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Suena el teléfono, Elena toma la llamada.
—Pásame a tu esposo —exigió un individuo al otro lado de la línea.
De inmediato, Elena pasó el teléfono a su esposo José.
—Tenemos al bebé, queremos un millón de pesos —le dijo el hombre.
Los secuestradores se habían llevado a un niño de apenas cuatro años.
José identificó de inmediato a quien pedía el rescate: era uno de sus ex trabajadores. A él le tenían confianza.
Un niño de 12 años fue utilizado por sus propios padres para cometer el delito. Sacaría a la tienda al hijo de José y de lo demás se encargaría el secuestrador.
El niño llevó a la tienda al pequeño de cuatro años. Elena fue a buscarlos a los negocios cercanos porque no llegaban. Regresó a casa y le dijo a su esposo que no los había encontrado.
Salieron los dos a seguir buscando, preguntando entre los vecinos. Nadie los vio.
Regresaron a casa, recibieron la llamada para pedirles el rescate. De inmediato acudieron a la Unidad Especializada Contra el Secuestro (UECS) de Michoacán a denunciar.
“De todo pasa por la mente, se vuelve una loca. No sabemos si lo vamos a volver a ver. Es un sentimiento que no se puede explicar, el trauma es muy grande”, comenta Elena.
—No tengo el dinero —respondió José.
—No me interesa, yo quiero el dinero —le replicó el hombre en la línea.
El equipo de la UECS participó en el operativo de rescate: José entregaría el dinero en una maleta a los secuestradores y ahí se intentaría la captura de los plagiarios.
Se hizo la entrega del efectivo. José lo dejó en el punto que se había acordado y se retiró.
Tenían que esperar a que lo recogieran. Minutos después el secuestrador llegó al lugar y se logró la captura.
Arribó una camioneta a instalaciones de la unidad antisecuestro. Ahí esperaba la pareja.
—Venga, señor —le dijo uno de los comandantes a José.
—Abre la puerta —le ordenó el mando a uno de los policías.
“Veo a mi niño, me abrazó, fue una emoción recibirlo. Son cosas que duelen mucho”, relata José y se le corta la voz.
El juez dejó ir a una señora que cuidaba al niño, porque dijo que no tenía nada que ver con el secuestro, y el ex trabajador recibió una sentencia de 50 años de prisión.