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Llegó el 8 de noviembre, día de las elecciones. En el centro del tornado en que se convirtió la campaña en los últimos días, con un final de cierres frenéticos en la disputa por los Estados péndulo que podrán dar el triunfo o la derrota a los dos candidatos más disímbolos de la historia de Estados Unidos: Hillary Clinton con una ventaja de unos cuantos puntos y Donald Trump con una estridencia mayor propia de su campaña y de las incertidumbres abiertas sobre quién ganará la Presidencia de Estados Unidos. Afortunadamente la elección concluirá el 8 de noviembre, pero eso no quiere decir que todo terminará.
La campaña de Trump el lunes 7, la víspera, podría definirse como la más estridente, el candidato de los Republicanos estuvo en Florida, Carolina del Norte, Michigan, Pensylvania y New Hampshire centró su discurso en los ataques a Hillary, tan rabiosos como inútiles, tantas veces repetidos. Nada nuevo sólo aumento en el volumen de los discursos. Hillary Clinton viajó a Michigan, donde horas antes estuvo el Presidente Obama apoyando su campaña y cerraría por la noche en Carolina del Norte, buscando fortalecer el voto afroamericano. La votación anticipada rompió récord, culminó con 41 millones de sufragios. 6.4 millones de votos en el mayor estado péndulo: Florida. Aumentó el voto de los latinos mayoritariamente contra Trump y a favor de Hillary.
El Presidente Barack Obama llega al final de su segundo mandato con una aprobación récord para su gobierno del 56%, como en sus primeros días, de acuerdo con una encuesta de Gallup. Así cierra su presidencia, que inició con dos guerras abiertas y con una gran recesión, hay una recuperación económica lenta pero sostenida y aumento importante del empleo.
La última jornada de las campañas estuvo caracterizada por viajes de los dos candidatos, encuentros con seguidores, cierres frenéticos que corresponden a las incertidumbres que permanecen abiertas. Aunque Hillary va adelante y diversos promedios de encuestas locales le darían ya 274 votos electorales, la contienda sigue muy cerrada y nada es seguro, nada está escrito hasta que finalice la elección.
Mucho está en juego en estas elecciones para la política de los próximos años. Si ganara Hillary sería el tercer triunfo consecutivo de un Presidente Demócrata, considerando las dos elecciones del Presidente Barack Obama, sin precedente. Con ese triunfo, el Partido Demócrata habría ganado 6 de las 7 elecciones presidenciales desde 1992. Sería una elección histórica con una mujer por primera vez en la Presidencia. Sería también la confirmación ciudadana de que Donald Trump no tiene las capacidades para ser Presidente de Estados Unidos. Mostraría un país listo y dispuesto a construir sobre los grandes cambios.
También se juegan mucho los Republicanos. Si ganara Trump evidenciaría el rechazo al liderazgo político del país, la derrota de la primera mujer que fue candidata a la Presidencia. Pero también en la práctica significaría el rechazo a las instituciones estadounidenses: de negocios, de seguridad nacional, de justicia, de gobierno de medios, de todos a los que denigra el magnate-candidato y que han llamado a votar en su contra. Sería el inicio de un periodo de destrucción. Estremece el discurso totalitario de Trump cuando juzga y condena a su adversaria política, declara a Hillary culpable de lo que la exoneró el FBI y representó transitoriamente para ella el más grande golpe recibido por su campaña diez días antes del 8 de noviembre.
El resultado electoral deberá también ser leído a la luz de los grandes cambios demográficos y culturales que vive Estados Unidos y que mostrarían que el país puede avanzar al aceptar fortalecerse y adaptarse a las transformaciones que enfrentará en los próximos años. O bien que triunfan las fuerzas del rechazo a los cambios, de la reafirmación del nacionalismo para desandar el camino recorrido, del racismo reimplantado, del aislamiento. Dos perspectivas contradictorias, polarizadas.
Cuatro grupos sociales definirán esta contienda: los blancos americanos que quieren volver atrás, los millenials que son la generación más educada y con mayor diversidad, las minorías de latinos y afroamericanos entre otras, los blancos cosmopolitas de las grandes ciudades, las mujeres con reivindicaciones de género. Los Demócratas han contado con el voto mayoritario de jóvenes y minorías.
La gran incógnita será la del día siguiente una vez que se den a conocer los resultados electorales de una elección muy apretada. Está presente la amenaza de Trump de no reconocer los resultados. ¿El postelectoral más complicado en Estados Unidos? Finalmente, el periodo de transición culminará el 20 de enero de 2017 cuando el Presidente electo rendirá protesta y llegará a la Casa Blanca.