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José Luis Aguilar Garrido, de 31 años, salvó a un compañero de ser arrollado por un tren, comprometiendo también su vida, en lo que se considera un acto heroico. Él es uno de los elementos condecorados con el mérito policial en el marco del Día de la Policía Federal.

Se le reconoció por haber realizado acciones sobresalientes en beneficio de la Policía Federal y de la sociedad. Miembro de la División de Gendarmería, y técnico en electricidad, el oficial Aguilar Garrido acaba de cumplir un año en las filas de la Policía Federal.

“Ayer recibí de manos del Presidente de la República [Enrique Peña Nieto] una condecoración al mérito, esto fue porque tuvimos un evento en Celaya, Guanajuato. Un compañero y yo realizábamos nuestro patrullaje; ese 1 de diciembre trabajábamos juntas las tres divisiones de la Policía Federal: Seguridad Regional, Fuerzas Federales y Gendarmería, era un operativo mixto que se llamó Ferrocarril Seguro 2015”.

“Al realizar nuestro recorrido encontramos un tren que estaba parado, nos bajamos para realizar una inspección a pie y encontramos que había una llanta abajo de un vagón, —esto es un recurso que usa el delincuente para detener los trenes—. Mi compañero decide meterse para sacar la llanta y en ese momento el tren se pone en marcha atrapándole la pierna”.

“Yo veo que el compañero hace un intento por salir de las vías, pero su pierna derecha fue presionada por una de las ruedas. Logro sacarlo de las vías, en ese momento rodamos hacia una zanja honda, él cae encima de mi y comienza a preguntar si tenía su pierna. Eran las dos de la mañana y estaba todo obscuro. Decido alumbrar su pierna con mi linterna y veo que el daño era muy grave; el sangrado era abundante. Decido ponerle mi playera como torniquete , tranquilizándolo, puesto que su dolor era intenso.

“Después de ponerle el torniquete en la pierna, lo desarmo, retiro su arma, hago medidas de seguridad, guardo las armas y pido auxilio vía radio a mis compañeros. Ellos no nos encontraban por lo hondo de la zanja, por la obscuridad. Llegó una ambulancia mientras mi compañero seguía preguntando si recuperaría su pierna. Intenté tranquilizarlo hasta que él llegó al hospital. Hoy el está en rehabilitación y recuperándose; no perdió la pierna, aunque el daño ha sido severo. En realidad atendí a mi compañero sin desear recibir nada a cambio —ninguna condecoración—, pero me encuentro contento porque pese al corto tiempo de estar en la Policía Federal he recibido un reconocimiento”.

Según explica, ustedes se enfrentan continuamente al vandalismo de aquellos que detienen los trenes para robar los alimentos.

—¿Cuál es el protocolo que siguen para evitarlo?

—Cada vagón tiene una válvula de escape de aire, se llaman angulares. El tren en los cruceros va a una velocidad baja y es en ese momento cuando el delincuente aprovecha para subirse, accionan una palanca, cierran las mangueras de aire, los angulares, y el tren se detiene.

Es cuando hacen sus fechorías, empiezan a sacar el grano, roban, esto es algo que a diario combatimos con el operativo Ferrocarril Seguro en atención a ciclos productivos. Salimos a patrullar los poblados donde se da el mayor índice de robo a ferrocarriles; cuidamos el paso para que no sean detenidos, también debemos salvaguardar la integridad de la tripulación.

Nos enfrentamos a pueblos completos, niños, mujeres, hombres, personas adultas, es un modus vivendi, no hay edad. Todos roban productos del ferrocarril: frutas, verduras, granos, animales, ganado, autopartes... Nosotros debemos cuidar las entradas económicas de los ciclos productivos, inclusive de las empresas. El tren lleva autopartes y vehículos, y las poblaciones también los vandalizan. Hemos llegado a contar entre 50 y 100 personas vandalizando los ferrocarriles.

En ciertas regiones hay robos de llantas y de accesorios continuamente. Los métodos que aplican las poblaciones son avanzados, conocen bien como detener un ferrocarril, colocan llantas, cortan cables de las vías que están electrificadas para que los semáforos de los cruceros no cambien de color. En estos casos, el operador tiene que parar forzosamente el tren y ahí es donde los delincuentes aprovechan para saquearlo. Los operadores a su vez sufren agresiones, incluso con armas de fuego, los apedrean… ellos también están en constante riesgo.

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