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juan.arvizu@eluniversal.com.mx
La Constitución, que ayer cumplió 100 años, es apreciada por el ciudadano que la tiene como un símbolo y que la califica como eficaz, viable y suficiente para ordenar nuestra convivencia, afirma el senador Roberto Gil Zuarth (PAN), presidente de la comisión senatorial que realizó el diagnóstico y reflexión del texto que a la fecha cuenta con 699 reformas.
Gil Zuarth adelanta que a partir de encuestas a los ciudadanos y consultas con expertos, “la idea de una nueva Constitución no goza de apoyo popular” y lo que se pide es que haya un debate de los temas legales para que, por medio de las reformas, se hagan ajustes necesarios que resuelvan los problemas de la actualidad.
El panista, quien ha sido presidente del Senado y de la Comisión de Justicia, tomó la conducción de la Comisión Especial para el Diagnóstico y Reflexión sobre el texto que conforma la Constitución —que fundó el senador Raúl Cervantes Andrade, actual procurador General de la República—, a fin de que la Cámara Alta acompañara los 100 años del texto de Querétaro.
Entrevistado en su oficina, asegura que al abrirse la segunda centuria de la Constitución de 1917, a partir de las conclusiones derivadas de la reflexión se abren debates, ya no de si se necesita un nuevo texto, sino “sobre consensos que deben quedar plasmados para esta generación y las que siguen”.
Explica que una agenda en la que se discutan cuestiones del régimen de gobierno, control sobre órganos autónomos, problemas del federalismo, así como el eventual reordenamiento del texto para dar claridad son puntos del debate sobre la Constitución en el que deben de participar los ciudadanos, pues no basta con los expertos.
¿Cuál es el futuro de la Constitución? ¿Una nueva es posible?
—El comité de especialistas coordinado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) presentará su informe final al Senado y en los principales hallazgos de la consulta sobre la Constitución anticipa que la mayoría de los ciudadanos cree que no se requiere una nueva, sino que en todo caso debe ajustar la que hoy tenemos.
Una gran mayoría se pronunció porque debemos trabajar para hacer más funcional nuestro orden constitucional, mejorando de su contenido aquello que tenga que mejorarse.
¿Qué hay que revisar?
—Se ha planteado que la mayor parte de los ciudadanos tiene como especial preocupación el federalismo, que ha quedado rebasado por la realidad, que venimos en una tendencia centralista, que los gobiernos locales se han debilitado profundamente y no tienen capacidad para responder a las necesidades y expectativas de la gente.
Tenemos que reordenar la división de competencias y responsabilidades entre la Federación, estados y municipios. Ahí tenemos una importante vía de solución a los problemas cotidianos de los ciudadanos.
Acercarla a la ciudadanía
Se ha dicho que la Constitución es compleja...
—Salió en la consulta el tema de hacer más sencilla la Constitución. Existe la percepción de que se ha ido complejizando, engordando y que un texto funcional tiene que ser de principios de ordenamientos muy generales, de textos y contenidos que fijen las bases y que lo demás se desarrolle a través de las leyes.
Una de las propuestas apunta a crear leyes de desarrollo constitucional que ordenen competencias, distribuyan materias, fijen derechos y obligaciones, y desarrollen los principios constitucionales. Esto permitiría una Constitución sencilla que pueda ser más manejable para la gente y que también permita que se genere pedagogía constitucional: que la gente entienda mejor sus derechos, sus obligaciones y la conformación del poder público.
¿Se refiere a entrar al conocimiento de la Constitución?
—Trabajar en una educación prospectiva sobre el texto constitucional, incorporar en los primeros años de la formación escolar de nuestros niños los conceptos, ideas y principios relacionados una Constitución.
Podemos aumentar sensiblemente el conocimiento, pero también el patriotismo constitucional si enseñamos a nuestros niños desde temprana edad qué significa la Constitución, para qué sirve, por qué es importante tenerla, observarla y respetarla.
Cambios en la organización
¿Se requieren cambios en el diseño de instituciones?
—La consulta plantea una mayor congruencia en los órganos constitucionales autónomos que han tenido una explosión muy importante en los últimos años. De tener tres [Banco de México, IFE y Auditoría Superior de la Federación] nos hemos ido a poco más de una decena: desde los órganos reguladores en materia económica y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, hasta la Comisión Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval).
El hecho es que no se eligen a esos órganos, pero tampoco se les castiga.
Los académicos proponen racionalizar en una discusión integral qué funciones deben estar asignadas a los órganos constitucionales autónomos y cuáles deben estar depositadas en los Poderes. Parece que hemos cometido algunos errores, hemos generado cierto desorden constitucional en la creación muy intensa y prolífica de órganos constitucionales autónomos sin una reflexión integral.
¿Las reglas de los Poderes de la Unión serían modificables?
—En la funcionalidad del equilibrio de Poderes, la reflexión de los expertos apunta a que debemos mejorar la relación entre el Congreso de la Unión, los Congresos Locales y el Poder Ejecutivo, tanto a nivel federal como estatal, ya que aún debe ser más funcional nuestra pluralidad.
Surgen ideas como el gobierno de coalición, de cambiar el sistema electoral para contar con mayoría en el Congreso o bien generar una legitimidad más potente del Ejecutivo, vía segunda vuelta para hacer más funcional la relación Ejecutivo-Legislativo.
¿La reflexión plantea un cúmulo de arreglos al texto?
—Es una lógica de ir arreglando problemas en específico a nuestra Constitución y mejorar la funcionalidad de las instituciones. Debemos crear reformas que resuelvan problemas constitucionales específicos.
¿Por qué la lejanía de mucha gente respecto de la Constitución?
—Hay dos grandes causas de desconocimiento de la Constitución: por un lado, que es demasiado grande ymuy difícil de leer. La manejan los indiciados. A un ciudadano que se dedica a cualquier profesión distinta de la Jurídica le cuesta trabajo interiorizarse en los contenidos. La complejidad del texto hace que sea poco conocida.
Otra de las causas principales del desconocimiento de la Constitución tiene que ver con la intensidad de las reformas y que las reglas van cambiando de manera rutinaria. En consecuencia se desfasa el conocimiento de la gente de lo que se está incorporando o eliminando a través del proceso de reforma a las leyes.
¿La Constitución todo el tiempo está en procesos de reforma?
—Los expertos nos están proponiendo hacer más difícil el proceso de reforma, ponerle ciertas cláusulas de enfriamiento para que tengamos una mayor discusión y conozcamos más de qué se trata la reforma constitucional, piden que la gente pueda involucrarse en la discusión de reforma.
Un mecanismo puede ser que una modificación pase por las Camaras en periodos de sesiones distintos.
¿Es viable reordenar y consolidar la redacción actual?
—El proyecto de la UNAM apunta, sin alterar el contenido básico de la Constitución, a acomodar las piezas de otra manera y hacer más funcional la lectura, la interpretación y la aplicación del texto constitucional.
Esto plantea también problemas políticos. Cuando algo se incorpora a la Constitución se extrae de la posibilidad de negociación política por mayoría. Ese es uno de los elementos sustanciales de la rigidez y la supremacía constitucional. Se le retira del debate. Así, en esa reordenación hay un componente político relevante.
A 100 años de la Constitución, ¿qué es lo que se necesita?
—Un debate constitucional y político, y creo que el centenario de la Constitución es para abrir nuestros debates constitucionales, sobre qué tenemos que arreglar en ella, qué consensos se deben plasmar para obligar a esta generación y obligar a las que siguen.
¿Cómo debe darse ese debate?
—Debe ser un debate social y político en su mayor amplitud, no solamente de indiciados académicos y técnico. El debate debe ser de la mayor apertura e inclusión en los foros académicos y estar en el ambiente social, en prácticamente todos los espacios de nuestra convivencia, porque la Constitución a final de cuentas es la columna vertebral de nuestra organización.