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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) rechaza que haya ruptura con el gobierno federal, luego de la polémica surgida ante la oposición de obispos sobre la iniciativa presidencial de matrimonios igualitarios. Por el contrario, existe una buena relación en la que están abiertos los canales para el diálogo, afirmó Alfonso Miranda Guardiola, secretario general de esa organización religiosa.
En entrevista con EL UNIVERSAL, reconoció que la Iglesia católica es un actor más y sus integrantes no pueden dejar de sentirse afectados por problemáticas que aquejan a México, como la pobreza, impunidad y corrupción.
Miranda aseguró que su Iglesia se encuentra fortalecida y con un cuerpo episcopal unido, lejos de la división que, algunos dicen, existe al interior. “Nos encontramos con una dinámica de unidad con la que enfrentamos los problemas nacionales”, insistió.
Expuso que ante la llegada del nuevo nuncio apostólico, Franco Coppola, cuyo arribo al país se prevé para finales de septiembre, se pretende que el representante del papa Francisco sienta las fortalezas de la Iglesia católica y del Episcopado Mexicano. Dijo que el enviado del Vaticano como diplomático en México llegará con senderos abiertos con las autoridades del país.
Respecto al conflicto magisterial, el también obispo auxiliar de Monterrey manifestó que “nos duele a los obispos que hasta hoy todavía no se logren acuerdos sustanciales”, por lo que resaltó la necesidad de “clarificación” de las propuestas de la reforma educativa, de los objetivos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y se tenga la capacidad de vencer las rupturas y diferencias.
En los últimos días la Iglesia se ha manifestado ante temas como la violencia, el conflicto magisterial, la corrupción, la iniciativa sobre personas del mismo sexo, ¿la Iglesia está molesta?
—En primer lugar reconocer que la Iglesia católica es un actor más, estamos en este país, no podemos nosotros no hacer nada o no sentirnos afectados por lo que pasa en México; como pastores estamos inmersos en cada rincón y en cada problemática que vivimos, no podemos no sentir dolor ante la situación de pobreza, impunidad, corrupción, conflicto que afecta a las comunidades, a las familias, a los niños, en cuanto a que se intenta cambiar constitucionalmente lo del matrimonio ente hombre y mujer.
No podemos quedarnos como si nada pasara, nosotros somos pastores y como acompañantes de la nación expresamos nuestra voz y nuestra voz está basada en lo que creemos, en lo que enseñamos, en nuestra doctrina, cada sacerdote también es mexicano, vivimos y caminamos en este país y sufrimos lo que todos sufren.
¿Cómo se encuentran las relaciones de la Iglesia con el gobierno? ¿Cómo va a influir la figura del nuevo nuncio?
—Existe una buena relación, desde antes de la venida del Papa y después. Los canales están abiertos los puentes están establecidos, nuestros comunicados, nuestras cartas llegan directamente al Presidente, a las secretarías, hay un diálogo, no hay rupturas ni nada que se le parezca. Están las calles pavimentadas y el nuncio llegará con esos senderos abiertos. Somos pastores, hablamos y decimos lo que creemos, enseñamos, ese es nuestro ser.
¿El nuncio reforzará esa relación que se tiene con el gobierno?
—Claro, estamos esperando al nuncio como un abrazo del papa Francisco, eso es lo que el nuncio representa para nosotros, la cercanía constante del Sumo Pontífice en nuestro país y como tal, como nuncio, en primera línea tendrá la relación con el gobierno a nivel diplomático y con todo lo que tiene que ver ese servicio diplomático.
El nuncio como representante del Papa viene a integrarse al Episcopado nacional, viene como la voz del Papa, las funciones, la selección de los obispos, la participación de las asambleas nacionales, toda la cuestión diplomática en el país, con los demás embajadores. Franco Coppola sirvió en muchos países, en Polonia, Burundi, el Chad, naciones con problemáticas fuertes, guerras, es una experiencia buena que él trae para aportar.
Lo recibimos como un hermano, esperando trabajar juntos ante los momentos difíciles que atravesamos en el país, de impunidad, corrupción, la problemática magisterial y tantas otras cosas, lo que hoy por hoy vivimos en la República Mexicana.
A unos meses de su llegada a la Secretaría General de la CEM, ¿cómo percibe al cuerpo episcopal?
—Lo que puedo decir a mi llegada a la Conferencia del Episcopado Mexicano es la percepción de un cuerpo colegial fortalecido, siento una Iglesia activa, fuerte, dinámica, unida, esa es mi percepción, lo veo tan claro como en nuestros comunicados globales; en la coordinación episcopal de comisiones, dimensiones, nuestra voz en diferentes temas no solamente está clara, sino al mismo tiempo está unida y fuertemente activa, tenemos como ejemplos lo ocurrido en Chiapas y Oaxaca.
La Iglesia católica mexicana atraviesa por un momento importante, pero fuerte, estamos enfrentando las problemáticas nacionales de una manera fortalecida como colegio episcopal, esa es mi expectativa que el nuncio sienta esta fortaleza de la Iglesia mexicana y del Episcopado Mexicano.
¿Qué país va a recibir Coppola?
—Un país por vencer sus propias limitaciones, que tiene que creer más en sí mismo, mejorar ciertamente muchos aspectos, pero tiene que mostrar su talante, su fuerza, sus carismas para que no sólo los mexicanos creamos en nosotros sino que el mundo entero nos conozca, aprecie nuestro valor y talento.
Es un país multifacético con poblaciones de todos tipos y realidades distintas en el norte, en el sur, al mismo tiempo con problemáticas, en la corrupción que de ahí se deriva la impunidad, la violencia, un país con necesidad de acuerdos, de claridad, que necesita muchísimo trabajo, incluido el legislativo para establecer leyes que beneficien a todos, que hagan más justo a este país, donde faltan muchas cosas por mejorar y por hacerse.
En el conflicto magisterial, ¿cuál sería el llamado que haría?
—La necesidad de clarificación de las propias propuestas, la reforma educativa, la defensa de los objetivos de la CNTE y al mismo tiempo la capacidad de todos de vencer estas rupturas, nuestras diferencias, la Iglesia puede aportar lo más que puede, en cuanto mediación, invitación al dialogo, comprender las diferencias en realidades territoriales, realidades sociales, abrir la mente para que no sólo entendamos el conflicto como maestros y gobierno, sino también de más actores sociales, todos tenemos que aportar, no perder de vista a los niños, que es el objetivo y la razón de ser de los maestros.
Nos duele, por eso los sacerdotes y los obispos estamos acompañando el conflicto, en el sentido de estar con la gente, nos duele que hasta hoy todavía no se logren acuerdos sustanciales.
¿Buscarán ser un interlocutor con los congresos locales o con las autoridades para ayudar a la distensión de este conflicto?
—La Iglesia es un actor que acompaña, como pastores promovemos el diálogo, el acuerdo, la paz, no estamos cerrados a ningún tipo de servicio que podamos ofrecer cuando así nos lo soliciten, de cualquier forma ahí estamos. Cuando sucedieron los lamentables hechos de los muertos en Oaxaca, las iglesias se abrieron como refugio.
¿Pediría la Iglesia participar en los foros para la construcción del modelo educativo?
—Hay que ubicar bien el papel, somos pastores, acompañamos y enseñamos nuestra doctrina, nuestra fe, la Iglesia católica no sólo es obispos y pastores, sino laicos, maestros, por su puesto que deseamos participar no como obispos o pastores sino como laicos católicos preparados, docentes, claro que sí.
Que se tome en cuenta las diferencias sociales, los distintos niveles de educación, los rezagos educativos, las diferencias tecnológicas. Estas contextualizaciones tienen que formar parte de la reforma, no puede pensarse en un país unitario, es un mosaico de diferencias, de ahí la dificultad de una reforma global, debería tener en cuenta las diferencias territoriales.