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Los 13 días de secuestro lo llevaron a intentar quitarse la vida en cautiverio. Apenas con 20 años de edad, Omar (nombre ficticio) entra en shock al recordar lo que sucedió en junio del año pasado. La inseguridad siempre lo acompaña. El precio de su libertad los plagiarios lo pusieron en 10 millones de pesos, monto que jamás podría juntar la madre del joven.
Mientras avanzaba en su bicicleta, Omar fue interceptado por unos tipos de un taxi, quienes lo subieron al vehículo.
“Llegamos a un lugar, me pusieron las manos atrás, tapado de la cara, yo dije ‘me van a matar’”, narra el joven.
“Tírate acá”.
“¿Qué quieren de mí?”, le piden el número de su madre para pedir el rescate.
La desesperación llevó a Omar a internar quitarse la vida.
“Pasaron los días, pensaba en mi mamá. Agarré fuerzas no sé cómo. Mandaban otro video a mi mamá. No comía porque sentí que tenía veneno la comida, me azotaba en la pared, me quería matar, buscaba la manera”, indica Omar mientras no puede controlar el llanto.
Una noche lo cambiaron de lugar, caminaron sobre un cerro y lo metieron a una cueva. Ahí vio que entre los integrantes de la banda discutían y se mataron. Uno quedó vivo, el que negoció después con su madre. Pero observó su cara, así que pensó que ahí terminaría todo.
“Los vi y dije ‘me van a matar porque ya los vi’. Hicimos otro video, me dijeron que sería el efectivo. Me vendaron dos dedos, pusieron sangre de mentiritas y un machete para enviarle el video a mi mamá”, cuenta Omar.
Luego de 13 días lo subieron a un taxi, le pagaron para que se lo llevara. No sabía dónde estaba pero veía más poblado.
“De repente vi a mi mamá y me eché a correr. Nos fuimos a casa, vi a mis abuelos, a todos bien destruidos, no me reconocían. Me quería quitar la ropa que traía, me quería deshacer de esa ropa. No quería decir nada, me aferré a lo mío, me oculté, pero me atreví a contarlo. Agarraron a unos [tipos] y los reconocí, tuve el valor”, expresa.