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La desaparición de los 43 normalistas ha tenido varias explicaciones, pero ninguna ha confirmado si fueron incinerados en el basurero de Cocula, Guerrero, y luego arrojados sus restos al río San Juan.
Ante la falta de credibilidad hacia las autoridades, el gobierno de México buscó otras alternativas con expertos en incendios para hacer otras pruebas en el basurero, pero tampoco terminaron por convencer.
La verdad histórica del ex procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, señala que, basada en las declaraciones de algunos detenidos, los normalistas fueron llevados al basurero de Cocula y quemados.
Murillo Karam aseguró: “Esta es la verdad histórica de los hechos, basada en las pruebas aportadas por la ciencia, como se muestra en el expediente, y que ha permitido ejercitar acción penal en contra. Los restos pasaron por las fases de deshidratación, descomposición, intervención y fusión, reduciéndose en su mayoría a cenizas. Los dictámenes científicos comprueban que hubo una gran conflagración con combustibles diésel y gasolina, plástico, llantas, madera y otros materiales recolectados en la zona, corroborando los dichos de los detenidos”.
Informe del GIEI y el EAAF. La otra versión es la del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que contradicen la versión de la PGR. El GIEI asegura que a partir de las nuevas líneas de investigación, se cuentan con pruebas científicas que señalan que los días 26 y 27 de septiembre de 2014 sí hubo incendio en alguna parte del estado de Guerrero, pero no en el basurero de Cocula, además de que se alteró el lugar de los hechos.
En el informe se advierte, según las declaraciones de un soldado identificado por las iniciales RALA, que el C-4 estaba formado por “militares encubiertos que aportan información de lo que acontece en la calle” y que el control de las cámaras estaba a cargo de cuatro elementos de la Sedena.
El día de los hechos, círculos de control de la policía y grupos armados del crimen organizado “controlaron toda la noche” un territorio de al menos 80 kilómetros a la redonda desde la carretera Iguala-Chilpancingo.
El tercer peritaje de fuego en el basurero de Cocula, realizado por un grupo colegiado, no alcanza los estándares mínimos y carece de un razonamiento científico que pueda sustentarlo. Por su parte el EAAF concluyó que desde el punto de vista de evidencia física recolectada y analizada proveniente del basurero, no es posible que los presuntos perpetradores hayan incinerado en ese lugar a los 43 jóvenes.
En el documento de 350 páginas detalla que fueron encontrados 41 casquillos, por lo que es evidente que fueron colocados por alguien; además que no corresponden a los calibres que, según los detenidos, utilizan.
Postura del grupo colegiado. Para tener otra opinión basada en pruebas científicas, la PGR conformó un grupo colegiado por Frederick Mowrer, James D. Quintiere, Mario Saldaña Nolasco, Ricardo Torres, John D. Dehaan y José Torero Cullen para un tercer peritaje.
A nombre del grupo colegiado, Ricardo Damián Torres informó que de manera científica se concluyó que en el basurero de Cocula sí hubo fuego de grandes dimensiones y que en el sitio fueron quemados por lo menos 17 cuerpos de personas adultas. Esto no fue aceptado por padres de los normalistas.
“Se puede concluir que existe evidencia suficiente, inclusive observable físicamente, para afirmar que sí existió un fuego controlado de grandes dimensiones en el basurero de Cocula”.