La unidad en el PRD es quimera y ni suma, ni multiplica, sólo resta. Su historia registra una línea de tiempo con las renuncias de personajes, pero también tiene ausencias silenciosas: Las organizaciones que ya no aparecen en el reino chiquito del Sol Azteca.

Este 5 de mayo, la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, encabezó una celebración de la fundación del partido, hace 28 años, cuando en las siglas de la Revolución Democrática se fusionaron partidos de izquierda que por separado eran polvo y juntos pusieron en el mapa político la ideología socialista democrática.

A lo largo de sus 28 años, los perredistas han vivido en constantes conflictos internos, con choques entre sus agrupamientos y que en la jerga local son llamadas tribus, de las que se han llegado a contar 15 “expresiones políticas” en constante disputa en la toma de decisiones.
Porfirio Muñoz Ledo, uno de sus fundadores, fue de los primeros en notables en dejar al partido que en sus primeros años tuvo en sus filas a intelectuales, artistas, pensadores, que con su participación crearon la atmósfera del partido de izquierda más importante en la historia del país.

La emigración de perredistas que causó la renuncia de Andrés Manuel López Obrador, después de la elección presidencial de 2012, disminuyó la vitalidad en las estructuras del partido, lo cual luego se reflejó en las elecciones de 2015, con la competencia en las urnas del Partido de la Renovación Nacional (Morena), que postuló un catálogo de ex militantes del PRD.

Antes del registro de Morena, la presidencia del PRD fue asumida por Carlos Navarrete Ruiz, quien protagonizó una rebelión que se decantó en una tormenta de renuncias, la más significativa, en la historia del partido, la dirigió al guanajuatense, el ícono de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

La fuerza política de Nueva Izquierda, con el control del partido, sorteó el cisma con la asunción a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional, de Agustín Basave Benítez, quien con la puerta de salida abierta, hizo lo propio y dejó el cargo en manos de Alejandra Barrales Magdaleno.

Este año, once senadores encabezados por Miguel Barbosa Huerta salieron del partido, con el envío de renuncias, ya no de extensas cartas, tipo manifiesto político de Cuauhtémoc Cárdenas, sino de anuncios escuetos: “Renuncio. Adiós”.

A los 28 años marcados con heridas de sangrías de militantes, el PRD, el partido que nunca ha expulsado a nadie, está avisado del inminente retiro de más personajes, como el senador Raúl Morón Orozco quien dejó la bancada perredista, y el ex presidente del partido, Pablo Gómez Álvarez, nada menos que firmantes de reciente acuerdo de unidad con López Obrador.


Nació como partido unitario, y su destino ha sido el conflicto interno, y como escribió uno que se iba: “Renuncio. Adiós”.

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