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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
A 15 días de ser ratificado nuevamente como titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) para los próximos tres años, Jaime Rochín del Rincón asegura que un error en el pasado fue considerar a ese organismo “como un centro de pago”, como si el homicidio, la desaparición y esclavitud, que es la trata de personas, pudieran ser pagadas o compensadas. “Eso no es reparación, tiene que ser mucho más humana”.
Reconoce que el Estado tiene una deuda con sus víctimas, especialmente con las víctimas de desaparición, con quienes el gobierno se tardó en actuar. “Es aleccionador ver cómo las víctimas se han movilizado y nos han movilizado al Estado completo por su deseo de encontrar justicia y encontrar verdad y eso también es un reconocimiento que hay que hacer, que no debería, que el Estado debería haber actuado antes”, dijo en entrevista con EL UNIVERSAL.
Urgió al Congreso de la Unión a acelerar la aprobación de la Ley sobre Desaparición de Personas y Desaparición Forzada. “El tema específicamente de las víctimas de desaparición es una deuda enorme que tenemos como Estado mexicano, que se ha tardado en responder y creo que una manera inmediata de hacerlo es, y este es un llamado al Senado de la República y a la Cámara de Diputados, aprobando urgentemente la ley que está en proceso desde hace mucho tiempo sobre desaparición de personas y desaparición forzada”.
Rochín del Rincón fue comisionado presidente de la CEAV de abril de 2014 a octubre de 2016, cuando la comisión estaba compuesta por siete comisionados. Tras la reforma a la comisión y después de haber pasado por un proceso de selección entre la Presidencia de la República y el Senado, ahora es el único a la cabeza de ese organismo y señala que se valdrá de un nuevo esquema de trabajo para la atención a víctimas en el país.
En esta nueva etapa el comisionado tuvo como una de sus primeras responsabilidades nuevamente al frente de la CEAV visitar las fosas de Veracruz y Morelos. Ahí, frente a las víctimas, sintió de cerca el dolor y se comprometió con todas las víctimas del país y sus familiares.
¿Cuál es el compromiso en esta nueva etapa en la CEAV?
—Un tema fundamental que es importante señalar es entender lo que es la reparación integral. Uno de los errores en los que se incurrió en esta primera etapa, que además es normal porque fue algo absolutamente novedoso, una ley de vanguardia en el mundo... esta primera experiencia nos sirvió para ver qué cosas podemos evitar y en buena medida me eligieron a mí para quedarme porque viví los errores, las deficiencias y los aciertos, y eso puede servir para de una manera rápida retomar la atención.
El concepto de reparación tenemos que señalarlo de una manera distinta, hay que evitar considerar a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas como un centro de pago, como si el homicidio de un ser querido, como si la desaparición, como si la esclavitud, que es la trata de personas, pudiera ser de alguna manera pagada o compensada. Eso no es así, la reparación tiene que ser mucho más humana, mucho más trabajada con las víctimas, consideraciones sobre la justicia y la verdad a las que las víctimas tienen derecho.
¿En qué ha mejorado la CEAV luego de las reformas a la Ley General de Víctimas?
—Se crean mecanismos más sencillos para el acceso de las víctimas a los recursos y a la asistencia de la comisión. Una de las grandes críticas a la comisión en la época anterior fue que teniendo muchos recursos en el fondo éstos casi no se utilizaban porque la ley preveía una serie de candados que hacían casi imposible utilizar los recursos para apoyo, asistencia, traslados, etcétera. Hoy todos esos apoyos y asistencias se están dando desde el fondo, cosa que antes no pasaba, y entonces tenía que utilizarse el recurso de operación de la comisión para el apoyo de las víctimas en vez del fondo que estaba diseñado para eso; era una contradicción porque teniendo pocos recursos de operación ahí esos mismos recursos se utilizaban para la atención a las víctimas y el fondo que estaba ahí casi no se podía tocar.
Nosotros presentamos, junto con muchas organizaciones de la sociedad civil, un proyecto que asume la reforma, pero que además genera un nuevo modelo. Pensamos que el modelo anterior no era adecuado, que generaba revictimización; así se realizó, entre otras razones, porque era un órgano colegiado y ese órgano había decidido ese modelo, y ahora que es un órgano unipersonal podemos hacer un modelo mucho más cercano a las víctimas.
En este modelo nuevo de atención a víctimas el factor fundamental es que generamos la figura del primer acompañante. Hoy no estamos mandando a la víctima a que vaya de ventanilla en ventanilla, sino que tiene una persona que la acompaña en todo el proceso.
¿Cuál es el plan de trabajo durante su gestión?
—Yo no voy a estar solo. Soy el comisionado ejecutivo, pero vamos a tener una asamblea acompañando, que ésta sí va a ser una asamblea ciudadana, una asamblea honorífica de nueve personas que serán representantes de colectivos de víctimas, algunos expertos que van a estar viendo el trabajo del comisionado, observándolo y haciendo observaciones, sugerencias y por supuesto llamadas de atención. Cuatro de esos nueve van a ser integrantes de colectivos que formarán parte de la junta de gobierno, es decir, participarán en la toma de decisiones claves de esta institución. También habrá cuatro servidores públicos de distintas instancias del gobierno y el comisionado. Esto es muy importante porque entonces no será el perfil mío el que defina, sino las propias víctimas las que estarán evaluando, revisando y sugiriendo acciones de cambio.
¿Cómo se recupera la confianza de la sociedad en una institución que ha sido fuertemente criticada por la supuesta despreocupación hacia las víctimas?
—Con un modelo que funcione. Las víctimas nos irán midiendo conforme a los hechos. Las víctimas verán que ahora es más eficiente el trabajo, que el acompañamiento es real, que se les está entendiendo y se les está dando seguimiento. Si no es así las víctimas seguramente estarán con una exigencia mucho mayor y una crítica mucho mayor que la que hubo en su momento.
¿Cuáles fueron los errores más graves que se cometieron en la primera etapa de la CEAV?
—Uno: se acusaba a la comisión de revictimizar en sus procesos. Esto tenía mucho que ver con la ley que se modificó, con algunos reglamentos y también con disposiciones que la propia comisión en su momento creó y que a veces se basaban más en la desconfianza hacia las víctimas. Eso hay que romperlo y generar modelos de mayor confianza.
Otra crítica muy frecuente era precisamente que los recursos del fondo no eran utilizados. Eso también está cambiando día a día con la ley.
Hubo una crítica muy presente en algunos momentos de conflictos de relaciones entre los comisionados, cosa que no existirá.
También hubo algunas quejas de tratos inadecuados y en ese sentido estamos generando una capacitación, una sensibilización, incluso también una certificación de los servidores públicos que atienden víctimas, para evitar estos posibles malos tratos, tratos inadecuados o poco sensibles con las víctimas.
¿Cuál es la meta para los primeros 100 días?
—La meta fundamental es tener un nuevo modelo en funcionamiento, un modelo más eficaz, mucho más rápido, mucho más sensible hacia las víctimas, donde el centro sean las víctimas y la institución se acomode a ellas y no las víctimas se acomoden a la institución; donde haya confianza, donde las víctimas sepan quién es su acompañante y puedan conocerlo y hablar con él, y donde también la comisión sea un camino hacia la verdad y la justicia y a una reparación verdaderamente integral.
¿Cuál fue su experiencia ante el hallazgo de fosas en los estados de Morelos y Veracruz?
—Es una experiencia durísima de dolor ver a las víctimas por un lado con la esperanza de que su familiar se encuentre ahí para poder descansar de alguna manera, pero por otro lado con el deseo de que no esté porque eso mantiene la esperanza de que la persona a la que buscan esté viva. Es dolorosísimo verlas buscando a sus hijos entre cadáveres con un dolor terrible, como por ejemplo en el caso de Morelos, donde se supone que había un número de cadáveres y resulta que había otros más que no estaban previstos, todo eso es muy doloroso.
¿Qué respuestas ofrece la CEAV a este tipo de víctimas?
—Estamos tratando de acompañarlas en estos procesos, de facilitarles el acceso a las entidades federativas porque a veces a los estados les cuesta trabajo colaborar, porque el hecho de que entre la comisión con las propias víctimas a entablar un diálogo con el estado para que faciliten las búsquedas y las fiscalías o procuradurías locales entren al trabajo ha sido muy útil, y en esos procesos les proporcionamos acompañamiento jurídico, sicológico, médico, les apoyamos con traslados, hemos contribuido a la presentación de peritos que les apoyen a las investigaciones.
Comentó que el Estado se tardó en poner atención a sus víctimas y mencionó la urgencia de aprobar la Ley sobre Desaparición de Personas y Desaparición Forzada.
—Con esa ley se crean mecanismos de búsqueda del Estado completo, registros nacionales de intercambios de información, unos centros especializados de datos. Todo eso está pendiente de una aprobación legislativa. Creo que una señal del Estado mexicano a las víctimas de desaparición en concreto es aprobar estas reformas. En esta parte es importante generar condiciones legales para que las víctimas puedan tener mejor trato.
¿Quiénes son los aliados y quiénes los enemigos de la CEAV?
—Los primeros aliados deben ser las víctimas y por supuesto en la medida de lo posible todas las autoridades tanto estatales como federales, porque a ellas les toca dar ese acompañamiento; nosotros de alguna manera servimos de enlace de las acciones que tienen que realizar otros, y en esa medida es muy importante que también las dependencias federales, estatales, municipales sean los aliados de las víctimas y, por tanto, los aliados de la comisión. El enemigo es la impunidad, es la corrupción que puede haber en los sistemas de justicia, que hace que las víctimas no puedan acceder a la justicia, no puedan acceder a la verdad.