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natalia.gomez@eluniversal.com.mx
En los primeros seis meses de 2015, 18 mil 500 niños no acompañados fueron detenidos en la frontera de Estados Unidos con México y desde enero hasta junio de 2016 se había interceptado a 26 mil; es decir, hubo un aumento de más de 40%, de acuerdo con el informe Sueños Rotos: el peligroso viaje de los niños de Centroamérica, hecho por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
En el texto se advierte que en su tránsito por México, los niños están en riesgo de caer en manos de traficantes, y muchas niñas, según los informes, son llevadas a trabajar en burdeles y bares en México o Guatemala.
Aseguran que el riesgo de violación es también alto, Amnistía Internacional (AI)calcula que hasta seis de cada 10 mujeres y niñas sufren violencia sexual durante su recorrido.
De acuerdo con datos de autoridades migratorias retomados por UNICEF, cerca de 29 mil 700 personas viajaron en familia, sobre todo mujeres y sus hijos pequeños, mismos que fueron detenidos en la frontera de Estados Unidos con México.
“Miles más no llegaron nunca a la frontera, puesto que fueron detenidos, secuestrados, sometidos a la trata, asesinados o son víctimas de las duras condiciones que imperan en el camino”, señaló AI.
Otros más son retornados a sus países, alrededor de 16 mil niños de El Salvador, Guatemala y Honduras fueron detenidos en México en esta situación durante los primeros seis meses de 2016, indica el reporte.
Al advertir los riesgos del arresto y deportación, UNICEF refirió que en 2015, unos 35 mil niños —más de la mitad de ellos sin compañía—, fueron detenidos por migración en México y a menos de 1% de los niños en esta condición se les concedió asilo.
En México, UNICEF apoyó a la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar) en el desarrollo de un protocolo para detectar a niños que requieren protección internacional.
El informe Sueños Rotos recoge testimonios de menores de 18 años que intentaron atravesar hacia Estados Unidos y su travesía por México.
Wilmer, de 17 años y procedente de El Salvador, salió en febrero de 2015 de su país tras abandonar la escuela debido a las amenazas de una pandilla. Hoy está en su casa después de haber sido deportado de México.
“Yo estaba viajando con un coyote. Éramos un grupo de 14, había niños, niñas. La primera vez que fuimos capturados fue en Guatemala. Decían que éramos miembros de la banda y que nos deportarían, pero el coyote pagó la fianza para que nos permitieran continuar en nuestro camino”, narró.
El joven y sus compañeros hicieron parte del viaje por mar. El barco se hundió, pero nadie se ahogó. El grupo fue detenido en la Ciudad de México y pasaron 10 días en reclusión antes de ser enviados de vuelta a El Salvador. Wilmer dice que volverá a intentarlo.
Jackie sabe lo peligroso que puede ser el viaje, su hermano perdió una pierna cuando, agotado, se cayó del tren conocido como La Bestia en México. Más de 100 refugiados y migrantes sufrieron un destino similar al montar encima de esa máquina.
El gobierno de México implementó estrategias para evitar que los migrantes suban a La Bestia, “pero los refugiados y migrantes, y en particular los niños, todavía se enfrentan a numerosas amenazas en su viaje que dura semanas”, indica UNICEF.
Estos niños vulnerables, muchos de los cuales viajan sin la compañía de un adulto, necesitan protección a cada paso del camino: en sus países de origen, El Salvador, Guatemala y Honduras, donde se registran algunas de las tasas de homicidio más elevadas del mundo, cuando cruzan México y cuando llegan a Estados Unidos, dijo UNICEF en la publicación.
“Es desgarrador pensar en esos niños —la mayoría de ellos adolescentes, aunque algunos son más jóvenes— haciendo el viaje agotador y extremadamente peligroso en busca de seguridad y una vida mejor, afirmó el director ejecutivo adjunto de UNICEF, Justin Forsyth. “Este flujo de jóvenes refugiados y migrantes destaca la importancia de abordar la violencia y las condiciones socioeconómicas que imperan en sus países de origen”.