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politica@eluniversal.com.mx
Padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa recibieron, cinco meses después de la desaparición ocurrida en Iguala, llamadas de los celulares de sus hijos, por lo que la Procuraduría General de la República (PGR) realizó la geolocalización de los aparatos.
De acuerdo con la averiguación previa a la que tuvo acceso EL UNIVERSAL, el 9 de febrero de 2015, familiares de Jorge Aníbal Cruz Mendoza recibieron una llamada telefónica proveniente del celular del normalista.
Meses antes, el 19 de octubre de 2014, los familiares del joven se percataron que el celular Sony última generación del estudiante estaba conectado a WhatsApp, según consta en la averiguación previa de más de 53 mil fojas.
Al ver que el teléfono de Jorge seguía funcionando decidieron mandarle un mensaje: “Hola, ¿cómo estás?”.
Aunque el mensaje que enviaron fue leído, no recibieron respuesta. El dispositivo seguía conectado a la aplicación pero decidieron no mandar más mensajes.
“Jorgito, eres tú”, fue lo primero que dijo uno de sus familiares al ver que la llamada la recibían del celular del normalista. Una voz masculina fue tajante: “No”.
“Les pido que lo entreguen”, dijo el familiar del joven. “Yo no soy”… colgaron. La zozobra envolvió a la familia y decidieron marcar. “¿Jorge, eres tú?”, de nuevo la pregunta. “¿Con quién quiere hablar?”… colgaron.
De acuerdo con el expediente de la PGR, los padres de Aníbal informaron a las autoridades y pidieron a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) la geolocalización del aparato móvil, así como la sábana de llamadas. La dependencia solicitó el rastreo a la compañía telefónica Radiomóvil Dipsa.
La madrugada del 27 de septiembre de 2014, Felipe Rodríguez Salgado, El Cepillo, jefe de sicarios, ordenó a Patricio Reyes Landa, El Pato, terminar con la vida de los normalistas y quemar cualquier evidencia, incluidos los celulares, en el basurero de Cocula. El Pato desobedeció.
En su declaración, Rodríguez Salgado dijo: “Le encargué a El Pato que se hiciera cargo de todo, de entrevistas y de darles piso, y que destruyera todo, que quemara celulares y pertenencias de los detenidos”, sin embargo, de acuerdo con el expediente, la señora Carmelita siguió recibiendo llamadas desde el teléfono de su hijo.