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El diputado federal del PRI de Querétaro, Braulio Guerra, escaló hace un mes —con sus manos y pies— el muro fronterizo que divide México de Estados Unidos en Tijuana y la semana pasada, en pleno corazón del Capitolio, en Washington, se paró enfrente del vicepresidente del vecino del norte, Mike Pence, para exigirle, en inglés, respeto para los migrantes mexicanos. Aprovechó también para expresarle su preocupación por los procesos de repatriación que ha implantado Donald Trump.
El encuentro fue antes de entrar al salón de plenos del Capitolio. Ahí, Mike Pence se interesó, fue amable y puso atención al saber que Braulio Guerra era un congresista mexicano, pero al exigirle respeto para nuestros connacionales, el funcionario estadounidense endureció el semblante, se retrajo y con su mano cortó la conversación y sólo respondió: “Ok, ok, ok we are trying to, we are trying to” [estamos tratando de hacerlo].
Cuando Guerra saludaba al ex embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne, Henry Cuellar y Tony Cardenas se acercaron para preguntarle cómo le hizo para subir al muro, pues ellos creían que le habían prestado una escalera o grúa para subir, sin embargo, el diputado aclaró que lo logró por sí solo.
¿Qué resultados tuvo de su gira por Estados Unidos?
—Bien. Todo empezó hace un mes que estuve en Tijuana y pedí al Instituto Nacional de Migración atestiguar cómo son entregados nuestros paisanos en la puerta de acero que comparten los candados del lado mexicano y estadounidense. Me interesaba revisar qué trato se les da y cómo atraviesan por todo el proceso, conocer qué deficiencias y problemas sufren y también qué carencias tiene la frontera. De ahí, pedí que me llevaran al muro que está en Tijuana y observé cómo se suben, bajan y lo cruzan. El muro de Donald Trump es un mensaje de enemistad que tensa la relación bilateral. Quisimos hacer lo propio y subir [el muro] como un mensaje. Gracias a esta acción se empezaron a abrir puertas y empezamos a recibir invitaciones de Estados Unidos y tener distintos encuentros con una agenda que terminó siendo muy amplia. Pudimos recoger distintos resultados.
¿A quiénes visitó?
—Estuvimos con el congresista Henry Cuellar [demócrata], quien es clave fundamental en la relación de México y Estados Unidos. Él ya nos había llamado, sobre todo, porque generó inquietud mediática el que haya subido el muro. Establecimos contacto y quedamos en una fecha, esto permitió que lo visitara y quedamos en tener un canal de comunicación permanente para antes de la Reunión Interparlamentaria que se realizará del 4 al 6 de junio próximo. También conocí las iniciativas de los legisladores estadounidenses en materia de migración y les entregué las iniciativas mexicanas que tocan el tema migratorio, económico y social. También saludamos a Tony Cárdenas [demócrata], quien es congresista por el estado de California. Cárdenas, de padres mexicanos, nos dio una visión muy amplia y nos avisó que había una visita del vicepresidente Mike Pence en el Capitolio, le pregunté si podíamos saludarlo y darle un mensaje. Gracias a esa visita al Capitolio pudimos hacerle llegar a Pence una declaración breve, pero que hiciera sentir la presencia mexicana y de sus legisladores.
¿Cómo fue su encuentro?
—Le expresé que era legislador mexicano y queríamos fortalecer la relación con Estados Unidos. Le aseguré que la intención de ambos países es buscar las oportunidades para el crecimiento, pero hay que respetar a nuestros paisanos migrantes y sus derechos humanos, se lo dije de frente. El vicepresidente me contestó: “Ok, ok, ok we are trying to, we are trying to” [estamos tratando de hacerlo]. Ahí no se agota la agenda, estuvimos con Andrew Sillie, el presidente del Instituto Woodrow Wilson, una de las instituciones más prestigiadas en la relación con Estados Unidos. A ese encuentro asistió Anthony Wayne, ex embajador de Estados Unidos en México en la administración de Barack Obama, y entregamos un informe de cuáles son los intereses, no sólo en materia de derechos humanos, sino en materia económica.
Su encuentro con el vicepresidente, ¿cómo fue?
—Mike Pence venía de hablar con el vocero de la Casa Blanca y bajando en la zona, que es la entrada al pleno, pudimos tener acceso al vicepresidente. Le dije: “Vicepresidente Pence, soy un congresista mexicano”, esto inmediatamente llamó la atención y me localizó. Le expresé ese planteamiento de que México ha querido construir una relación fuerte de amistad con Estados Unidos, una relación amistosa, pero para nosotros era importante exigir y pedir el respeto a los derechos de nuestros migrantes y paisanos. Al decirle que era congresista y mexicano inmediatamente hizo un alto, me escuchó, pudo haber sido un encuentro coyuntural, pero se siembra el mensaje y se deja, así como muchos mensajes institucionales de jefe de Estado a jefe de Estado, de Congreso a Congreso.
¿Cómo lo percibió?
—Al principio volteó amable, al decirle que era congresista mexicano, me escuchó, se detuvo a escucharme, cuando le hice la referencia que queríamos una relación amistosa y fuerte sonrió y cuando le dije que pedíamos respeto a los derechos humanos a nuestros paisanos y migrantes en Estados Unidos endureció el semblante, reaccionó con un ligero movimiento hacía atrás y con su mano cortó la conversación y me dijo: “we are trying to, we are trying to”, le extendí la mano, lo saludé y siguió su camino. Ese momento fue significativo.
¿Dice que vamos tarde?
—Vamos tarde porque en unas semanas se vota el presupuesto en el Congreso y me parece que México y todas sus instancias tenemos que tener un cabildeo sumamente intenso.
La experiencia de cruzar la frontera.
¿Qué generó el subirse al muro?
—Me entrevistaron en 17 países, nos llamaron de la BBC; de CNN; Al Jazeera, de Turquía; de Tokio, en Japón, nos llamaron de Canadá y Colombia. El dueño de Twitter y accionista mayoritario de esta red social, Jack Dorsey [@jack], me arrobó y le envió un mensaje a Donald Trump con una foto. La publicación señalaba que ese muro era un desperdicio de dinero para el pueblo estadounidense, es como si en Facebook te hubiera mandado un mensaje Mark Zuckerberg, me pareció relevante porque es la red que utiliza Trump para comunicarse atinada y desatinadamente y tensar la relación con el gobierno y el pueblo de México.
¿Los congresistas de la Unión Americana le dijeron que el muro fronterizo va?
—Hay un sentimiento en muchos congresistas y lo que nos transmitió Henry Cuéllar y Tony Cárdenas es que ven casi nulas posibilidades de que el muro se construya. Trump hablaba de 15 mil millones de dólares, ellos tienen un estudio de que esto podría costar hasta 60 mil millones de dólares, hay mil kilómetros de muro en la frontera faltarían 2 mil, las cifras de dinero serían estratosféricas. Ellos [los congresistas] dicen que es un capricho de Donald Trump que no está fundado ni soportado económicamente, eso me lo dijeron Tony y Henry, que es un capricho. Tony me enseñó una foto de dos campesinos que eran su padre y abuelo y me afirmó “yo no voy a votar nada aquí que vaya a dañar al país y vaya en contra de ellos”. Sí hay un sentimiento personal de los congresistas demócratas y republicanos de afecto hacía México, además, la construcción de este muro tendría costos muy importantes en sus distritos, porque eso le restaría dinero en los proyectos de sus estados. El aprobar un muro, se me explicaba, es quitarle dinero a sus distritos y sus estados, es un recorte a sus recursos y ellos prefieren empujar sus fondos y proyectos que darlos a un plan que pretende frenar la migración y que se puede resolver de otra manera.
¿Cómo fue su experiencia al escalar en el muro?
—Cuando llegué me llamó poderosamente la atención que muchos jóvenes y gente que ahí se encontraba se estaba subiendo [al muro], la Border Patrol se encontraba en una lomita a la distancia sin hacer nada. Las personas se suben sólo de nuestro lado, pero están allá arriba y es muy curioso, porque muchos jóvenes están allá arriba sentados viendo hacía Estados Unidos o con su laptop mientras están estudiando o trabajando o leyendo y la Border no hace nada. Los de migración me dijeron que el muro no sirve de nada, en la noche se suben y corren a San Diego y se regresan. Ese proyecto de Trump no es serio y así lo ve la gente de la frontera. Yo quería filmar un video en el lugar y estando ahí vi que se subían y lo intenté. Yo no tenía la intención de subirme, estando ahí vi que era sencillo y me dije “sí estoy empujando hay que vivir la experiencia completa y ver qué se siente en carne propia, experimentarlo. Con tus brazos y piernas en menos de un minuto estás arriba, hasta en 40 segundos. Hay una malla ciclónica, pones las manos y pies, con esos te empujas, y sentado arriba volteé a mi derecha. Desde ahí se ve San Diego, todos los edificios, está bastante alto, son 10 metros. A la izquierda está Tijuana, el mar impresionante. Al mirar hacia atrás se ve toda la extensión del muro y al estar ahí dije: “Es aquí donde tengo que mandar el mensaje” fue una cuestión espontánea que terminó dándole la vuelta al mundo y acabó teniendo un mensaje de solidaridad con México. El hecho circuló más a nivel internacional que aquí.
¿Fue difícil subirse?
—No, no tiene mucha complejidad, en 40 segundos estás arriba. Yo tengo 45 años, hago ejercicio y me gusta el deporte, pero es más maña que fuerza para subirlo. Se colocan las piernas en las dos barreras de metal y ellas te sostienen, con los brazos te vas impulsando y la bajada es como de bombero. Creo que el mensaje es claro y le llegó al presidente Trump.