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En año y medio de su aplicación, el gravamen que pagan los consumidores por la comida chatarra y refrescos se ha convertido en el impuesto “estrella” del sistema tributario por los jugosos recursos que está aportando a las finanzas públicas, pero hasta ahora no se ha destinado ni un peso a programas antiobesidad o bebederos de agua en escuelas primarias, como fue el compromiso cuando se aprobó como parte de la reforma hacendaria.
El gobierno federal está obteniendo más de lo estimado por el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) de 8% que se aplica desde el año pasado a los alimentos con alto contenido calórico y de un peso por litro a las bebidas saborizadas.
De enero a junio la recaudación del IEPS por alimentos no básicos con alta densidad calórica ascendió a 8 mil 163.6 millones de pesos, es decir, 577.6 millones de pesos más de lo programado por el gobierno federal.
Si se compara con lo que se recaudó en igual periodo del año pasado, representó un incremento de 31.8%, según datos de la Secretaría de Hacienda.
Por bebidas saborizadas con azúcares añadidas, que además de los refrescos incluye los concentrados, polvos, jarabes, esencias o extractos de sabores que se puedan diluir, se captaron 9 mil 827.5 millones de pesos cuando se habían estimado 8 mil 929.8 millones de pesos para el primer semestre.
En relación con el cierre de junio de 2014 representó un aumento de 31.9%, variación de tasa mayor a la recaudación del impuesto sobre la renta y del IVA que registraron en ese periodo 24.8% y 0.9% respectivamente.
Durante 2014, el primer año de vida del nuevo impuesto, los resultados fueron extraordinarios; por refrescos se pensaba obtener 12 mil 455 millones de pesos y se generaron 18 mil 254 millones de pesos.
El año pasado el impuesto a la comida chatarra dejó a las arcas del gobierno federal 13 mil 284 millones de pesos, lo que significó un monto mayor en 7 mil 684 millones de pesos respecto a lo que se calendarizó.
Pedro Carrión, fiscalista de Pwc, afirma que el IEPS es el “impuesto estrella” por los resultados positivos que está reportando cada trimestre en el informe de las finanzas públicas.
Afirma que el gravamen está dando un muy buen nivel en la recaudación, pero no está limitando su consumo, ya que la gente sigue el mismo patrón.
“Sería mejor gravar todos los alimentos con un IVA generalizado y establecer mecanismos de compensación para la población de menores ingresos”, considera el especialista.
El director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, José Luis de la Cruz, explica que son productos con una demanda inelástica porque no se reduce su consumo pese al pago de un impuesto y eso explica los buenos resultados de la recaudación. Por eso cree que no prosperará la propuesta del sector privado de reducir en el país la tasa del gravamen.
“Difícilmente se reducirían ese tipo de impuestos, porque está teniendo una recaudación superior a la estimada; es un impuesto fácil de recaudar y que en estos momentos en que el sector público mexicano enfrenta problemas de ingresos por la caída de los precios del petróleo y la desaceleración empieza a pesar en la propia recaudación del IVA, creo que difícilmente en ese sentido se vaya a ceder en una disminución, es poco probable”, advierte.
Come frutas y verduras. “Los impuestos no están haciendo nada, no desestimulan el consumo porque no hay otra alternativa de oferta que permita canalizar a la población hacia otra más correcta”, afirma por su parte, Felipe Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Establece que los comerciales que invitan a la gente a comer frutas y verduras o de los beneficios de la leche, se hicieron para una sociedad que ahora ya no existe porque casi nadie prepara alimentos en casa.
“Los receptores de esos mensajes no son los mismos y no hay otras alternativas para compensar el deterioro nutricional o una regulación; prueba de ello es que pese a que inciden en problemas de obesidad e hipertensión, crece su consumo”, afirma.
Las empresas como Coca Cola tienen una capacidad de distribución muy fuerte que le permite adquirir esos productos a la vuelta de la esquina para llenar un vacío nutritivo, y no habrá recurso que alcance para enfrentar los costos de las enfermedades que provocan su consumo.
El senador Mario Delgado, uno de los que impulsó la propuesta de destinar los recursos obtenidos por el IEPS a comida chatarra y refrescos a programas antiobesidad y bebederos, acusa que el gobierno incumplió.
Expresa que con el proyecto de presupuesto base cero se complicará porque tanto en la Secretaría de Educación Pública como en Salud, se van a compactar más los programas.
“Mientras que el gobierno no tenga la honestidad de destinar estos recursos a programas de salud y lo destine a su bolsa general del gasto, está validando la postura del sector privado en su argumentación de que el impuesto no ha tenido ningún impacto en salud o en el consumo”, establece.
Anticipa que en los siguientes meses se verá la presión de la iniciativa privada diciendo que “esto no funcionó porque se cobra el impuesto y no hay ningún programa de salud antiobesidad” que tenga impacto.