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Mediante un comunicado rematado con la famosa frase de San Agustín y divisa de la Universidad Iberoamericana (su alma máter): “La Verdad nos hará libres”, el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, se dirigió a la opinión pública para puntualizar que si rindió declaración ante la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal fue por iniciativa propia y para dejar patente su colaboración y disposición para aclarar el caso del multihomicidio sucedido en la colonia Narvarte en la ciudad de México.
A diez días de darse a conocer el crimen el manejo de situaciones aparenta ser tardío e ineficiente. Sin embargo, en los tiempos de la comunicación digital cada vez aplica menos la sentencia: “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla”. Lo anterior, porque básicamente no existe el silencio, y la línea entre opinión pública y opinión publicada desaparece con cada expresión espontánea o inducida.
¿Cuánto tardaron los usuarios de Twitter y Facebook en generar un juicio sobre el móvil, oportunidad y autor intelectual sobre el homicidio? Los datos nos arrojan que los primeros mensajes que vinculaban a Javier Duarte, que lo llamaban asesino, corrían de manera inmediata, es decir, a los pocos minutos de que se diera a conocer la triste noticia.
Más de 38 horas duró #RubenEspinosa como tendencia, 132 mil 848 mensajes individuales se encargaron de mantenerlo; 48 mil 124 incluían también el nombre de Duarte o una referencia a su cuenta. Difícilmente se puede identificar alguna positiva.
¿Qué elementos o indicios tenían la gran mayoría de los tuiteros, quienes desconocían quién era Rubén Espinosa, para llamar asesino al gobernador? En primerísimo lugar con la nota de @Proceso, replicada mediante el mensaje más relevante de toda la tendencia (757 veces y con 292 favoritos https://twitter.com/revistaproceso/status/ 628007504472096772) “Rubén Espinosa, un fotógrafo ‘incómodo’ para el gobierno de Duarte”, seguido por una publicación de @Aristegui Online (1,443 RT’s 662 Favs) “‘Considérate enemigo del pueblo’ le dijo el vocero del gobierno de Veracruz a Rubén Espinosa” http://owl.li/QqxXm (https://twitter.com/AristeguiOnline/status/62822 5234588536836) que incluía un vínculo al artículo de Lydia Cacho “No se mata la verdad”. @DeniseDresserG aparece como la tercera contribuidora en influencia, descalificando de inmediato la versión del “robo”.
Todo esto vino a recrudecerse al identificarse una segunda víctima también antagónica al Ejecutivo veracruzano. No hubo un solo influenciador que no diera parte del exilio de Rubén, de las amenazas recibidas. Un total de 51 mil 339 mensajes el 1 de agosto y 57 mil 163 el día 2 contribuyeron a fijar otra tendencia nacional #JusticiaParaRubén, pero nunca tan rápida y expedita como lo apetecen los medios digitales. A las 18:00 horas del día 2 de agosto, ya se había modificado el artículo “Javier Duarte” dentro de la Wikipedia, dando cuenta del incidente, y tres horas más tarde un usuario no identificado añadió la sentencia “asesino” junto a su trayectoria profesional.
Así administran justicia los juzgadores, influenciados, de manera inequívoca y sin escuchar las versiones de los acusados, que si bien aparentan llegar tarde realmente dejan poco margen de maniobra a quienes desean expresar su versión. Ahora la Procuraduría capitalina tiene dos tareas. La primera, enmarcada en sus atribuciones legales y para lo que, teóricamente cuenta con todos los elementos y la capacitación: encontrar a los verdaderos responsables, intelectuales y materiales de un asesinato que no puede ni debe quedar impune. La segunda, y a mi gusto la más difícil: convencer a quienes ya emitieron su veredicto, lo han socializado y al amparo del anonimato y estridencia de la manada no admiten más verdad, no importa si libera o esclaviza, que la escrita en 140 caracteres.