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Cecilia Soriano Alvarado tiene cáncer en etapa avanzada. Ningún analgésico le hacía efecto hasta que le recetaron la morfina. A diferencia de su cuñado César, ella no tuvo problemas para conseguir el medicamento, porque en la Clínica del Dolor del Hospital General de México se lo dan gratuitamente.
“Es un problema conseguir la morfina, yo lo veo con mi cuñado que también tiene cáncer; debe buscarla, e ir de una farmacia a otra para adquirirla”, asegura la mujer, madre de tres adolescentes.
Cecilia y su cuñado forman parte de las 70 mil personas que padecen cáncer en México, y que se enfrentan a una situación de sufrimiento extremo.
Sólo que ella es de las pocas derechohabientes que pueden aliviar su dolor, a diferencia de la mayoría de los pacientes que en etapas terminales no tuvieron acceso al narcótico, pese a ser un medicamento controlado y que es permitido para aminorar la intensidad del malestar que les aqueja.
Desde hace unas semanas las autoridades del sector salud iniciaron un plan para que quienes padecen enfermedades terminales, con altos niveles de dolor, puedan acceder con mayor facilidad a fármacos elaborados con el anestésico, a un bajo costo, incluso menor a los 100 pesos.
La medida se adoptó tras un diagnóstico que permitió concluir que los mexicanos fallecen con más dolor que los americanos o europeos, quienes padecen enfermedades terminales y requieren de cuidados paliativos.
Poca disponibilidad en las farmacias
Reportes de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) muestran que en las farmacias de todo el país sólo se tenían disponibles alrededor de cuatro mil cajas de morfina, con 10 cápsulas cada una, para atender este tipo de males, y a pesar de ser tan escasas, incluso así no se vendían por lo difícil que resultaba conseguirlas.
Esto explica que mientras en Latinoamérica el consumo per cápita del medicamento, para atender a pacientes con estos problemas es de alrededor de 1.5 miligramos, en México el promedio per cápita anda por debajo de sólo medio miligramo.
Para Antonio Pascual Feria, presidente de la Asociación Nacional de Farmacias de México (Anafarmex), no es posible que en otros países como Cuba, Jamaica, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Chile, Colombia y Argentina se tenga mejor suministro de la morfina (analgésico derivado del opio).
Desde el organismo, el problema es que se creó un “cuello de botella” donde todos se ocuparon del control del narcótico, pero se olvidaron de la prescripción y del suministro.
“Es inhumano que los pacientes no tengan acceso a la morfina”, considera Pascual Feria.
Reconoce que en las comunidades de menos de 500 mil habitantes, las farmacias no cuentan con el remedio, “por lo que esos pacientes tenían que irse a otra ciudad para conseguirlo”.
Recetas electrónicas
En uno de los salones de la Clínica del Dolor, Cecilia Soriano cuenta que sus dolores eran incontrolables. Reposa en uno de los sillones mientras le administran una dosis del anestésico. “Me recetaban medicamentos, pero no aminoraban mi sufrimiento hasta que me dieron morfina. Aunque es fuerte, me ayuda a tener una mejor condición de vida y me quita los dolores”.
Desde que acude al Hospital General de México, dice que “rinde más” en el día. Antes, había dejado de lado actividades en su casa y hasta personales, como bañarse o peinarse. Llega el momento en que el sufrimiento puede ser tan intenso que genera depresión. “La morfina, para los pacientes como yo con enfermedades terminales, nos da una estabilidad física y emocional. Pero, lo más importante es que te aminora el dolor”, declara.
Con las medidas anunciadas en la Secretaría de Salud, los pacientes tendrán acceso a las dosis una vez que los médico registren o autoricen las recetas, vía electrónica.
Los datos serán verificados por la autoridad sanitaria, que enviará al doctor su aprobación para la emisión de los formularios.
Cualquier médico general, cubriendo los requisitos establecidos, tendrá acceso a un bloque de 200 recetas para poder prescribir el narcótico a sus pacientes. Antes, únicamente tenía acceso a 50.
Los recetarios cuentan con un código bidimensional que ayudará a las farmacias a validar las prescripciones. La información del especialista nunca será visible. Las tiendas verificarán que la prescripción no haya sido surtida previamente y la Cofepris inspeccionará a las farmacias las veces que sean necesarias.
En cuanto a los libros de control electrónicos, los fabricantes, distribuidores y locales entrarán al portal de trámites electrónicos del organismo, y deberán llevar un registro actualizado de entradas y salidas de los fármacos para que la autoridad sanitaria verifique, en cualquier momento, los inventarios.
Para las autoridades, la medida significa también un ahorro de tiempo a la mitad de lo que se consumía entre los distribuidores y dispensadores de medicamentos opiáceos, en beneficio de los pacientes que necesitan dosis contra el dolor.
Mikel Arriola, responsable de la Cofepris, estima que la plataforma digital reduce en 90% el tiempo para que el paciente cuente con la morfina, al pasar de 30 días a sólo tres para contar con ese paliativo.
En ese proceso se garantiza la confidencialidad de datos del médico, se facilita el acceso a los fármacos controlados y se reducen costos de operación. El recetario electrónico se puede tramitar en línea accediendo a un sistema informático dentro del portal de la Cofepris: www.cofepris.gob.mx.
Miguel Jiménez Olvera, jefe del servicio de la Clínica del Dolor y Cuidados Paliativos del Hospital General de México, dice que los actuales cambios a la prescripción y suministro de morfina van encaminados a que se tenga una mayor disponibilidad del medicamento. “Si bien el abasto estaba garantizado, el que no hubiera un conocimiento preciso en la forma de cómo se prescribe la morfina y los lineamientos que se requieren para poder hacerlo lo hacia inaccesible en algunas unidades”. El también profesor de la materia de Pregrado de Algología y Cuidados Paliativos de la Facultad de Medicina de la UNAM, reconoce que los enfermos batallaban para conseguir su fármaco, “pues se les daba la receta y las tiendas no tenían la morfina”.
El experto considera que la nueva estrategia busca que se tenga la disponibilidad del anestésico cuando el paciente lo requiera de manera rápida.
“Que se puede ubicar bien, se pueda prescribir en las dosis necesarias y que el enfermo siempre tenga el acceso al medicamento cuando lo necesite”, indica. Para el especialista es indudable que los tres niveles de atención médica deben participar en la atención de los pacientes con enfermedades terminales.
“Me parece que el doctor está facultado para prescribir este tipo de narcóticos controlados, y tal vez lo que se deba revisar es la farmacología de estas medicinas, para que la prescripción se haga de manera segura”, expone.
Hay que eliminar mitos
En medio de los cambios hay muchos prejuicios en torno a la morfina, y si bien su uso es para pacientes en fase terminal, también se indica para los que no están tan graves.
“Muchos pacientes piensan que cuando se les prescribe morfina es porque les queda muy poco tiempo de vida. Eso es un estigma y no es así. Yo puedo indicar un medicamento opiáceo cuando el dolor es de moderado a intenso”, dice el médico.
La morfina es un analgésico derivado del opio que es muy poderoso para aliviar el sufrimiento severo, y se utiliza no sólo para quienes padecen cáncer, sino también para los que tienen problemas neurológicos o neuropáticos, y lesiones sobre el sistema nervioso.
En la clínica se atienden alrededor de mil 500 a mil 800 personas, 50% y 60% de las cuales requieren del manejo de opiáceos, entre ellos, la morfina.
El fármaco tiene diferentes vías de administración, por ejemplo, en tabletas de diferentes gramajes y en ampolletas. Pero en general, su precio es barato. El manejo de cada paciente es individualizado. Cada enfermo tiene que ser evaluado y ver específicamente el cuadro que presenta y el tratamiento analgésico a seguir.
Cecilia cuenta que cuando le inyectan el medicamento, “me relaja mucho, me quita el dolor... y su efecto me puede durar hasta 15 días o un mes”.
Cecilia, ama de casa, dice que “desafortunadamente las enfermedades no avisan, no hay hora, ni edad. Hace un año y medio que lucho contra el cáncer, y aunque el pronóstico que me dan los médicos no es muy favorable, soy católica, tengo fe y mi salud se la dejo en manos de Dios”. Sonríe y pide a su médico que se siente a su lado para tomarse una foto juntos.