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El ex presidente nacional del PAN Luis Felipe Bravo Mena dijo que si bien el Consejo Nacional del partido sigue siendo la conciencia analítica del albiazul, actualmente se ha convertido en un órgano de poder, no por las decisiones que toma, sino por la lucha de grupos que puedan dar un respaldo para una decisión al interior de la fuerza política.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Bravo Mena acepta que el PAN ha ido perdiendo democracia por las luchas personales y los métodos de selección.

Asegura que la lucha de facciones ha hecho que pierda el equilibrio, la sensatez, la decisión profunda, pero sobre todo el cuidado de la institución para pasar a manos de grupos o de intereses muy parciales.

El consejero vitalicio y presidente de la Comisión Anticorrupción afirma que el consejo sigue siendo autónomo, pero que al tener la presencia de actores de poder como los gobernadores o algunos liderazgos, se deja de lado los intereses de Acción Nacional por los particulares, que sin bien son legítimos, lastiman la vida interna del partido.

Cuenta que hubo un momento en que el Consejo perdió esa autonomía debido a que desde posiciones de poder se controlaba, ya que comenzó a llenarse de servidores públicos, aunque al final no prosperó del todo y siempre hubo un equilibrio. Razón por la cual se reformaron los estatutos, con la intención de quitarle el control a una sola persona, pero al ser controlado por los poderes fácticos con recursos económicos y burocráticos, es un órgano al servicio de éstos y no del PAN.

Bravo Mena explica que confía en que la renovación del Consejo Nacional de Acción Nacional el próximo domingo sea una verdadera renovación y no quede igual como hasta ahora.

¿Por qué es tan importante el Consejo Nacional?

—Por el hecho de ser la consciencia analítica del partido. En sus inicios era el órgano que decidía cosas de alta envergadura, de decisiones estratégicas delicadas que el presidente del partido y el comité podían escuchar y tener la opinión de la élite del partido para tomar una resolución trascendental. El mismo consejo tenía la facultad de elegir al mismo presidente nacional, era en el sentido correcto de la palabra una aristocracia.

El Consejo Nacional se formaba con los elementos del partido que habían dado testimonio, lucha cívica, que habían encabezado campañas, movilizaciones en defensa de la ciudadanía y todos ellos eran nominados por el consejo, la evolución de la institución lo llevó a convertirse en un órgano de muchas decisiones, ya no sólo la elección del presidente que ahora no la tiene, pues es por voto directo.

Ahora toma decisiones de orden económico, estratégico, electoral, que han hecho del consejo un órgano de poder, y por eso la lucha es por controlar ese órgano a través de los grupos, ya no se piensa en el mejor, sino en el voto que puede darme un respaldo para una decisión al interior del partido.

Es muy importante el consejo a pesar de la deformación que ha sufrido en las reformas estatutarias, es un órgano de altas decisiones.

¿Se puede decir que las reformas a los estatutos han deformado al Consejo Nacional?

—Lo transformó, porque al quitarle la facultad de ser el que decidía al candidato presidencial y al presidente del partido, el consejo perdió una de sus principales características que era cuidar a la institución y como se forma de militantes de todo el país y de vitalicios dejó de ser un cuerpo de equilibrio, pero pierde eso para ser un espacio de poder y de lucha de facciones.

Me parece que el consejo ha perdido elementos como el equilibrio, la sensatez, la decisión profunda, el cuidado de la institución para pasar al cuidado de grupos o de intereses parciales.

¿Con esto se puede decir que ya no es autónomo?

—Es autónomo, pero tiene la presencia de actores de poder o de poderes fácticos que no cuidan del partido, sino de sus intereses, como los gobernadores, grupos, entre otros, eso ya no es cuidar la institución, eso es velar los intereses de quien tiene un grupo de consejeros.

¿Era necesario reformar el Consejo Nacional del partido?

—Lo que sucedió fue que las reformas que lo han transformado son reacciones a acciones, porque sí hubo en un tiempo la idea de controlar el consejo para controlar el partido, aprovechando posiciones de poder. Llegó un momento en que el consejo estaba lleno de funcionarios públicos, y quien nombraba a los servidores públicos era quien controlaba el consejo; sin embargo, no prosperó del todo, siempre hubo equilibrio, pero a esa intención correspondió cambiarlo para quitarle el control a alguien.

Al final de cuentas, ahora los poderes fácticos —que son los que tienen poder político y capacidad de recursos económicos y burocráticos— vuelven a llenarlo, sólo que el poder está repartido entre varios, no en uno solo.

¿Tener mayoría en el Consejo Nacional no garantiza ser el candidato presidencial?

—No, en absoluto, porque el estatuto prevé una elección de militantes no por el consejo, éste podrá orientar el método o decisiones que implique una decisión, pero no es quien define al candidato presidencial. Es falso eso de que el que controla el consejo, controla la elección.

Tener mayoría en el consejo no garantiza ser el candidato. El partido es cambiante, nunca se controla 100% de las cosas, finalmente todavía nos queda vida democrática.

Hemos ido perdiendo la democracia por las luchas personales y por los métodos de selección para evitar división se tiene que llegar a acuerdos cupulares, y ahí comienza a complicarse la cosa. Yo creo que eso ha lastimado la vida democrática del partido.

Debo decir que no podemos fiarnos en la vida democrática si no tenemos un padrón de militantes plenamente confiable, porque en la medida que lo tengamos y que la persona que está apuntada no sólo sea militante sino panista, porque al PAN no le sirven miles de militantes, lo que necesita es miles de panistas, que son los que son fieles a los principios y no a las personas, a los caudillos, a los grupos.

Hago votos porque el consejo vuelva a ser un parlamento para que haya un debate interno no de grupos, un análisis para mejorar al partido, no los intereses. En el PAN teníamos una jerarquía: primero México, después el PAN y luego yo. Así era el debate, no interesaba la persona, sino el fin, por eso no había divisiones y no se nos iba la vida en eso.

¿No les ha servido la crisis interna en el partido?

—Parece que no, porque sigue creciendo la pasión por los intereses personales. Concedo que hay aspiraciones legítimas y que bueno que las haya, pero se debe pensar en hacer cosas por el país, no para mí.

El problema empieza cuando las aspiraciones políticas enloquecen, toda división y aspiraciones en el partido se ha vuelto loca, porque está viendo su interés y no el de la institución.

¿El Consejo Nacional puede dar un jalón de orejas?

—Por supuesto que sí, puede dar mensajes, señales, decisiones, manotazos, para disciplinar a quien esté poniendo por encima del partido sus intereses.

Espero que este domingo, cuando se renueva el consejo, sea una renovación, no solamente un cambio de personas, sino un renacimiento, renovar es que renazca la idea de lo que es el consejo, una institución dentro del PAN para servirle al partido no a los grupos ni los intereses.

Esas lecturas de ver quién tiene más son malas, porque eso es de detalle, alguien quiere tomar datos de ahí para ver hacia 2018, pero no se va a ver ahí, por eso espero sea una renovación.

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