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Con fastidio, sin esconder su desasosiego, Roberto Borge Angulo clavó su mirada, directo, una y otra vez en el rostro del magistrado Mauricio Marín.
El político mexicano frunció el ceño cuando escuchó al presidente del Tribunal Superior de Apelaciones de Panamá argumentar su decisión de negarle la posibilidad de obtener libertad mediante fianza.
El tono entre ambos —uno, el político pedido en extradición por lavado de dinero y otros delitos, y otro, el juez receptor de la solicitud— fue de rigidez en Borge y soltura en Marín, acuerpado por Gretta Marchosky y Andrés Reyes, los otros magistrados que, en silencio, observaron la aparente contienda.
A ratos, mientras el abogado panameño avanzó en su alegato para darle sustento y validez a las pruebas que México aportó para pedir su extradición y para negarle, una y otra vez, la libertad, el ex gobernador miró, con evidente enfado, al jerarca de la sala ayer en audiencia judicial.
Borge se quedó inmóvil cuando Marín, empeñado en justificar su respuesta, soltó que si se le otorga un beneficio para que salga de la cárcel, existe “alta peligrosidad” de “desatención del proceso” de extradición a México por parte del político mexicano.
Por eso, Borge otra vez le clavó la mirada cuando Marín recordó los motivos por los que el hombre solicitado por México carece de arraigo en Panamá y es inoportuno darle beneficios para que salga de prisión. El ex gobernador miró una vez más con firmeza al magistrado que le recordó que el pasado martes, en otra audiencia ante el tribunal, admitió que tiene ingresos mensuales por unos 16 mil dólares mensuales, que tiene su residencia en el estado de Quintana Roo y que fue detenido en Panamá cuando intentaba viajar en avión a Francia.
Esos factores, adujo Marín, son suficientes para alertar que es improbable que Borge “pueda mantenerse ligado a proceso”.
Borge le escuchó molesto. Y le volvió a clavar su mirada. Atrás quedó el Beto Borge gobernador, el de los bailes y la sonrisa.
Marín desplegó su andanada de razones con una palabra de réplica: “negar” cada solicitud de libertad.