Más Información
Elección judicial: 65% de aspirantes son hombres; Comité de Evaluación del Poder Legislativo busca paridad de género
Ssa firma convenio para reconocer atención a la violencia sexual como emergencia médica; busca prevenir la revictimización
Se requieren mayores recursos en el Presupuesto 2025 para mejorar escuelas, asegura SNTE; destaca certeza laboral para maestros
UNAM y AAPAUNAM instalan mesa de negociación para revisión salarial; entrará en vigor en febrero de 2025
Personas de otros partidos pueden sumarse a Morena: Luisa Alcalde; la meta es tener 10 millones de afiliados
politica@eluniversal.com.mx
El cerco en contra de Joaquín El Chapo Guzmán comenzó a construirse desde el día de su fuga el pasado 11 de julio, pero logró evadirse de último momento en tres ocasiones.
Aún así, la labor de inteligencia de la Secretaría de Marina, con el apoyo de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), no le permitió desaparecer sin dejar rastro, como él hubiera deseado y como pudo hacerlo entre 2001 y 2014, tras su escape del penal federal de Puente Grande, Jalisco.
Ahora bastaron unos días tras su fuga de El Altiplano para que Guzmán Loera fuera dejando pistas que permitieron reconstruir su huida hacia la Sierra Madre Occidental, donde se localiza el llamado Triángulo Dorado que conforman Durango, Sinaloa y Chihuahua.
Primero, viajó por tierra a una pista de vuelo en el poblado de Senegal de Las Palomas, en San Juan del Río, Querétaro, donde abordó un avión con destino a Mazatlán, Sinaloa. Todo eso durante la noche y madrugada de los días 11 y 12 de julio de 2015. Posteriormente viajó a Guasave en un vehículo terrestre, cobijado por un círculo de seguridad, para luego ir a la zona serrana del Triángulo Dorado, su territorio.
En el trayecto dejó pistas que le permitieron a la Procuraduría General de la República capturar a sus cómplices y, a la inteligencia naval estrechar la vigilancia, descartando su presencia en otras partes del país o del extranjero. Las Fuerzas Especiales de la Armada de México, 15 días después, tuvieron la primera oportunidad de recapturarlo. El 30 de julio en Los Mochis, Sinaloa, el capo logró escapar, pero funcionó una alerta recibida por el CISEN, la Semar y la DEA: Guzmán Loera estaría en Los Mochis para cerrar un trato.
Alcanzó a huir, pero dio una pista fundamental para las autoridades: Los Mochis era una de sus puertas de acceso hacia zonas urbanas. La siguiente noticia de El Chapo tuvo lugar el 7 de septiembre. Presuntamente se reuniría con enviados de Ismael El Mayo Zambada en algún punto de la capital de Durango. Esta vez no hubo resultados, pero la información seguía fluyendo.
El 6 de octubre de 2015 llegó la segunda oportunidad para atraparlo en Tamazula, Durango. El trabajo de inteligencia naval permitió conocer comunicaciones satelitales de personas identificadas como enlaces. Para la búsqueda del capo comenzó el uso de drones y aviones no tripulados. Las fuerzas navales de élite se desplazaron hasta las comunidades de Acachuane, Palo Verde, Los Limones y El Venado, en Tamazula, pero cuando llegaron no estaba el narcotraficante.
A mediados de octubre de 2015 se dio el tercer intento de captura, en una ranchería de Cosalá, Sinaloa, en la que El Chapo resultó con lesiones en su huida. Ayer finalmente la cacería terminó.