Más Información
Jueces y magistrados acusan registros “inflados” en inscripción a elección judicial; exigen transparentar listas de aspirantes
Diputada del PAN plantea reforma para ampliar servicios de atención infantil; va por estrategia enfocada en Primera Infancia
Mauricio Kuri garantiza seguridad tras ataque a bar Los Cantaritos; niega que conflicto de otros estados se traslade a Querétaro
Rubén Rocha admite “encuentros” entre grupos criminales y autoridad en Sinaloa; “ahí va la seguridad en el estado”, dice
Marcha 25N: Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer; cierres y cortes viales, minuto a minuto
francisco.resendiz@eluniversal.com.mx
El reloj advierte que faltan 20 minutos para las dos de la tarde y un helicóptero de la flota aérea presidencial aterriza en la residencia oficial de Los Pinos. Ahí, en la más absoluta privacidad, lejos de reflectores, de-scendió de esa aeronave el magnate Donald Trump.
El candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos fue conducido por los jardines de la residencia oficial. Llegó a las escalinatas de la casa Miguel Alemán y esperó un momento.
Caminó hasta entrar a la biblioteca. Se encontró con el presidente Enrique Peña Nieto. Hablaron en privado durante casi una hora, sin sonrisas y sin estridencias, de manera ejecutiva, sin buscar ni lograr amistad.
Peña sorprendió a Trump. Tras un breve saludo, el primer pronunciamiento del mandatario mexicano fue de rechazo al muro que imagina el empresario entre los dos países y que busca que sea pagado por los mexicanos.
“México de ninguna manera pagará por un muro que separe a las dos naciones”, soltó el presidente de México.
De ahí partió ese encuentro de más de una hora, donde el Presidente le expuso las bondades e importancia de la relación bilateral y que México y los mexicanos se sintieron agraviados por sus comentarios. Trump insistiría en un muro entre las dos naciones.
La mañana en Los Pinos fue intensa. Desde muy temprano los equipos de cancillería y Presidencia trabajaban a marchas forzadas para dar acceso a más de 150 periodistas nacionales y extranjeros.
Mientras Peña y Trump dialogaban, reporteros de todo el mundo esperaban en el salón Manuel Ávila Camacho. Se dio una señal y fueron llevados al salón Adolfo López Mateos, algunos corrieron para estar más cerca.
El presidente y el candidato ingresaron al salón bajo de una metralla de disparos de fotógrafos. Iban a paso lento, sin que se viera la más mínima conexión entre uno y otro. Peña le hablaba al magnate y éste clavaba la mirada en el piso. Ninguno sonreía.
El Presidente de México habló durante 12 minutos, mientras el empresario apretaba el puño, miraba al techo o al piso, fijaba la mirada, apenas volteó a ver al mandatario. Escuchaba a la traductora que le hablaba casi al oído.
Entonces los periodistas, americanos y mexicanos, soltaron a gritos preguntas para Trump. El empresario ratificó en pocas palabras que mantiene firme que quiere un muro que separe a las dos naciones… Peña sólo lo miró. A las 15:40 Trump se fue de Los Pinos.