politica@eluniversal.com.mx

Washington.— Donald Trump cumplió una semana en el poder y en este lapso tuvo tiempo suficiente para desatar una crisis con México sin precedentes. A golpe de tuit, el presidente de Estados Unidos fue capaz de desestabilizar la convivencia de dos vecinos históricos, en una relación que entra en una nueva fase por culpa de la obcecación de la promesa del muro en la frontera y de que los mexicanos lo paguen.

Para el historiador mexicano Pablo Piccato, director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Columbia University, la ofensiva de Trump con México tiene sólo un objetivo: “Mantener la atención del ciclo informativo en un tema que lo hace parecer fuerte y que hace referencia a una de sus promesas de campaña”, a la vez que recuerda que “la diplomacia está subordinada a las percepciones”.

Es en ese sentido que es interesante analizar las decisiones de ambos lados. “Los tiempos fueron absolutamente fundamentales”, apunta a este diario Duncan Wood, director del Mexican Institute del Wilson Center. El experto no duda de la voluntad expresa de Trump de zarandear al máximo las relaciones con México en momentos clave: Fue por eso que, por ejemplo, anunció que decretaría la construcción del muro cuando una delegación mexicana estaba aterrizando en Washington. De la misma forma, un día después, con otro tuit obligó al presidente Enrique Peña Nieto a cancelar su visita como represalia.

“La idea era poner más presión en el equipo negociador mexicano e intentar tomar la delantera”, analiza Wood, una conclusión que coincide con la de la directora de la red US-Mexico de la University of Southern California, Pamela Starr: “El tuit era sólo un esfuerzo más para presionar a México lo máximo posible para ver dónde estaba la línea roja”.

El presidente estadounidense sabe ahora cuál es el límite, pero, según Starr, no era consciente de lo que podía suponer: Un aumento del nacionalismo mexicano y de la animadversión hacia su gobierno y Estados Unidos. “La combinación de la naturaleza del nacionalismo mexicano y las cifras de popularidad del presidente confirmó que Peña Nieto tenía que cancelar la visita”, apunta Starr. Estos dos elementos de los que Trump no era consciente. Y eso que Peña Nieto es un presidente que “prefiere la negociación a la confrontación”.

La respuesta [mexicana] ha sido tal y como se esperaba, afirma Wood, quien considera que es hora de reducir la tensión y dejar que las cosas se calmen. Difiere Piccato, especialmente en los tiempos: “La respuesta oficial ha sido muy tardía”, asegura, lo que juega en favor del presidente de Estados Unidos, ya que puede “usar” a México y alejar la atención de otros temas polémicos de su presidencia como, por ejemplo, su relación con Rusia. “Ahora es probablemente muy tarde para tratar de parecer firme”, critica.

“¿Cómo quedan ahora las relaciones? Habrá que recorrer un largo camino para rebajar la tensión”, señala Starr, quien desea que no se regrese a la animadversión de la década de 1920 entre Calvin Coolidge y Plutarco Elías Calles.

Es una situación delicada, describe Wood, señalando que ahora “hay dudas significativas sobre el futuro”. Piccato coincide en que es un “momento muy bajo en la relación”, de la que, sin embargo, se puede salir con un gran trabajo diplomático. Aunque lamenta, es difícil que esto suceda.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses