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En México, 68.3% de los adultos consideran que una persona con una enfermedad dolorosa y en fase terminal debería poder decidir si quiere morir, mientras que seis de cada 10 personas estarían dispuestas a pedir ayuda a un médico para adelantar su muerte, reveló la Primera Encuesta Nacional sobre Muerte Digna.

El estudio fue presentado en la mesa “La eutanasia en el mundo: derecho a una muerte digna”, durante la conferencia Pensar la Muerte, que organiza El Colegio Nacional.

Otro 58.3% de los encuestados estuvieron de acuerdo con que el médico aplique medicamentos letales al paciente que lo solicite para adelantar la muerte o aplicar la eutanasia y 56.4% aceptan que el médico proporcione estos medicamentos al paciente para que éste los ingiera por sí mismo, lo que sería suicidio asistido.

En el país, el suicidio médicamente asistido y la eutanasia se consideran delito desde 1931 y se castiga con cárcel de dos a cinco años para el primer caso y entre 12 y 24 años para el médico que lo practique, puesto que en 19 constituciones locales se protege la vida desde la concepción hasta la muerte natural, se expuso en el encuentro, que se celebró en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La encuesta que elaboró la Asociación por el Derecho a Morir con Dignidad, A.C., indica que siete de cada 10 católicos dijeron estar de acuerdo con terminar con la vida en estas condiciones. La opinión de los médicos está dividida, puesto que la mitad se dijo a favor “para disminuir el dolor” o porque “los pacientes no merecen esa agonía”; el otro 50% está en contra, principalmente por causas de objeción de conciencia, al señalar que si los médicos no crearon la vida no tienen derecho a quitarla.

“Algunos médicos opinan que antes de legalizarse la eutanasia o el suicidio médico asistido debe prepararse a la población en estos aspectos. Hay mucho tabú porque es una cuestión cultural”, señaló la presidenta del colectivo Asociación por el Derecho a Morir con Dignidad, Amparo Espinosa.

“La realidad es que hoy día cientos de mexicanos enfrentan su muerte en medio de inenarrables dolores y su enfermedad terminal a expensas del criterio del médico o sus familiares, sin el derecho a ejercer opciones más radicales para aliviarlo cuando nada funciona ya”, dijo.

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