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Para los psicólogos expertos y psiquiatras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el copiloto Andreas Lubitz, a quien se le acusa de estrellar en Los Alpes de forma deliberada el avión de Germanwings, con 149 pasajeros a bordo, sufría depresión grave, pero también de problemas de narcisismo.
De comprobarse, dijeron, que este accidente aéreo fue a causa de un suicidio, se estaría ante un caso inédito, porque las personas depresivas que atentan contra su vida no tienen un padrón general de matar a otras.
Mientras que para la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México en este accidente se violaron todos los protocolos y reglamentos aéreos internacionales, en donde se acusó desde un principio al copiloto, sin haber llegado al fondo de las investigaciones.
Juan Ramón de la Fuente, presidente del Aspen Institute México, explicó que para escuchar los diferentes puntos de vista de quienes están involucrados en el tema, la organización convocó al foro titulado “Aeronáutica y Salud Mental: la tragedia en Los Alpes”.
El ex rector de la UNAM enfatizó la importancia de la salud mental en las vidas de las personas, por lo que no se puede seguir marginando, subordinando o sólo pensar en ello, cuando hay algún tipo de accidentes como el ocurrido con la aerolínea alemana.
Nadie está exento de tener un acto depresivo. Se estima que una de cada cuatro personas adultas sufrirán depresión en algún momento de su vida, comentó el especialista.
Durante la plática realizada en el auditorio del departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UNAM, Asunción Álvarez del Río, psicóloga y doctora en Ciencias del Campo de la Bioética de esa casa de estudios, precisó que Andreas Lubitz no era exactamente un paciente depresivo, sino que tenía una combinación de narcisismo y era hábil para engañar.
Consideró que una persona que intenta quitarse la vida tiene como único propósito desaparecer, pero no llevarse consigo a 149 pasajeros de un avión.
Más adelante, la experta reconoció que “es muy difícil para una persona llevar un duelo de su ser querido, y no tener sus restos. Por eso era necesario que las autoridades dieran alguna explicación de lo que ocurrió con ese avión aunque para los familiares no les sirva de mucho, pero necesitan saber qué paso”, precisó la experta.
Mientras que Gerhard Heinze, ex director del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, aseguró que el médico tiene una responsabilidad ética de avisar a las prestadores de servicio, en este caso Lufthansa, del estado de salud mental de su copiloto.
A su vez Claudia Ramírez, coordinadora del área de psicología clínica del departamento de Psiquiatría y salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, dijo que es necesario que las evaluaciones físico-psicológicas que se le hagan a los pilotos sean más a profundidad y no solamente se resuman a cinco preguntas para detectar si hay algún síntoma mental que se pudiera detectar.
Al respecto, Carlos Manuel Díaz Chávez, secretario general de ASPA, rechazó que las evaluaciones psicológicas a los pilotos se concreten sólo a cinco preguntas, pues son exámenes más exhaustivos, y criticó que a pocas horas del accidente aéreo ya se tenían conclusiones todas ellas encaminadas a que el copiloto estrelló la aeronave.
El piloto, con más de 35 años de experiencia, recordó a los asistentes que por cada millón de operaciones aéreas, hay cinco accidentes aéreos, lo que demuestra que el transporte más seguro sigue siendo el aéreo.
Durante el foro coordinado por Juan Ramón de la Fuente, los pilotos, académicos y estudiantes, cuestionaron sobre los efectos de los medicamentos depresivos en las personas, en este caso en el copiloto; y sobre sí es posible detectar en una persona la depresión y el narcisismo, entre otros padecimientos.