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Sin contacto físico, sin amenaza real, una persona puede ser víctima de secuestro y permanecer en cautiverio, comunicada sólo con su extorsionador, mientras su familia ignora su paradero. Es el plagio virtual una nueva modalidad detectada que va en incremento de la mano de la tecnología y que aumenta en el periodo vacacional, cuando los hoteles registran mayor ocupación, según la Coordinación Nacional Antisecuestro (Conase).
Funciona con un doble engaño, el victimario mantiene en el teléfono a su víctima y otro extorsionador contacta a la familia para anunciar el secuestro. No se pueden comunicar, no pueden pedir ayuda y no pueden confirmar que no se trata de un secuestro real.
Todo comienza con una llamada, los delincuentes se comunican a la recepción y solicitan una habitación al azar, se valen de argumentos para conseguir el celular de la víctima y pueden tenerla en línea incluso por horas.
Alfredo Ávila Uribe, titular de la Coordinación Interinstitucional y Enlace con las Entidades de Conase, alerta que los extorsionadores se valen de una argumentación muy hábil para enganchar a sus víctimas, a quienes generalmente atemorizan con estar involucrados en algún delito.
“Se da en primer lugar cuando la gente viaja. Marcan a los teléfonos de los hoteles, piden una habitación al azar y bajo una argumentación muy hábil empiezan a sacarle información a la persona. Viene otra historia: ‘Tú tienes que hacer lo que yo te diga para comprobarme que no estás relacionada con un delito’, la gente en esa situación empieza a engancharse. En ese inter están hablando con la familia, los amigos o los jefes para pedir dinero”, explicó Ávila Uribe en entrevista con EL UNIVERSAL.
“La extorsión en temporada vacacional se da en mayor medida como secuestro virtual, porque hay mayor posibilidad de que el extorsionador marque a una habitación y le contesten. Se da en función de que hay una mayor ocupación hotelera y si marcan a una habitación es seguro que estará ocupada, en comparación con temporada baja, sus posibilidades son mayores”.
A decir del funcionario es una modalidad que viene creciendo a partir de 2015: “En primer lugar se da en los hoteles porque la víctima se encuentra en una posición vulnerable. Está viajando a un lugar, es un extraño, probablemente no tiene contactos”.
De 100% de secuestro virtual, el mayor porcentaje de víctimas se encuentra en edad laboral: 10.54% son personas de 26 a 30 años; 12.69% de 31 a 35 años; 13.56% de 36 a 40 años, y 13.23% de 41 a 45 años, según la Conase.
El secreto para el éxito de los extorsionadores que cometen secuestro virtual es la ignorancia y el desconocimiento de la ciudadanía de esta modalidad de delito, asegura Orlando Camacho, director de México SOS.
“Es una cuestión nueva que la ciudadanía no conoce y no hay campañas fuertes para ella. La ignorancia es un factor que le da el éxito, no sabes que te puede pasar eso”, comentó Camacho y recomendó estar en constante comunicación con familiares.
“Parte del modus operandi de estos hampones es que te tienen en el teléfono, conociendo esto, en el momento que tú los cortes se les cae el negocio, les rompes el proceso. Lo que tiene que hacer la persona es colgar”, advierte.
El plagio virtual ni siquiera aparece en las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), puesto que se contabilizan como extorsión.
En los primeros dos meses del año se reportaron mil dos denuncias por extorsión. En los últimos tres años la cifra de extorsión registrada por el SESNSP es en promedio de 5 mil 380 casos. En 2015 fueron 5 mil 125 y en 2016 se registraon 5 mil 240.
Ávila Uribe, de la Conase, dice que la modalidad número uno detectada de secuestro virtual es la llamada a hoteles y que el delito se puede consumar por la falta de acciones de estas empresas para proteger a sus huéspedes.
“Faltan protocolos por parte de los hoteles para no comunicar directo a la habitación, sino para verificar que se conozca con quién quiere hablar y que realmente sea el huésped que tienen en la habitación. No existe la capacitación desde el punto de vista de seguridad para que se tomen medidas de prevención en los hoteles”, comenta Alfredo Ávila.
Modo de operar. El extorsionador comienza a solicitar los primeros datos, consigue la identidad de la víctima y le asegura que está siendo observado. La presión continúa al informarle que está involucrado en un delito y que debe demostrar que no es quien lo cometió.
“La persona distrae su capacidad de alerta. Cuando disminuimos nuestra capacidad de reflexión entra un mecanismo que se llama autoenrolamiento. Cuando la gente se engancha es difícil que se cuelgue”, alerta Ávila.
Es tal la presión que el delincuente ejerce en la víctima y en sus familiares que suele tener éxito con transferencias de dinero rápidas. La Conase ha detectado que estos grupos llegan a obligar a sus víctimas a trasladarse a otros puntos y a comprar otro celular para que apaguen el suyo.
“Pueden hacer que la víctima se tras- lade a otro hotel o una plaza y en el trayecto hacen que compre otro teléfono para que apague el que tiene y la familia no pueda buscarlos y no reciba mensajes. Le exigen dar de baja el Whatsapp y que en el nuevo teléfono lo den de alta y el código para que hagan espejo de Whatsapp, y lo utilizan para ver los mensajes que recibe o hacer llamadas y en la pantalla va a aparecer el número de la víctima, esto genera un mayor enganche”, dice Ávila Uribe.
La tecnología permite el éxito de esta modalidad. Al saber en qué hotel se encuentra la víctima, se valen de los mapas electrónicos para describir el entorno, los negocios y nombres de las calles para reforzar la sensación de que alguien está cerca y los observa.
“La tecnología les facilita esta situación, lo que es una modalidad que viene creciendo a partir de 2015”.
Si cuelga, termina la extorsión. Expertos sugieren que al recibir una llamada de este tipo se cuelgue de inmediato y se denuncie el número: “Una señal de que es un secuestro virtual es que el extorsionador no permite que su víctima cuelgue el celular”, comenta Ávila Uribe.
Las personas afectadas suelen caer en el engaño por el temor de que se trate de un delito real y ese temor bloquea la capacidad de reacción y de decisión.
Jorge Álvarez Martínez, maestro en la Facultad de Psicología de la UNAM y experto en intervención en crisis, sugiere hacer una serie de respiraciones para pensar de una manera clara: “La respiración diafragmática es muy simple, hay que ingresar aire por la nariz, sostenerlo y sacarlo por la boca. Eso permite hacerlo de una manera discreta para que los delincuentes no se den cuenta”, comenta el especialista.