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Su padre y su hermano fallecieron de cáncer. Ella lo padece desde hace años. La diputada federal del PAN, Mayra Enríquez Vanderkam, lucha contra esta enfermedad y reflexiona: “Cuando te detectan cáncer, lo primero que muchas mujeres se preguntan es: ‘¿por qué a mí?’, ese no es mi caso, el mío es: ¿por qué si me venía cuidando, me regresa?’, eso es lo que me digo después de 10 años de haberlo padecido por primera vez”, relata a EL UNIVERSAL.

A sus 45 años fue sometida a una mastectomía doble y una histerectomía. Considera que la afectación física no debe importar. Ella abrió su caso y mandó una carta a sus compañeros legisladores para enterarlos.

“Muchos creen que el cáncer cervicouterino da por promiscuidad, es mentira, o que el cáncer de seno es por ser rencorosa, falso, el cáncer es una enfermedad que no distingue”, advierte.

Asegura que desde su trinchera, en el cuarto piso del edificio H de la Cámara de Diputados, atiende a todas aquellas mujeres que se identifican con ella, que por padecer cáncer han sido despedidas de su trabajo, que han sido abandonadas por sus parejas o tienen miedo a someterse a un tratamiento.

¿Cuándo se entera de que padece cáncer de mama?

—Mi historia es distinta. El cáncer ha formado parte de mi historia, de mi vida; mi padre falleció a consecuencia del cáncer y un hermano a los 23 años murió a consecuencia de la misma enfermedad. Entonces, en mi familia estamos muy conscientes de que existe la posibilidad de que nos pueda dar a cualquiera.

Hace cerca de 10 años, se me detectó cáncer de seno y lo encontré porque venía dándole seguimiento a una revisión. Quería saber si estaba en otros órganos, porque así había sucedido con mi hermano y eso fue lo que yo recordaba, por eso no me preocupa el tema de “¿por qué a mí?”, pues sabía que era una posibilidad latente.

Sin embargo, cuando entras al proceso entras a un mundo diferente, enfrentas escenas que nunca imaginaste que tenías que enfrentar y también conoces historias que hubieses querido que no existieran en la vida de otras personas, lo que te ayuda a hacer un cambio radical. Yo nunca me pregunté “¿por qué me pasa esto a mí?”.

Ahora sí me pregunto: “¿por qué si me venía cuidando, me regresa?”, sobre todo cuando, después de 10 años, se suponía que no tendría por qué volver.

¿Qué hace como diputada en la lucha contra el cáncer?

—Cambié mi visión. Cuando se me dio la noticia la primera vez venía trabajando apoyos para que en mi estado hubiese atención a mujeres que padecían cáncer. No había Seguro Popular, en León no había mastógrafo, salvo el que nos prestaba una fundación. Yo era integrante de la Comisión de Vigilancia y Presupuesto en el Congreso local, lo primero que exigía era que estuviera la atención para el cáncer de seno.

Ahora es muy diferente. Lo que enfrento a nivel federal es triste, me he encontrado con casos de mujeres que me escriben para decirme que fueron despedidas de su trabajo porque le notificaron que tenían cáncer, algo que en mi estado no sucedía; al contrario, había un enorme apoyo, incluso en el Seguro Popular cuentas con el gasto catastrófico y te tienen que atender, pero cuando lo ves a nivel federal te das cuentas que hay entidades en donde no hay un compromiso.

Es muy lamentable que cuando estás enferma tengas que enterarte de que te quedas sin empleo, sin acceso a los servicios de salud, lo que te lleva a empezar de cero en el Seguro Popular, cuando ya tenías derechos y un historial ante el ISSSTE o el IMSS, eso pasa en lo público y en lo privado.

Apoyo organizaciones civiles, pero eso ya lo veo como algo más personal, hablo de mi vivencia, pero el que más me duele es el que sufren los niños; sin embargo, es un tema más privado.

¿Hay indiferencia por parte de la clase política en el combate contra el cáncer de mama?

—No sólo de los políticos, principalmente de los funcionarios, del cuerpo médico y administrativo. Yo, en primer instancia, me atendí en el servicio público, toda la atención que me prestaron siempre fue amable, pero cuando te enfrentas a las áreas administrativas comienza el problema.

Es un tema que también es presupuestal, de instalaciones.

Hay instancias como el ISSSTE que dicen que ya no tienen tantas quejas, pues sí porque ni siquiera es visible el módulo para quejarte; sumado a que si te quejas corres el riesgo de tener represalias en el servicio. Hace falta que instancias independientes hagan evaluaciones de cómo percibimos los servicios de salud en el país, quiénes los presta bien y quiénes mal, que haya sanciones para todos lo que hacen mal su trabajo.

¿Qué ha pasado después de que usted hizo público su padecimiento?

—Hemos abierto espacios de apoyo y orientación para que conozcan qué deben hacer para inscribirse al Seguro Popular, para que conozcan otras instancias diferentes que no son públicas, pero que ayudan, muchas de ellas son organizaciones civiles de apoyo sicológico, acompañamiento, ayuda a las familias; sin embargo, falta mucho.

Lo primero que tenemos que hacer es un llamado al Instituto Nacional de las Mujeres para que revise el tema laboral. A mí me parece grave que una persona que viene laborando no tenga derecho a los servicios médicos, que la despidan por estar enferma. Tener cáncer no nos inválida, al contrario, necesitamos la atención, los cuidados médicos y no puede ser posible que haya mujeres despedidas, aquí se requiere de apoyo jurídico.

Necesitamos evaluar los servicios médicos, porque creo que lo están haciendo mal, están haciendo menos de lo que pueden hacer y con mala calidad, esos son los temas por los cuales hay que luchar. Las mujeres que se han acercado lo primero que me dicen es: “No me han dicho qué sigue en el proceso o qué son las quimioterapias”, lo que significa que falta información y en eso estamos colaborando.

¿Por qué hacerlo público?

—Fue una decisión complicada enfrentar la enfermedad públicamente, pues si bien es un tema privado, también impacta en mi labor pública, pero sobre todo lo hice porque me parecía necesario decir que el hecho de estar enferma no me invalida, que se puede tener calidad de vida a pesar de llevar un tratamiento, porque sé que se puede hacer. Hay días malos por supuesto, hay días en que uno no quiere ni levantarse, pero hay más días buenos.

Las mujeres que pasamos por esta enfermedad debemos apoyarnos en nuestra familia.

¿Le resulta imposible no pensar en la muerte?

—Claro, pero cuando mis hijos me preguntaron la primera vez que me lo detectaron: “¿te vas a morir de cáncer?”, yo contestaba: “Yo de cáncer no me voy a morir, puede que me muera de otra cosa, pero de cáncer no me voy a morir”.

Otra de las cosas que se piensa cuando se tiene cáncer es la belleza, “¿qué voy hacer cuando se me caiga el cabello?”, “¿qué pasa si me operan y me quitan los senos?”, eso sucede por el estereotipo que se hace sobre la mujer, por eso decidí que no voy a usar peluca, no tengo cabello, pero así es mi circunstancia y no tengo porque ocultarla ni avergonzarme. Yo tengo una mastectomía doble y una histerectomía, ahora no tengo cabello, por supuesto que a uno le gustaría estar en otras circunstancias, pero una debe pensar que es reconocida por su trabajo no por cómo se ve. Por supuesto que me gustaría verme diferente.

Yo lloro mucho, más que por mí es por la impotencia de ver lo que hay alrededor. En la medida que estás más adentro por tu situación más te duele, porque hay veces en que no puedes hacer nada y quisieras ayudar a todos, a los niños y a sus papás.

¿Por qué motivo envió una carta a sus compañeros diputados sobre el cáncer?

—Algo que me dolió la primera vez era que me voltearan a ver con cara de “te vas a morir, déjame te saludo como si fuera la última vez”. Me parece que no es justo recibir una mirada de compasión o de lástima. Yo lo que les pedí es que me vean como una mujer que está pasando por un proceso difícil, que soy fuerte, que lo voy a transitar y aún en el escenario que no lo transitara, yo he tenido muchas oportunidades de la vida y estoy bien.

Quería que supieran que voy a seguir adelante con mi trabajo como legisladora, no me voy a invalidar.

¿Qué falta por hacer para incidir en las muertes por cáncer?

—Hace falta informar, quitar tabúes. También debemos avisar a la familia, ya que la campaña no solo debe ir dirigida hacia la mujer, sino debe decir: “A ti hombre acompaña a las mujeres que están a tu lado a que se hagan una revisión”, es necesario involucrarlos en el cáncer que padecen las mujeres.

De nada sirven las campañas de detección si no se cuida toda la cadena de atención, sin medicamentos, atención médica oportuna, sin cambios culturales. El sistema de salud debe entender que sale más caro no darles el servicio a tiempo y no olvidar que el derecho a la salud es fundamental.

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