sí misma que la lleve continuamente a reformas que garanticen la vida académica, la civilidad y por consiguiente la paz universitaria”.
Aseguró que el país ha cambiado y la universidad debe ajustarse a las condiciones nuevas.
Verdonk resaltó el reconocimiento, proveniente de la institución educativa que en el transcurso de su fructífero recorrido se convirtió en líder de México e Iberoamérica.
“La universidad no sólo se distingue por el alto nivel de su docencia e investigación, sino por su compromiso con la cultura, que no sólo es institucional, sino una obligación individual que cada profesor asume al ser nombrado en esta casa de estudios”, dijo.
Los condecorados dieron muestras de agradecimiento por la distinción, que es el máximo honor que puede conferir la universidad.
“Es un honor y cuando viene de mi alma mater, es el más importante de todos porque para mí la universidad más importante de todas es la UNAM, es en la que me formé, en la que dieron clase mis padres, en la que sigo dando clase yo, en la que estudiaron mis hijos y donde dan clase dos de ellos. Es una institución en la que he estado en la esencia misma de mi desarrollo, a la que le debo lo que soy y a la que he tenido el orgullo y privilegio de servir”, dijo el ex rector De la Fuente.