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Xalapa.— En su juventud, Javier Duarte de Ochoa fue panadero en el negocio familiar. Quedó huérfano en el sismo en la Ciudad de México de 1985.
Luego fue adoptado políticamente por Fidel Herrera Beltrán. Con él desarrolló una meteórica carrera: consiguió ser subsecretario y secretario de Finanzas, diputado federal y candidato a gobernador, cargo que ganó con un total de un millón 356 mil sufragios, la votación más alta para el PRI en la historia de Veracruz.
Su primer empleo “político” fue en la Coordinación General para la Promoción de la Participación Social de la Secretaría de Gobernación al lado de Herrera Beltrán, donde debía recortar notas de periódicos sobre Veracruz y hacer un dossier de información. Hoy es el primer priísta en entregar el poder al PAN, tras 87 años de hegemonía del PRI; y el segundo en la historia en dejar el cargo antes de concluir su periodo, por detrás de Heriberto Jara (1924-1927).
En su natal Córdoba, en la zona montañosa central de Veracruz, hacía bolillos, teleras, conchas, moños, chilindrinas, laureles, bísquets, donas, polvorones y toda clase de pan. Al lado de su madre, María Cecilia de Ochoa, se sumó a las tareas del pequeño negocio tras la muerte de su padre, quien era secretario de la Confederación Nacional Ganadera. El 19 de septiembre de 1985 éste se hospedaba en el lujoso hotel Regis, en la capital del país, que derribó el sismo.
La familia del empresario cordobés Chara Mansur prácticamente lo adoptó y fue quien lo acercó a su ahora padrino político y su principal promotor: Fidel Herrera Beltrán, que se desempeñaba como Oficial Mayor de la Cámara de Diputados federal.
“Es mi formador, mi maestro, mi jefe”, recordaba constantemente Duarte de Ochoa sobre Fidel. Fue su testigo de bodas, su director de tesis, y padrino de bautizo de su hijo. En 1997, cuando Herrera Beltrán fue candidato del PRI a la diputación por Boca del Río, se volvió promotor del voto, luego fue su secretario particular durante la campaña al Senado.
Hasta que su padrino político, el hoy cónsul de México en Barcelona, logró la gubernatura en 2004, entonces el poderío de Duarte creció. Se convirtió en el brazo derecho del mandatario, fue subsecretario y secretario de Finanzas y, de manera sorpresiva, candidato del PRI a la diputación federal por Córdoba, donde estuvo sólo un par de meses para luego ser impuesto como candidato a gobernador.
Dicharachero en su trato personal, Javier poco escuchaba a su gente cercana: cada que le advertían de posibles conflictos los tachaba de negativos y los congelaba por meses o años.
Duarte deja su administración con una deuda pública reconocida por 64 mil 580 millones de pesos, que se suma a la deuda con proveedores y que —según la oposición— ascendería a casi los 100 mil millones de pesos. La crisis de seguridad se acentuó.
“Me siento con el ánimo y con la madurez también de aceptar el ocaso del patriarca”, dijo recientemente.
En la fotografía de perfil que utilizó durante su sexenio como imagen oficial tenía 36 años y un peso de 130 kilogramos. Ayer dejó el Poder Ejecutivo estatal con 42 años y 34 kilogramos menos.