La balacera empezó a las cuatro de la mañana. Los marinos por tierra y aire se empeñaron en tomar una vivienda en la colonia Scally de Los Mochis, que es ciudad y no municipio como lo expresó con justificado regocijo nuestro Presidente. Los bajaban de helicópteros en los techos y en los patios de las casas con un objetivo muy claro: la recaptura de Joaquín Guzmán Loera y acompañantes. Pronto el tiroteo fue intenso. Los de la casa en cuestión estaban bien pertrechados, me informan, y los marinos no les iban a la zaga. Los vecinos fueron despertados por el ruido. Se especula que quien los ubicó fue “Inteligencia”, reveló la presencia de un grupo de personas armadas, en un barrio de una ciudad que en el sexenio pasado sufrió un asedio brutal.

La Marina lo había seguido desde el mismo momento en que lo dejaron escapar del Altiplano. Son hombres y mujeres hechos de otra pasta, con otra formación y otra clase de amor a México. Hace meses que llegaron por el más buscado y no se irían sin él. Patrullaban las ciudades y también la sierra. Qué bueno que ya lo encontraron porque las familias culiacanenses quieren que les devuelvan el Parque Ernesto Millán Escalante, del que tomaron una parte, para que jueguen sus niños.

En la residencia encontraron armas de alto poder que afortunadamente los facinerosos no utilizaron. Al parecer Guzmán Loera escapó por una alcantarilla y decidió esperar que todo se calmara, pero lo capturaron y lo llevaron al hotel Doux, ubicado a la salida norte de la ciudad, a lado de una parcela sembrada quizá de sorgo. Estaba en un error: los marinos no se calman fácilmente y tiempo después lo sacaban de una habitación con una toalla en la cabeza, lo llevaban hasta el aeropuerto donde lo esperaba un avión especial que lo trasladó a la ciudad de México.

¿Qué hacía el poderoso capo del Cártel de Sinaloa en Los Mochis, una ciudad crispada por la violencia extrema? El único amor que no disminuye en la vida es el amor a la tierra, y es probable que este hombre tan buscado sucumbiera ante la posibilidad de esos atardeceres dorados y la exquisita cocina del mar y de la tierra. ¿Por qué no se refugió en Singapur o Argentina, como decían? Hay una fijación por el lugar donde nacemos que genera nostalgia y nos induce a pensar que ese sitio no es accidental, sino un punto que alguien eligió para nosotros y que al final no es bueno dejarlo en el olvido. Quizá la tierra, con todos sus recursos le exigió su presencia y no se pudo resistir. A veces, la tierra es como el mejor beso.

Dicen que los otros grandes le aconsejaron que después de celebrar su libertad se quedara en la sierra, que nada tenía que hacer en el valle; que más valía prevenir que lamentar; pero El Chapo es un hombre templado, dicen, y son pocas y costosas las maneras con que le gusta celebrar la vida. Dos mujeres me aseguraron que con la recaptura se va a abaratar el dólar, cómo la ve, ¿usted cree que tengan razón? Ya lo veremos.

Escritor

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