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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Si Donald Trump cumple sus amenazas de cancelar el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), México podría ver en riesgo su seguridad alimentaria, porque importa más de 50% de los granos y semillas que consumimos, alertó el rector de la Universidad Autónoma Chapingo, Sergio Barrales.
A partir de la entrada en vigor del TLCAN, nuestro país importa 40% del maíz amarillo que consume, 30% del frijol, 50% del trigo y 80% del arroz, precisó.
En conferencia de prensa, Sergio Barrales dijo que el país debe aprovechar el "susto" que representan las amenazas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para replantear y reforzar la producción agropecuaria, y al campo mexicano, puesto que en la actualidad el país depende de las importaciones que hace de Estados Unidos y las unidades de producción no se encuentran en manos mexicanas.
“Tenemos que impulsar la agricultura para producir lo que nos comemos. Está el problema de Trump y que dependemos en gran medida de lo que producen Estados Unidos o lo que se comercializa a través de triangulaciones con ese país”.
Es necesario renegociar el acuerdo comercial con América del Norte y tomarlo como una oportunidad para sacar del mismo al sector agropecuario, fortalecer a los productores e impulsar el sector desde la visión de la sustentabilidad alimentaria no de la productividad del campo, el cual a estas alturas ya no es negocio.
“Si el presidente electo de Estados Unidos está en el ánimo de discutir el TLCAN, tomémosle la palabra para que México como país defina seguir un proceso de importación pero por otra parte se oriente a restaurar la fertilidad de los suelos, a producir insumos nacionales de manera doméstica y nuestros propios alimentos”, mencionó.
El comentario se dio en el marco de la presentación que hizo la Universidad Autónoma Chapingo de dos proyectos de investigación: uno para incrementar la producción en el campo y el otro para implementar sistemas de captación de agua de lluvia en comunidades rurales.
Investigadores coincidieron en que el país debe considerar a la agricultura como un sector estratégico y definir como política que el país produzca los alimentos necesarios para el consumo y se reduzca la ingesta de comida chatarra, con alto contenido calórico y de harinas, que ocasiona problemas de salud pública.