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Se va como humo. Es la reforma de uso medicinal de la marihuana, que al fin transita en el pleno de la Cámara de Diputados, en su último día del periodo de sesiones, cuando las bancadas quieren irse a descansar de sus labores como legisladores, un cargo reprobado en la calle, en la plaza pública física y la más agresiva, la virtual.

Vino al mundo envuelta en una resolución de la Suprema Corte, que falló a favor del consumo lúdico, en noviembre de 2015, y el Ejecutivo federal solamente pudo proponer el uso medicinal y dejó pendiente la despenalización del consumo y su uso recreativo. Fue al Senado, vino aquí y un año después está lista para ser votada.

Los diputados actúan como máquina automática de trámites, ahora, con una votación mayoritaria, nace el mercado de la marihuana en productos paliativos de dolores y malestares de tantas enfermedades, así como de padecimientos que sugieren que venga una gran ola de ofertas de productos milagro.

Nace, pues, un mercado de miles de millones de pesos. Trascendente. Pese a ello, hoy el destino del pleno es acabar, irse a descansar de un periodo sin antecedente en el país, marcado por el escándalo del gasolinazo, el hartazgo sobre hechos de corrupción, los tuits de Donald Trump, con los cuales creció el enojo público por dietas, prebendas y fuero de los diputados.

El diputado Luis Maldonado Venegas (PRD), presidente de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación, señala una de las causas del descrédito del Congreso, lo cual le deja un sabor de boca a centavo a la Cámara Baja esta tarde: su ineficacia extiende un amparo a la impunidad. La gente quiere las reformas ausentes: seguridad pública, corrupción y economía. Y no las tiene. Recuerda al ex gobernador Javier Duarte de Ochoa. Concluye: “Estamos amparando la impunidad”.

La tarde es maratón de votaciones, al estilo de San Lázaro, a ciegas, rapidito, al fin que ya lo acordaron los coordinadores.

¿Qué los detiene en sus curules, después de las 17 horas?, lo que significa haber perdido vuelos, aguantar con disciplina militar el paso de la extensa lista —más de 20—, de turnos a votación de reformas de leyes, sin discusión de nada, sin saber de qué cambio se trata.

Resulta ser que el tema de escándalo del momento, el de Tarek Abdalá Saad (PRI), ex tesorero de Javier Duarte de Ochoa, quien no será desaforado, es el último asunto a tratar como agenda política; o sea, llega la hora de los desahogos. La tribuna será tribunal político del diputado, por cierto, ausente. El PRD despliega una extensa manta alusiva al PRI, la impunidad y sus personajes símbolicos de la corrupción.

El señor Abdalá, tercero en la lista del tablero electrónico y primero en el repudio social por el escándalo de corrupción, tiene tres amparos: el fuero, una suspensión de un juzgado de esas que se dan así no más y lo que muchas veces es un ángel del mal, en cuestiones de justicia, el famoso debido proceso.

A las 20 horas concluyen los posicionamientos del amargo caso de Tarek y como que sale de foco que no pasó el tema de restar prerrogativas y dinero público a partidos políticos. Se atascó en una falta de quórum en comisiones. Pero pasó veloz la Ley General de Cultura y pronto la promulgará el Ejecutivo.

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