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politica@eluniversal.com.mx
Las primeras imágenes de Joaquín El Chapo Guzmán en su celda lo muestran relajado y sin preocupaciones. Son las 20:32 horas con 8 segundos del pasado 11 de julio y todavía no hay indicios de que ese día se va a fugar.
El primer aviso llegará exactamente nueve minutos después, a las 20:46 horas con 38 segundos. Se escucha cómo comienzan a taladrar la celda del líder del Cártel de Sinaloa. Son cuatro golpes secos reconocibles para cualquiera que haya escuchado herramientas destruyendo el concreto.
A partir de ese momento, los golpes volverán a sonar cinco o seis veces más, cada vez con mayor intensidad, pero el video obtenido por el periodista Carlos Loret de Mola que hizo público en su noticiario Primero Noticias muestra que sólo El Chapo está atento al ruido, a sabiendas que es el sonido de su libertad.
Monitoristas y custodios del penal de El Altiplano ignoraron todas las advertencias que el sistema de videovigilancia puso frente a sus ojos y oídos, ajenos a sus propias responsabilidades por 32 minutos, tiempo suficiente para que El Chapo volviera a la calle.
A las 20:46 con 56 segundos el taladro neumático que va a perforar la celda de El Chapo se escucha otra vez, a las 20: 47 horas con 32 segundos los ruidos de una tercera acometida de una máquina perforadora se mezclan con los sonidos a todo volumen de la televisión que Guzmán ve en su celda.
A las 20:48 con 30 segundos suena el tableteo por cuarta ocasión, sus golpes sobre el concreto son cada vez más claros y constantes. Para los cómplices de El Chapo no hay tregua, ya que están a punto de lograr su objetivo: romper el piso de la celda número 20 del área de tratamientos especiales para que se pueda evadir.
A las 20:49 con 35 segundos, la máquina reinicia su golpeteo. A esa misma hora, tanto custodios como monitoristas siguen sin poner atención en la estancia de El Chapo.
Sólo el capo está atento a los ruidos del concreto y comienza a mostrarse inquieto. A las 20:49 con 59 segundos decide levantarse de la cama, extiende la cobija que no volverá a utilizar para taparse y decide ir a orinar.
Su primer vistazo al piso de la regadera se da a las 20:51 horas con 11 segundos. Los ruidos del concreto quebrándose ya han cesado y a las 20:52 horas con 37 segundos vuelve a entrar a la zona de regadera.
El Chapo se agacha para recoger o mover algún objeto, mientras se escuchan voces que son ininteligibles, como si alguien más estuviera hablando en ese lugar. Maniobra dentro de la regadera hasta que se escucha un sonido hueco, rápido, como cuando se cae una coladera. La celda está abierta.
Sale de la regadera para ponerse sus zapatos. El cronómetro marca las 20:52 horas con nueve segundos cuando se dirige a la regadera por última vez. A las 20:52 con 21 segundos se observa cómo se sujeta con un brazo del muro que divide el baño de la regadera. Desaparece por completo mientras los monitoristas del penal siguen en calma.
Será hasta después de 26 minutos, a las 21:18 horas con 15 segundos que lleguen dos custodios a la celda 20 para verificar la ausencia del capo.
Lanzan al aire el apellido del capo en dos ocasiones. “¿Guzmán, Guzmán Loera?”, preguntan sin obtener respuesta. Pasaron dos minutos más antes de que los custodios se comuniquen con su comandante y le reporten la ausencia de El Chapo, así como el hoyo en la regadera.
Uno de los custodios pide ayuda rápido “porque se nos va” y después viene el caos. Gritos a “José Luis”, comienza un golpeteo de puertas y rejas. Pasarán más de 10 minutos para que lleguen los refuerzos en un pasillo que sólo tiene 25 metros de largo. Es hasta las 21:29 horas con 29 segundos que se abre la celda de El Chapo. Dos custodios iluminan el boquete con lámparas de mano antes de entrar. A lo lejos, un grito anónimo se distingue entre el caos del momento: ¡Viva México!
La Procuraduría General de la República reprobó anoche la filtración del video que aportó como prueba para sustentar la acción penal contra varios servidores públicos involucrados.