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Jacobo Zabludovsky siempre escribió con sus dos dedos índices. Tantas teclas aporrearon que quedaron doblados, pero nunca se cansaron. En los primeros meses de 2007 Jacobo aceptó la invitación de su entrañable amigo Juan Francisco Ealy Ortiz para escribir su columna semanal en EL UNIVERSAL, y sólo su muerte pudo impedir que dejara de entregarla.
Incontables muestras de generosidad y sencillez entregó a El Gran Diario de México durante su vida profesional, pero en los últimos ocho años brilló como columnista y reportero para cerrar una carrera que hoy en día ningún otro periodista en el país podría presumir.
Jacobo solía platicar en amenas charlas que él acostumbraba confeccionar sus textos en su máquina de escribir mecánica y que fue hace poco más de ocho años que aprendió a utilizar una computadora.
Aseguraba que se decidió a dar el paso hacia el mundo de la computación precisamente para escribir sus colaboraciones semanales para EL UNIVERSAL.
Emocionado, Jacobo platicaba cómo después de un periodo, nada sencillo, de aprendizaje quedó fascinado con su nuevo instrumento de trabajo.
No había idea que no entusiasmara al reportero de 87 años. Por un largo tiempo EL UNIVERSAL buscó, sin éxito, entrevistar a Andrés Manuel López Obrador. En sólo dos horas Zabludovsky consiguió la entrevista. “Listo, López Obrador aceptó. Ustedes digan a quién envían”, dijo Jacobo.
Por supuesto que nadie hubiera podido hacer una mejor entrevista que la que él le hizo al político tabasqueño. El ejercicio consistió en unas cuantas pequeñas preguntas y el resto, en dejar hablar a su entrevistado. Al final un gran cierre. “Le agradezco mucho este monólogo, señor López Obrador”. Para entonces el periodista había obtenido información suficiente para que lo dicho por López Obrador fuera el material de la semana para la comentocracia nacional.
“Aprovéchenme”, decía Jacobo hace apenas unas semanas, cuando con mucho entusiasmo planeaba con el equipo editorial de EL UNIVERSAL una serie de reportajes para conmemorar los 30 años de los sismos de 1985.
La amistad de nueve lustros que mantuvo con el Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, y sus incontenibles ganas de ejercer el periodismo dieron vida a su espacio editorial, al que llamó Bucareli, en referencia a la calle en la que se encuentra este diario.
Bucareli hoy está de luto.