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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
La ruta que siguieron las autoridades mexicanas y guatemaltecas para dar con el paradero y posterior detención del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, no han sido del todo claras y han surgido contradicciones. Luego de su captura el pasado 15 de abril, se han dado cuatro versiones oficiales sobre los hechos en el hotel Riviera de Atitlán.
Apenas fue detenido Duarte y el subjefe de Interpol en Guatemala, Manuel Noriega, declaró a agencias de noticias que el ex gobernador de Veracruz recibió una llamada de las autoridades mexicanas a su habitación, donde se encontraba con su esposa, Karime Macías, para pedirle que saliera para cumplimentar la orden de detención. El funcionario guatemalteco señaló que éste salió desarmado a entregarse de manera voluntaria.
Otra versión fue la de Stu Velasco, subdirector general de Investigación Criminal de la Policía Nacional Civil, quien dijo que Duarte bajó cuando creía que había poca gente en el hotel para pedir un licor, fue en ese momento en que ejecutaron la orden de captura en el pasillo contiguo al lobby.
El mismo Stu Velasco indicó a medios de comunicación que al momento en que los agentes se disponían a ingresar al departamento que Duarte alquiló en el complejo turístico, el ex mandatario salió a solicitar apoyo administrativo por la falla de algún servicio y fue asegurado.
En la conferencia de prensa que ofrecieron en la embajada de México en Guatemala, el suprocurador jurídico y de asuntos internacionales de la PGR, Alberto Elías Beltrán, mencionó que el ex gobernador había sido detenido en el lobby del hotel.
El único video que se tiene hasta el momento sobre su captura fue difundido por la Policía Nacional Civil de Guatemala y se observa que los agentes querían utilizar el elevador para llegar al piso en el que se encontraba Duarte, luego optaron por subir por las escaleras; segundos después se ve que los agentes bajan por el elevador con el ex gobernador de Veracruz.
El arribo. Cerca de las 19:00 horas del 13 de abril de 2017 —Jueves Santo— y en sigilo, un hombre que decía ser Francisco Gutiérrez y una mujer entraron al apartamento 505 del complejo recreativo y familiar del Hotel La Riviera de Atitlán, en el municipio de Panajachel en el departamento de Sololá, al suroccidente de Guatemala.
Sin los documentos que los hoteles piden al registrar a sus huéspedes, eludieron el trámite y pasaron al apartamento en lo que parecía una estadía segura en ese paradisíaco sitio a 140 kilómetros de la capital de ese país.
Casi 50 horas después comprendieron que el escape había terminado. El hombre en realidad era Javier Duarte y ella Karime Macías.
El político fue detenido casi a las 20:00 horas locales (21:00 en el centro de México), en una labor de autoridades judiciales y policiales de México y de Guatemala. La Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la Procuraduría General de la República (PGR) reveló que las indagatorias reconfirmaron que Duarte y su esposa se escondieron al menos desde noviembre de 2016 en Guatemala, para huir de las acusaciones de presunta corrupción y lavado de dinero.
Se desconoce el paradero de su esposa, aunque estaba con él al momento de su detención. Ella no fue detenida porque no existe ninguna orden de aprehensión en su contra por parte de autoridades mexicanas o extranjeras.
En conferencia de prensa al día siguiente de la captura, el subprocurador Jurídico y de Asuntos Internacionales de la PGR, Alberto Elías Beltrán, señaló que tanto ella como su familia pueden transitar libremente en México o en cualquier territorio.
Empresario en la mira. Una de las líneas de investigación de la procuraduría, en coordinación con las autoridades guatemaltecas, apunta al empresario Eduardo Barillas como la persona que ayudó a ocultarse en Guatemala a Javier Duarte de Ochoa al rentarle el apartamento.
Según empleados del hotel Riviera de Atitlán consultados por EL UNIVERSAL, el lugar con el número 505 ubicado en una de las torres del hotel es propiedad de Barillas, quien lo alquiló al ex mandatario por una semana.
Los detalles del hospedaje de la pareja fueron revelados por Barillas, empresario guatemalteco, en una entrevista con Radio Sonora que se transmite en esa ciudad.
Al aclarar que nunca conoció a Duarte ni a su esposa, Barillas contó que sólo fue intermediario de un empresario guatemalteco que es su amigo y al que identificó como Lizardo Marroquín, quien le pidió ayuda para reservarle a la pareja el apartamento del quinto piso de La Riviera.
“No soy propietario” de ese inmueble, alegó Barillas al subrayar que fue “la primera vez y la última que me veré en una situación incómoda”, como la ocurrida con Duarte.
Al llamar ayer telefónicamente al hotel y a la empleada que contestó se le pidió que si era posible comunicarse con Barillas, pero respondió que “él salió” de las instalaciones hoteleras. “Está fuera del hotel”, añadió, aunque se negó a confirmar si Barillas labora en esa empresa y a suministrar algún número de teléfono (celular o fijo) para contactarlo.
Barillas dijo que Duarte y Macías pagaron 8 mil 500 quetzales (unos mil 127 dólares) por tres noches de estadía. Según la página del hotel en internet, La Riviera tiene 100 habitaciones y “por ser un complejo recreativo familiar”, también “cuenta con apartamentos equipados con sala, comedor, cocina y habitaciones para que los grupos de familias grandes puedan tener un área para compartir juntos”.
Sin “lujos”. El Hotel La Riviera de Atitlán es un complejo turístico en el que pesar de las vistas que el paisaje natural ofrece a sus huéspedes, no es considerado un hotel de lujo. Se clasifica como un hotel de tres estrellas y tiene habitaciones para dos personas y apartamentos para seis personas máximo, mismos que están equipados con sala, comedor, cocina y habitaciones para las familias grandes.
Se constató que en temporada normal las habitaciones y apartamentos tienen un costo de entre 124 a 335 dólares la noche por persona, sin alimentos incluidos.
Estos precios aumentan en temporada alta como Semana Santa; no obstante, como los apartamentos son privados, depende del dueño el precio de la renta.
El hotel ofrece entre sus servicios 100 habitaciones “en armonía con la naturaleza” con la vista “más majestuosa al Lago de Atitlán”; además de una piscina climatizada, servicios de jacuzzi o saunas y kayaks o lanchas en el lago.
El complejo es miembro de la Corporación Mercadeo Inmobiliario, conformado por empresas 100% guatemaltecas, que comenzó a operar en el año 2003 como el único complejo con playa privada y habitaciones con vista directa al Lago de Atitlán; tres años después ampliaron el lugar turístico “convirtiéndose en el complejo hotelero más grande en las orillas del Lago”, brindando un espacio de relajación y privacidad.