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María del Rosario Espinoza sonríe cuando no está frente a las cámaras, bromea con sus compañeros del Ejército y se acomoda el cuello de la camisa para lucir impecable y sin ninguna arruga.
“Soy de Guasave”, dice con orgullo. Habla con voz fuerte, segura y con acento sinaloense.
Luce con orgullo y garbo el uniforme militar, da entrevistas en posición de firmes, las botas negras perfectamente boleadas y los talones juntos, se acomoda “el tocado” que le cubre el cabello, gesticula muy poco, pero de en vez en cuando mueve las manos durante la plática con EL UNIVERSAL.
¿Qué le recomendarías a los niños que quieren ser como tú para tener éxito?
—Que siempre hagan las cosas con mucho deseo, con el corazón; yo creo que cuando se disfruta lo que se está haciendo en ese momento, las cosas fluyen, salen natural y es ahí donde vienen los éxitos, pero con el tiempo, siempre luchando, siempre entregándose, aconseja la doble medallista olímpica en el patio de la Secretaría de la Defensa Nacional.
El uniforme holgado la hace lucir más delgada, pesa 69 kilos y mide 1.70. En los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 ganó la medalla de oro y en Londres 2012 se quedó con el bronce en la categoría de Tae Kwon Do, pero no pierde el piso. Su carácter es el de una persona sencilla, accede a posar para las cámaras o a caminar para que los reporteros tengan más imágenes.
Espinoza se lleva la mano derecha a la sien para saludar a los oficiales del Ejército que se encuentra a su paso, habla con sinceridad, nunca desvía la mirada y acepta tomarse fotografías con todos.
¿Qué te motiva a competir?
—Siempre busco poner a México en lo más alto. Yo inicié en 2003 y siempre tuve esa sensación y ese orgullo de decir: ¡es mi país, mi nación! Deseo poner a México en lo más alto, que se digan cosas buenas de nuestro país.
En su camisa se lee “Espinoza”, y es uno de los apellidos más fuertes que lleva la delegación mexicana, porque en este momento es la número uno en su categoría de más de 67 kilogramos.